Aunque es casi centenaria, la cantina La Fuente , donde terminó su sexenio el ex gobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval , es famosa por la bicicleta que remata la parte alta de la barra y la historia de cómo llegó ahí.

El dueño de La Fuente, Rogelio Corona , ha contado en varias ocasiones este relato, en el que asegura que en 1957, un empleado ferrocarrilero llegó exigiendo que lo atendieran, pero le negaron el servicio porque ya venía tomado.

Ante la negativa, el hombre decidió ir al baño para después abandonar el sitio; pero olvidó su bicicleta.

Después de varias semanas, un asiduo comensal y empleado de Hacienda pensó que podría rastrear al dueño con el número de la placa que entonces portaban las bicicletas y se afanó en la tarea.

Aunque logró dar con el domicilio de aquel ferrocarrilero, él ya no vivía ahí, por lo que la bici quedó abandonada en el baño de la cantina durante décadas.

Para 1983, cuando Corona adquirió la cantina, decidió colocarla en el nicho que está sobre la barra y donde aún permanece.

Pero la bicicleta no es el único objeto con historia de este lugar, pues sobre la barra permanece la caja registradora original, de plata, y cuya factura se exhibe en un marco; el piano, aunque más nuevo, se remonta a la década de 1980, cuando Corona contrató a algunos músicos para que sustituyeran al cuarteto que originalmente llegaba a la cantina para ofrecer su música.

Algunos de los clientes asiduos aún recuerdan el nombre del pianista de esa época: Eliseo Sánchez , quien estaba casi ciego y aprendía de memoria las partituras de las canciones que tocaba.

Por su ubicación, en el número 78 de la calle Pino Suárez , en el primer cuadro del centro tapatío, La Fuente está muy cerca del Teatro Degollado , de las escuelas de Música y Artes Plásticas de la Universidad de Guadalajara (UdeG), así como de las sedes de los tres Poderes del estado, lo que ha hecho que estudiantes, músicos, artistas, intelectuales y burócratas hagan de este sitio un lugar de recreo desde el mediodía, hora en la que se abren las puertas.

Pero originalmente esta legendaria cantina de Guadalajara estuvo en otro sitio y esa es otra de las anécdotas por las que este lugar cuenta parte de la historia de la ciudad: en 1921 Florencio López abrió La Fuente en un local de la calle Hidalgo , frente al Museo Regional , donde hoy está la Plaza Liberación. Ahí permaneció durante poco más de tres décadas, hasta que a principios de los años 50, el entonces gobernador, Jesús González Gallo, echo a andar un proyecto de “modernización” del centro tapatío que acabó con decenas de fincas, pues se demolieron cuadras completas para dar paso a plazas y mercados.

Entre las fincas afectadas estaba la que albergaba a La Fuente , por lo que su dueño tuvo que buscar un nuevo local y con suerte encontró el de Pino Suárez 78 , a media cuadra de donde estaba antes.

Con los años, este lugar también ha sido modificado y quizá la intervención más célebre fue la realizada al final del siglo pasado, cuando la nave de un antiguo taller de impresores se anexó a la cantina y las paredes fueron intervenidas por Lucía Maya y José Fors , quienes pintaron varios murales que hoy ya no existen.

El viernes pasado, tras entregar el cargo como gobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval decidió ir a tomar tequila y cantar en esta cantina, quizá con la idea de formar parte de las cientos de anécdotas que giran en torno a este sitio.

agv

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