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Guadalajara.— Al término de la función, doña Joaquina tenía los ojos llorosos y doña Hilda abrazaba amorosa el cartel con el rostro de su hijo Jorge.

Ambas, desde el 26 de septiembre de 2014, buscan a sus hijos normalistas desaparecidos en Iguala, Guerrero y ayer, una junto a la otra, vieron el documental Ayotzinapa, el paso de la tortuga, sobre lo que ha pasado durante los tres años posteriores.

Coproducido, entre otros, por Guillermo del Toro, Bertha Navarro, Mónica Lozano, Imcine y TV UNAM, es resultado de 4 mil horas de material, entre testimonios, gráficas y videos tomados por los propios alumnos.

“Es importante porque visibiliza más lo que pasó”, dice doña Hilda, instantes después de la exhibición, en el marco del Festival Internacional de Cine de Guadalajara.

La producción inició en el bolsillo de Del Toro, quien dio los primeros recursos económicos.

Después vio algunos cortes, pero siempre siendo respetuoso del director Enrique García Meza. “Ahora Memo nos da cobijo a quienes estamos acá, en lo que viene”, señala Navarro.

García Meza arrancó yendo por tres días a Ayotzinapa para sentir lo que ahí se vivía, poco después del levantamiento de los normalistas. Tuvo que ganarse la confianza de las familias y alumnos pues siempre decía que no era periodista.

“Hubo momentos difíciles, voces o recados que me pedían parar”, recuerda sin revelar a quienes se lo solicitaban, pero aclara que no venían de parte de los afectados.

Navarro señala que la UNAM pronto difundirá el documental y se tienen pláticas con universidades, como la Iberoamericana, para mostrarlo.

La película inicia con el video de un alumno en medio de la balacera de esa noche e incorpora otros como el trabajo en un pequeño sembradío horas antes de su salida a Iguala.

“El objetivo primordial es que no se olvide (lo ocurrido), porque tendemos a olvidar, este documental nos permite conocerlos, ver quiénes son, su escuela, el dolor de las madres, más allá de una nota y foto aquí hay un cercamiento que nos obliga a ver el otro México, el México del campo, el México que no vemos”, considera.

Eduardo Maganda, alumno sobreviviente y actual profesor en un poblado de Guanajuato, recuerda que hace unos días, junto a la escuela donde trabaja, aparecieron dos cuerpos asesinados y al día siguiente su grupo, conformado por niños entre seis y 12 años, lo platicaban entre sí.

“Es difícil que los niños puedan entender la situación, pero eso no quiere decir que sean ajenos. El documental serviría para sensibilizar y ellos se den cuenta de lo que está ocurriendo alrededor, como maestros tenemos que actuar y sí, me gustaría exhibirla en primarias”, indica el realizador en breve entrevista.

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