Por el lugar no das mucho, en especial porque está ubicado en la Condesa , con copias de muebles de diseñador, focos hipster, algún mural de algún artista urbano famoso o interiorismo de despacho.

Pero sin discursos previos o pose alguna, abrió Bob Marlin . Un pequeño local que me pudo ganar solo con el nombre. Así que un domingo a mediodía me puse la gorra de los Toros de Tijuana (para entonar con el lugar, pues su dueño juega los fines de semana) y el monóculo invisible para hacerme la interesante y descubrir lo que se sirve en este recinto culichi.

Inicio con una invención del cocinero Ricardo Rendón a quien todo el mundo conoce como el Chinix. Se trata de los camarones Ted Higuera: una decena de camarones fritos que se acomodan con maestría en un plato cuadrado de pocos centímetros de dimensión, ahogados en salsa negra de la casa. Dicha salsa tiene un toque ácido, salado y resulta adictiva (un litro para llevar, por favor). Algún ingrediente me recuerda un sabor asiático como el curry, pero olvido el análisis y sigo comiendo.

Después de unos tragos de cerveza fría en honor al Océano Pacífico aparece un shot: “The sheriff”, elaborado con pepino y pescado cortados en cubos, sumergidos en limón y salsa, y rematados con un camarón. ¡Shot! ¡shot! ¡shot! Al instante mis papilas comienzan a salivar y solo puedo pensar en dos cosas: que quiero otro y por qué no estoy cruda. Dato cultural: según el dueño de Mariscos El Brujo, ubicado en Los Mochis , ahí se inventó el shot con mariscos, #findelcomunicado.

El tercer plato es un típico aguachile: Safe on home (recuerda que aquí todo tiene que ver con el béisbol y el reggae). Lo puedes pedir por tostada o por orden, es rojo y estilo Aguaruto (una pequeña comunidad de Culiacán). Explico: sobre una cama de limón, sazonada con pimienta y chile piquín, descansa un círculo de camarones crudos abiertos en forma de mariposa, ligeramente cobijados con cebolla morada en juliana. Confieso que tiendo a sazonar el aguachile que me sirvan, pero éste solo necesitaba unos minutos de reposo para curtirse con ahínco.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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El despliegue gastronómico continúa con una pirámide de camarones en tres niveles: crudo, cocido y seco. Hay que ser ágil para comerla antes de que la salsa de piquín remoje la tostada. ¡Screwball! Diría el menú y el pitcher, pero yo diría: sabrosa.

Motivada por el nombre del local, tengo que probar algo con marlin , y el burrito fue la alternativa, aunque solo tres platos de la carta contienen el pescado también conocido como pez vela. Lleva por nombre Marlin Brando y está preparado con zanahoria, calabaza y un toque de orégano que disfruté de principio a fin. Solo le pondría pero a la salsa verde que lo acompañaba, pues le faltaba sal.

Tal vez este lugar no goce de la popularidad de aquel con el nombre de la percha perpendicular de los mástiles en las embarcaciones a vela (se vale googlearlo), pero la música no es norteña, los precios son accesibles y, aunque los fines de semana es común tener que esperar unos minutos por una mesa, vale la pena ser pacientes para disfrutar el auténtico sazón de Sinaloa que corre por las venas del Chinix.

 Bob Marlin

Dirección: Nuevo León 46, col. Condesa

FB: @thebobmarlin

Horario: mar- dom 13:30-18:00 hrs.

Promedio: $350 pesos

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