El Día de Muertos es más fúnebre en algunos barrios de Tuxtla Gutiérrez, donde vecinos afirman que escuchan el paso del carretón de San Pascual Bailón para anunciar el deceso del agónico o llevarse a los muertos al cementerio.

El llamado Santo de los Pobres es la imagen icónica de la Iglesia Ortodoxa Independiente en Chiapas , que la feligresía venera en su versión de esqueleto de madera, como “apareció” en 1902 en esta región, pero también en su imagen de fraile franciscano.

Doña Herminia, una mujer de 85 años de origen zoque y vecina del barrio El Calvario, afirma que San Pascual Bailón es una especie de santo y mensajero para “anunciar la muerte y llevarse a las almas al camposanto para el eterno descanso”.

“Cuando se oye que pasa el carretón de San Pascualito es porque alguien va a morir, se lo anuncia y va por el moribundo para llevárselo; entonces se escucha el crujido de las rueda de la carreta, seguido de los ladridos de la chuchada (jauría) que recelan y se ocultan de miedo”, cuenta.

La catedral de San Pascual Bailón se encuentra en el barrio del mismo nombre, en el centro de la capital de Chiapas, donde desde hace unas siete décadas se ha convertido en santuario de veneración y de ruegos de los pobres por salud y protección.

Las mujeres acuden con mantillas acompañadas de familiares para venerar a “San Pascualito” cuya réplica de esqueleto de madera se encuentra en una especie de ataúd en el centro del templo.

Después de sus rezos e invocaciones los fieles piden al responsable de “las limpias curativas” que los proteja azotándolos con hojas de albahaca y lociones consagradas, para alejar “males de envidia o egoísmo, o para curar a los niños de mal de ojo”.

Jacinto Carlos Valentín García, presbítero de la catedral, dice que el culto a San Pascual se ha extendido a otros municipios de Chiapas, principalmente indígenas, donde las comunidades han encontrado un regazo de fe, inclusión y participación como alternativa de cohesión y armonía social.

Existen ya templos entre otros municipios, en Villa Las Rosas, Chanal, Ocosingo, Zinacantán, Huixtán, Palenque y Chenalhó.

El culto al esqueleto de madera del santo de la iglesia ortodoxa independiente en México, es una veneración auténtica de quienes buscan consuelo y aceptación, asegura el religioso.

En las celebraciones de Todos los Santos y el Día de Muertos la devoción crece en torno al santo, cuyo esqueleto de madera fue salvado de la persecución religiosa, en las décadas de 1930-40, en las montañas de Tuxtla Gutiérrrez, por el creyente zoque Antonio Morales.

Los fieles zoques colocan altares con bebidas y alimentos a la memoria de sus muertos dentro de la catedral. Ponen un pequeño cofre donde colocan en papelitos los nombres de sus difuntos, que el 2 de noviembre queman en un incensario como un proceso de purificación de las almas.

“El esqueleto del santo ortodoxo es mostrado a la feligresía cuatro veces durante el año. En mayo, durante sus celebraciones, el carretón de san Pascual Bailón con la osamenta realiza un recorrido por algunos puntos de la ciudad.

Realiza dos escalas, la primera frente al panteón principal y el hospital Rafael Pascacio Gamboa.

“La gente relaciona estas paradas con un asunto de la muerte; que el santo anuncia la muerte cuando por el hospital y que, luego, recoge a las almas para llevarlas al panteón”, puntualiza fray Valentín García.

afcl

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