Contra el estigma del embarazo

Es mujer, está embarazada, cuenta con menos de 40 años y tiene ascendencia judía. No son estas las principales razones que llevaron a Alexandra Haas a la presidencia del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) y sin embargo cada una tiene relevancia.

Trabajó para la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, fue parte del equipo que redactó el Reporte sobre la Discriminación en México 2012 (CIDE-Conapred), ha sido docente en Flacso y la Universidad Iberoamericana y hasta hace unos cuantos días estuvo al frente del área de asuntos políticos de la embajada mexicana en Washington.

Sus credenciales son suficientes para prever un desempeño sobresaliente en la nueva tarea. Tuve la suerte de coordinar el Reporte sobre Discriminación en México 2012 y doy fe que Alexandra Haas es una profesional notable. Entiende la materia, conoce los desafíos y cuenta con el respeto de los actores que pueden ayudar a combatir la desigualdad de trato en nuestro país.

Con todo, no puede pasar desapercibido que recibe este encargo mientras está embarazada. No es común la fotografía publicada por los diarios el martes pasado: la funcionaria que recibe una responsabilidad importante a manos del secretario de Gobernación, cuyo vientre, al mismo tiempo, exhibe seis meses de gestación.

Por desgracia, en México el embarazo sigue implicando un grave pecado laboral. La enorme mayoría de las mujeres ascienden en su carrera profesional hasta que llegan a la edad de mayor fertilidad. Luego, el mercado las castiga por la sola posibilidad de que puedan reproducirse: obtienen puestos con responsabilidades de baja intensidad, son marginadas de las mejores oportunidades y viven como difícil y dolorosa fractura atender en simultáneo las tareas de casa y del trabajo.

No es relevante si ellas están igual o mejor formadas que los varones, en la burocracia la inmensa mayoría de las mujeres se dedica a tareas secretariales o técnico administrativas; y en la empresa es cosa extraña que participen del liderazgo y la toma de las decisiones importantes.

Mientras los hombres miramos crecer nuestro salario hasta pasados los cuarenta años, en el caso de las mujeres los ingresos suelen estancarse poco antes de los 25 y así permanecen inalterados hasta la edad de 65.

Todo indica que los empleadores no están dispuestos a invertir en una persona del sexo femenino que eventualmente tendrá que dejar el trabajo para cuidar a su descendencia.

Contrasta que en el caso de los varones la paternidad tenga pocos costos laborales. Mientras sólo 7% de los hombres a la edad de 30 años están desempleados, en el caso de las mujeres es 32%. De ahí que por cada nini varón, haya dos ninis mujeres.

Solo 4 de cada 10 mujeres tienen un trabajo remunerado (en Asia y Europa el promedio es 6 de cada 10). De esas cuatro, la mitad no gana más de dos salarios mínimos (140 pesos al día). En revancha, los trabajos mejor pagados son para los hombres. El diferencial de salario varía de entre 15% y 30% a partir del sexo del trabajador y en el campo las personas del sexo femenino obtienen hasta 50% menos ingreso que los hombres.

México es un país que castiga a las mujeres, sobre todo con respecto a las oportunidades económicas. Según el Reporte Mundial de Género 2013, en este rubro nuestro país se halla en el lugar 111 de 133 naciones. Y es que hemos avanzado en otros temas relativos a la equidad de género, pero no en el plano laboral.

Por lo anterior hay más de una razón para festejar el nombramiento de Alexandra Haas: resulta una señal política que combate de manera inequívoca el estigma utilizado frecuentemente para no contratar mujeres embarazadas.

ZOOM: Ella podrá ser presidente de Conapred y al mismo tiempo tener un parto feliz. Dirigirá esa institución con el mejor desempeño y podrá cuidar de su hijo sin que una y otra responsabilidad entren en colisión. Y más importante que todo, ella será argumento cuando en otras áreas de la administración pública quieran negar oportunidades a las mujeres por razones relativas a su maternidad.

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