Alcozacán.— A finales de agosto de 2014, en la comunidad de Rincón de Chautla, pobladores de los municipios de Chilapa, José Joaquín Herrera y Zitlala acordaron formar su Policía Comunitaria, adherida a la histórica Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC).

Estaban cansados de los robos, de los saqueos y asesinatos, pero sobre todo, del acoso de las autoridades.

Unos 40 días atrás, en un camino de la comunidad de Tlachimaltepec habían asaltado y asesinado a seis campesinos que se dedicaban a comercializar maíz y frijol.

Los pobladores decidieron no denunciar el crimen ante el Ministerio Público (MP).

“Si llegan a atrapar a los delincuentes, ellos salen libres bajo fianza y luego van contra los que denunciaron”, dijeron ese día.

En Rincón de Chautla, afirmaron, se habían presentado casos de violación a las mujeres que estaban solas porque sus maridos emigraron para trabajar, casos que tampoco habían denunciado por la desconfianza al MP de Chilapa.

“Si en la noche te duermes, el delincuente se lleva el ganado. Si logras reconocer al ladrón y lo denuncias con el Ministerio Público, antes de que tú llegues a tu casa él ya te está esperando”, sentenciaron.

Bernardino Sánchez Luna, quien fue nombrado como el primer coordinador regional de la Policía Comunitaria de Chilapa, dijo: “Hemos sufrido muchas cosas, no sólo la delincuencia, eso para nosotros sale sobrando, sino que ahora el gobierno quiere quitarnos lo más importante, que son nuestras tierras (…) Ya no vamos a permitir que nuestra gente sea llevada a la cárcel. Si se comete un delito, aquí lo tiene que pagar, bajo investigaciones claras”.

Continuó: “Nosotros vamos a cuidar al pueblo, porque la justicia del gobierno apesta. Conocemos la justicia que aplica el Ministerio Público y, por el simple hecho de que la gente indígena no habla español, se le sentencia a 10 o 20 años, por eso decimos que la justicia del gobierno apesta demasiado”.

Así surgió la Policía Comunitaria de Chilapa, porque los pobladores de esas comunidades se sentían solos, desamparados.

Continuó el abandono

Cuando surgió la Policía Comunitaria de la CRAC de Chilapa, las organizaciones criminales de Los Rojos y Los Ardillos libraban una cruenta disputa. La policía quedó en medio.

Primero sostuvieron una contienda con Los Rojos, pero en 2015 la balanza se fue de un lado. Casi en el mismo territorio de la Policía Comunitaria surgió un grupo armado que se autodenominó Policía Comunitaria Por la Paz y la Justicia.

Esta nueva organización no surgió en la zona rural, sino en la ciudad. Su presentación fue en mayo de 2015, cuando unos 300 hombres armados tomaron el control de la cabecera municipal de Chilapa.

Estuvieron cinco días, dijeron que iban a cazar al líder de la banda criminal Los Rojos, Zenen Nava.

Hicieron todo lo que pudieron: catearon casas, instalaron retenes,
desarmaron a la Policía Municipal, patrullaron la ciudad y, al irse, se llevaron a 30 jóvenes que hasta ahora siguen desaparecidos.

Todo lo hicieron frente a los ojos de policías y militares.

Las autoridades vincularon a este grupo armado con Los Ardillos.

Y desde entonces no han cesado los ataques, los crímenes y también los gritos de auxilio. El acecho de Los Ardillos en el territorio de la CRAC no ha tenido clemencia: ha provocado decenas de asesinatos, desapariciones y el desplazamiento de cientos de pobladores.

Ahora, los 16 pueblos que integran el territorio comunitario están atrincherados, listos para defenderse de una ataque y, al mismo tiempo, con la vida rota.

Dejaron de ir los niños a las escuelas porque hacerlo representa un peligro y debido a que los profesores ya no se arriesgaron a asistir los pueblos a dar clases.

Pero también está el límite de la comida, pues a muchos pueblos apenas llegan alimentos y ropa.

Sánchez Luna cuenta que a muchos de los comerciantes, Los Ardillos les prohíben el paso o les quitan su mercancía, así que decidieron dejar de ir.

La presentación de los niños como nuevos integrantes de la Policía Comunitaria fue el último grito desesperado, pero no el único.

En mayo de 2019, en Rincón de Chautla, a través de videos presentaron a 36 niños y a mujeres como nuevas policías. Esa vez, como ahora, la atención se volcó en esos pueblos, pero nada cambió. Las masacres y los ataques siguieron.

Sánchez Luna estima que en 2019 hubo 26 homicidios contra sus compañeros, además de la desaparición de otros dos y la ejecución de pobladores de algunos de los 16 pueblos, quienes fueron asesinados sin ser integrantes de la Policía Comunitaria, como el caso más reciente: la masacre de los 10 integrantes del grupo Sensación Musical.

Los orígenes, una familia de lucha

Bernardino Sánchez Luna, su hermano David, Anacleto Luna Gaspar, Daniel Luna Martínez, Jordán Luna Virgenio, Heliodoro Luna Virgenio, Francisco Germán Hoxpango y Cornelio Germán Hernández —todos indígenas de la comunidad de Rincón de Chautla— fueron detenidos el 10 de mayo de 2006 en Chilapa por la Policía Ministerial por un doble asesinato que no cometieron. Los agentes no contaban con una orden de aprehensión.

Todos pasaron dos años y 10 meses en la cárcel de Chilapa.

Salieron libres porque nunca les pudieron comprobar que ellos habían asesinado a Pedro Rodríguez Castillo y a Eusebio Villalba Celedonio el 11 de abril de 2006.

Pedro y Eusebio fueron asesinados a dos kilómetros del pueblo de Bernandino.

Según lo que contó, Santos Villalba Celedonio y Celso Hernández Sánchez, quienes salieron ilesos del ataque en el que murieron Pedro y Eusebio, aseguraron haber visto a los hermanos Sánchez Luna al frente de la emboscada.

Esos dos años y 10 meses no fueron nada fáciles para Bernandino, su familia e incluso para la misma comunidad. Sánchez Luna vivió maltrato físico y comió tan mal que llegó a la desnutrición.

Su esposa asumió todas las responsabilidades que le correspondían, hasta la de la comunidad: se convirtió, junto con la esposa de David, en autoridad.

Ecolástica Luna Gaspar, la madre de Bernandino y David, dejó de ser una indígena sumisa para defender a sus hijos.

Ahora, a casi 14 años de la detención, todos ellos —Bernandino, David y Ecolástica, entre ellos— son los coordinadores, consejeros y comandantes de la Policía Comunitaria que opera en las comunidades de Rincón de Chautla, así como en los otros 15 pueblos de Chilapa y José Joaquín Herrera.

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