
Brigitte Bardot irrumpió en la pantalla grande con seguridad y rebeldía, atributos que vistió con su perfecta silueta y con su mirada, esa misma que cautivó a hombres y que despertó envidia en las mujeres.
La actriz francesa, quien falleció ayer a los 91 años en Saint-Tropez, encarnó personajes a los que impregnó de una nueva idea de deseo, libertad y provocación femenina en una época, los años 50, en la que Hollywood y Europa aún retrataban a la mujer desde la contención y la moral estricta.
Nacida en París, el 28 de septiembre de 1934, creció en un entorno burgués y recibió una educación estricta. Se casó con el director Roger Vadim, cuando apenas contaba con 18 años; él impulsó su imagen pública y moldeó su figura de estrella. El matrimonio terminó en 1957, en medio de romances de ambas partes y una atención mediática constante.
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Participó en 47 filmes. La cinta Y Dios creó a la mujer (1956) la proyectó a nivel internacional.
Más tarde protagonizó El desprecio (1963), de Jean-Luc Godard, filme con el que intentó desprenderse de la etiqueta de símbolo sexual, y con Viva Maria! (1965) se ganó una nominación al BAFTA como Mejor actriz extranjera.
También incursionó en la música; su voz y sensualidad quedó grabada en más de 60 canciones.
En 1959 se casó con el actor Jacques Charrier, con quien tuvo a su único hijo, Nicolas.
Tan bella como temperamental, Bardot detestaba la explotación comercial de su imagen y la confusión constante entre su vida real y los personajes que interpretaba.
En 1973, anunció su retiro del los sets, aun cuando era una de las actrices mejor pagadas y más fotografiadas de la época. Además rechazó reconocimientos oficiales como el de la Legión de Honor francesa.
Abandonó el cine para dedicarse por completo al activismo, trabajó en causas como la defensa de los derechos de los animales creando la Fundación Brigitte Bardot.
Mantuvo relaciones con Serge Gainsbourg y Warren Beatty, además de músicos y personajes de la escena cultural. Todos sus romances abonaron a construir su fama de mujer libre y desafiante de los convencionalismos de su época.
En 1992 se casó con Bernard d’Ormale, exasesor del ultraderechista Jean-Marie Le Pen, lo que consolidó su visión política controvertida.
Desde los 90, su posición sobre la migración, el islam y el feminismo empañó su legado. Su postura antivacunas durante la pandemia de Covid-19 le generó sanciones judiciales por incitar al odio racial.
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