Santo Domingo de Morelos.— Una mañana, mientras Porfirio cortaba leña, un machetazo al tronco de un árbol disparó una astilla directo a su ojo derecho. Acudió a la casa de salud de su comunidad, pero no había quien lo atendiera. Alguien le recordó que desde hace 10 años que se construyó el dispensario, nunca ha tenido médico; se lavó y esperó un año para ser diagnosticado.

La espera de Porfirio terminó con el arribo de la caravana de salud de una fundación internacional a Piedras Negras. Con un pañuelo sucio sobre el ojo, el campesino esperó turno. Una vez frente a los doctores, les explicó —en zapoteco— que quería un par de lentes para “ver mejor”. No había nada que hacer. La astilla enterrada en su ojo derivó en una infección y el diagnóstico fue la pérdida del órgano.

La casa de salud a la que acudió Porfirio es una de las 2 mil 100 que existen en todo el territorio oaxaqueño y que hasta noviembre pasado eran atendidas por unidades móviles del Programa de Ampliación de Cobertura (PAC). Hasta mediados de mayo, los 565 trabajadores de este esquema mantenían paradas las actividades porque no existía certeza de que el programa continuara.

Durante 2019 la Federación no asignó recursos para su operación y sólo tras una serie de protestas del personal y la intervención del gobierno estatal se etiquetaron 6 millones de pesos para el pago de viáticos y gasolina, a través de reasignaciones presupuestales de la Secretaría de Salud. Los recursos garantizan su operación sólo hasta julio, pero su continuidad pende de un hilo.

Buena infraestructura. Localizar las casas de salud en comunidades como Piedras Negras o Juan Diego no es difícil. Con 15 metros cuadrados de terreno, estas construcciones cuentan, incluso, con medicinas para tratar con dignidad a los enfermos; lo que no hay son médicos.

Para los habitantes de Piedras Negras el acceso a la atención médica sólo es una realidad cada 12 meses, cuando la fundación estadounidense Adventures in Life Ministry los visita. David Miller, su director ejecutivo, dice que este es el tercer año que visitan esta comunidad de la Costa de Oaxaca. La organización subsiste por donadores internacionales y locales.

Privilegio y comunidad. Jorge Sánchez Santiago, médico general que colabora desde hace tres años en estas caravanas, platica que en un solo día se atienden hasta 40 pacientes.

Carlos Canseco, dentista oaxaqueño, quien desde hace 20 años realiza estas visitas, dice que además del tiempo, otro reto son los recursos limitados. “Sueño con algún día tener un carro-casa dental y poder atender más gente, habrá quien me pague con agua y frijolitos, y estaré muy bien pagado”, asegura.

Para llegar aquí, hombres y mujeres recorren distancias de hasta dos horas a pie, pero la demanda y la espera no son los únicos problemas, la lengua también es una barrera, la mayoría son zapotecas monolingües.

Son los propios pobladores quienes sirven de intérpretes con médicos y enfermeras. También los extranjeros entran al rescate. Bret Johnson, quien sí habla español, apoya en la entrega los fármacos, al igual que la estadounidense Tina Lau Dunn y sus dos hijos. Gracias a ellos los más de mil habitantes de Piedras Negras pueden acceder a la salud al menos una vez al año, pues la mayoría forma parte de los 600 mil oaxaqueños que no están afiliados a ningún servicio de salud, según el Inegi.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses