Tras la victoria de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, el primer ministro japonés, Shinzo Abe, realizó una visita informal a Nueva York el 18 de noviembre para reunirse con el presidente electo, destacando la importancia que para Japón tiene la relación con la nueva administración.

A pesar de que públicamente se habló de un acercamiento inicial para refrendar confianza mutua, diversos temas se habrían ventilado en privado entre los dos líderes, como el interés de Abe por salvar el TPP, la preocupación de la nueva administración sobre una relación comercial que considera desventajosa (en 2016 el déficit comercial de EU con Japón fue de 68 mil 900 millones de dólares), y el status de la alianza militar que Trump califica como injusta, aduciendo que Japón debe pagar más.

Para Japón, la agenda comercial y económica con Washing-ton, y la supervivencia de su alianza militar, son motivo de decisiones políticas urgentes ante un presidente que sabe negociar bajo una posición de fuerza. Ante la (ya esperada) decisión de Trump el 23 de enero de retirar a EU del TPP, la ansiedad de Japón va en aumento. A nivel bilateral, Japón ya ha sentido las presiones para reubicar actividades de las armadoras automotrices japonesas radicadas en México: Trump amenazó el 5 de enero a Toyota con imponer un impuesto fronterizo si no cancelaba su plan de construir una nueva planta en México para exportar vehículos a EU. Con bajas considerables en sus acciones en Nueva York y Tokio como resultado de estas amenazas, el presidente de Toyota reiteró que su firma crea empleos y canaliza inversiones en EU, y el pasado 3 de febrero se reunió con el primer ministro Abe para coordinar un mensaje común gobierno-sector privado a Trump antes de la visita del mandatario nipón a Washing-ton el 10 de febrero.

En términos de la alianza nipo-estadounidense, sin embargo, la preocupación sobre la posibilidad de que Trump reconsidere los compromisos estratégicos con Japón en Asia-Pacífico ha bajado, si bien principalmente porque la nueva administración estadounidense percibe a China y Corea del Norte como una amenaza creciente.

Ante la presencia de la armada china en islas artificiales construidas en el Mar de la China Meridional y el anuncio del régimen de Pyongyang del inminente lanzamiento por primera vez de misiles intercontinentales, Trump envió al secretario de Defensa James Mattis el 3 de febrero para refrendar el compromiso de EU por la alianza y la preocupación por la seguridad en el noreste de Asia, reafirmando que las islas Senkaku (llamadas Diaoyu por China), bajo administración japonesa, están protegidas por el artículo 5 del tratado de seguridad mutua, lo que significaría ayudar a Japón en caso de un ataque. Al mismo tiempo, sin embargo, la nueva administración desea que Japón asuma una mayor carga financiera en la preservación de las bases estadounidenses en suelo japonés.

El presidente Trump podría representar sin duda un riesgo para el crecimiento económico de Japón y para su seguridad en la región. Es posible que la nueva administración exija en un futuro a Tokio más empresas niponas en suelo estadounidense y una mayor apertura a las exportaciones e inversiones estadounideneses, y tase con altos aranceles a los productos japoneses (incluyendo aquellos manufacturados en México), provocando daños a largo plazo a la economía japonesa. Asimismo podría exigir a Japón sufragar incluso 100% de la presencia militar de EU, tal y como lo anunciara Trump en 2015.

Pero este presidente, un negociador innato, puede representar una oportunidad para Japón, siempre versado en el arte de las negociaciones empresariales. Tokio ya propone a EU un paquete de cooperación económica en beneficio mutuo que involucre construcción de infraestructura, nuevas energías y tecnología de punta, mientras que en términos de la alianza, Tokio estaría dispuesto a pagar más de 70% que cubre actualmente de gastos, si esto pudiera garantizar reubicación de tropas estadounidenses de Okinawa y a su mejor aliado ante el poderío militar de su vecina China. Más aún, hablando en términos de geopolítica pura, conceder a requerimientos económicos de Washington puede garantizar para Tokio, irónicamente, mejores relaciones con Rusia, reciente aliado de EU, y nación con la que Japón intenta negociar devolución de territorios ocupados por los soviéticos al norte de Hokkaido.

Si bien es pronto para hacer un diagnóstico de la relación en la era Trump, Japón se adapta ante los retos nuevos.

Profesor y coordinador del Programa de Estudios Asia Pacífico del ITAM.
@ulisesgranados

***En la foto: Donald Trump choca las palmas con el premier japonés Shinzo Abe, en esta foto que subió ayer a Facebook el mandatario de EU (TOMADA DE FACEBOOK)

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