Oaxaca de Juárez.— Francisco Valentín Barragán, originario de Santa María Zacatepec, Oaxaca, emigró a hace 30 años, cuando tenía 16, con la intención de trabajar para dar una mejor vida a sus padres y a sus cinco hermanos. Vivir en el campo era muy difícil, recuerda, y el hecho de que su padre también fue ayudó a que él lo intentara.

Trabajó en los campos de cebolla y papas; estuvo en el estado de Oregon y luego se fue a Nueva Jersey, donde trabajó en fábricas y actividades relacionadas con la jardinería. También se dedicó a apoyar a personas con bajos recursos económicos, principalmente niños, niñas, enfermos y adultos mayores, hasta que en 2018 creó la Fundación Mil Sonrisas, que preside actualmente.

Hoy, como muchos oaxaqueños y latinos en Estados Unidos, vive entre la angustia y el temor a ser deportado porque, aunque la mayor parte de su vida ha trabajado en ese país, no ha logrado que el gobierno le otorgue un permiso laboral y mucho menos la residencia.

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Con la llegada de Donald Trump a la presidencia, asegura, hay mucho miedo en la comunidad inmigrante, no sólo mexicana.

Señala que, aunque se dice que únicamente detienen a personas con antecedentes penales, la realidad es que el miedo está presente al salir a la calle o ir de compras.

Un miedo mucho mayor al que hubo durante la primera ocasión en que Trump fue presidente.

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“En la ciudad donde yo vivo, por ejemplo, casi todos los días hay arrestos. Hay fotos, hay videos de esos arrestos.

“Con la fundación, si alguien mira [un arresto] me dice: ‘Oiga don Valentín, están aquí’. Entonces, intentamos no alarmar a las personas, pero sí decirles que no salgan, y a veces eso causa mucho más miedo, mucho temor”, explica vía telefónica.

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“No nos vamos sin intentarlo”

Yolanda García nació en Santa María Zacatepec, una pequeña población de la Costa de Oaxaca. Su infancia la vivió en Guerrero, donde estudió hasta la preparatoria.

Cuando regresó a su pueblo, porque su madre estaba enferma, tomó cursos de costura; luego un sismo lo destruyó todo y lo que ganaba de costurera no alcanzaba para las medicinas de su madre ni para reconstruir la casa.

A los 21 años decidió irse a Estados Unidos y luego de tres intentos logró cruzar la frontera.

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Pronto se dio cuenta de que no podría avanzar sin estudiar. Entonces aprendió inglés y terminó una carrera como educadora, lo que le permitió trabajar de maestra, carrera que dejó para dedicarse a la venta de joyas. Ahora, es dueña de una joyería en Nueva Jersey.

“Yo estaba aquí cuando por primera vez Trump entró al poder y existía angustia, pero no de la misma manera que ahora”, reconoce.

Recuerda que su negocio lo abrió junto a su esposo durante el primer periodo de Trump. “Dijimos, hemos estado en Estados Unidos, hemos tenido oportunidades y las hemos aprovechado. No nos vamos sin intentarlo, y fue cuando decidimos abrir la tienda”.

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Está por cumplir 30 años en ese país y apenas el año pasado logró obtener su residencia.

Sin embargo, no es ajena al miedo entre la comunidad.

Señala que la mayoría de sus clientes son hispanos y su tienda está en una zona en la que vive esa comunidad, por lo que el temor ha impactado en su negocio y han bajado las ventas.

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La contribución latina

Luis de la Oz, presidente de la Cámara Hispana de Comercio de Nueva Jersey, una asociación dedicada a apoyar a emprendedores hispanos, explicó que en este momento hay una enorme desesperanza y angustia entre las personas, que se sienten agobiadas ante la posibilidad de una detención.

“Aunque ha habido deportaciones en otros gobiernos, ahora la diferencia es el temor que se está generando y la angustia que está provocando en la gente el discurso del presidente Trump”, explica.

Sostiene que el gobierno estadounidense no tiene la capacidad económica ni la estructura para las deportaciones masivas que pretende Trump, quien habla de millones de deportados.

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“Eso es físicamente imposible, lo que pasa es que la manera como este presidente gobierna hace que las personas estén muertas del susto, agobiadas”, precisa.

Luis de la Oz señala que grandes deportaciones tendrían fuertes consecuencias económicas en el país.

Expone que en Nueva Jersey hay 2.5 millones de latinos que contribuyen con 10 mil millones de dólares a la economía del estado, mientras que el presupuesto estatal es de 50 mil millones de dólares al año.

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“No somos un número a ignorar. Aquí en Nueva Jersey venimos de 17 países diferentes... No han aceptado los aportes de los inmigrantes. O sea, si no fuera por los inmigrantes indocumentados, el sistema de seguridad social aquí se habría acabado hace tiempo... Los hispanos han sido los que han sacado la cara por la economía”, asegura.

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