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San Cristóbal de las Casas.— “¡Venimos a matar a los desplazados!”, gritó un hombre tzotzil desde la carretera a la altura de Polhó, donde un centenar de hombres, mujeres y niños viven refugiados desde octubre pasado, cuando fueron expulsados de sus hogares por un conflicto agrario, en la comunidad Santa Martha.
Ese mismo hombre abrió fuego. Eran alrededor de las 16:40 horas. A los primeros disparos “la gente se organizó y se defendió”, relatan habitantes de la comunidad del municipio de Chenalhó.
Los agresores fueron emboscados por un grupo armado que salió en la defensa de las 63 familias de desplazados.
“La gente nos vino a echar la mano. No tenemos que ver con esos muertos”, asegura José Vázquez Gutiérrez.
Hasta la tarde de ayer, ningún grupo armado había reivindicado la defensa de los desplazados de Santa Martha, que desde octubre de 2022 viven en Polhó, cuando les quemaron sus hogares por un conflicto agrario.
De acuerdo con el testimonio de don José, hubo más de 60 minutos de disparos entre dos grupos armados en Polhó.
La comunidad fue sede de uno de los 32 municipios autónomos del EZLN a partir del 19 de diciembre de 1994. Se le conoció como Magdalena de la Paz y constitucionalmente es Chenalhó.
Don José, que es defensor comunitario de derechos humanos, asegura que los desplazados no conocen de armas de fuego de grueso calibre, como las que se usaron en la tarde del viernes.
“Los desplazados no conocemos ese tipo de armas de fuego... La gente nos vino a echar la mano”, insiste.
Señalan a sicarios
Hasta ayer lo que se sabía, de manera extraoficial, era que los habitantes de Santa Martha habían contratado a un grupo armado para asesinar a las familias de los desplazados, quienes recibieron apoyo para defenderse.
“Un grupo armado fue contratado”, dice don José a los reporteros. Al momento que escucharon que los fusiles de asalto escupían las primeras balas, entonces “se defendió la gente”. “Venían a matar a los desplazados”.
El saldo oficial de la balacera es de siete personas sin vida, entre ellos un menor de edad.
Cuatro de los muertos viajaban en una camioneta negra con placas CX-3143-C, con las banderas de México y Estados Unidos en el parabrisas. El vehículo recibió múltiples ráfagas de disparos de fusiles de asalto.
En su interior murieron el chofer, su yerno y un niño de dos años de edad; la esposa del conductor falleció horas después en un hospital, cuando recibía atención médica.
Uno de los hombres que viajaba en ese vehículo portaba un fusil de asalto; recibió varios disparos en el cuerpo y una bala le destrozó la cara. Su cuerpo quedó tirado en la calle.
Otros dos hombres que viajaban en una camioneta color rojo, y que eran parte del grupo armado que presuntamente llegó a atacar a los desplazados, murieron en el vehículo. En la región a estos hombres, pertenecientes a los tzotziles, se les conoce como Los Ratones.
El séptimo fallecido fue identificado como Uliverio Ruiz, hijo de Fernando Ruiz, el hombre que es dueño de una de las tres casas que rentan las familias desplazadas de Santa Martha.
El joven perdió la vida cuando se asomó en la puerta de la casa para ver qué era lo que ocurría en la carretera que enlaza Polhó con San Cristóbal de las Casas.
El sábado por la mañana, peritos y agentes de la Fiscalía de Chiapas llegaron a Polhó, para realizar las diligencias y trasladar los cuerpos al Servicio Médico Forense en San Cristóbal de las Casas, como parte de la carpeta de investigación que se abrió por los hechos, aunque sólo un cuerpo lograron levantar, ya que los demás habían sido trasladados por sus familiares a su comunidad.
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