Despierta simpatía rápido. Da la impresión de que es fácil acercarse a ella. Es prudente, no es frívola, entiende bien la complejidad de la política. Resulta artificial ligarla con la corrupción. Su nombre provoca reconocimiento amplio. Es mujer en una época de juegos de poder muy masculinos. Como primera dama fue sobria y responsable, no resbaló una sola vez en seis años.

Pertenece a una familia que anima buenas referencias dentro del Partido Acción Nacional. Ya fue diputada local y federal. Porque su marido fue presidente de la República, ella detuvo el ascenso notable que traía su carrera pública.

Margarita Zavala Gómez del Campo tiene sin duda atributos para regresar a la política. Credenciales que en esta época de enojo ciudadano, en contra de los líderes tradicionales de partido, pueden trocarse en oro molido.

Ella no se equivoca cuando apuesta su capital, justo ahora que la élite política mexicana está llamada a renovarse de manera radical.

Sin embargo, Margarita Zavala no sólo está vestida de atributos. La biografía personal le pesa también con respecto a sus aspiraciones. Si quiere ser candidata a la Presidencia, antes necesita trazar fronteras nítidas con respecto a su marido, Felipe Calderón Hinojosa.

Al parecer está consciente; ha declarado ya que la suya no es una candidatura que permitiría suponer la reelección del ex presidente. “Cada quien puede hacerse responsable de sus propias decisiones,” declaró en entrevista otorgada a Liliana Padilla (Milenio 16/06/15).

Y añadió, “es un país muy diferente … (y) las decisiones habrán de tomarse distintas”.

Con todo, el primer problema que enfrenta la candidatura presidencial de Margarita Zavala es que debe dotar de contenidos puntuales este presunto deslinde. Y la tarea no se antoja sencilla.

Dos temas en concreto, relativos a su marido, pueden pesarle con gravedad: la guerra contra el narco y la actitud polarizante del ex presidente.

Nadie serio se atrevería a escatimar el valor que Felipe Calderón tuvo para enfrentar a los intereses de la narco-política mexicana. Sin embargo, hay disenso sobre la inteligencia con que el antiguo mandatario condujo su proyecto de seguridad. Inteligencia en el sentido de información, capacidad institucional del Estado, estrategia, sensibilidad y comprensión del problema.

Por los desatinos que tanto las autoridades federales como las locales cometieron entre 2006 y 2012, no es injusto reclamar al marido de Margarita Zavala por haber propiciado el crecimiento de la violencia en México. De poco le sirve el coraje al político si éste no se utiliza con destreza.

Sin fijar una posición con respecto a este expediente, Margarita Zavala no podrá presentarse como alguien que tomaría decisiones propias en un asunto tan sensible y próximo a la memoria.

¿Qué tiene que decir la aspirante presidencial con respecto a la lista de los 100 mil muertos y más de 30 mil desaparecidos que se confeccionó durante el último mandato panista?

Un segundo tema se relaciona con su intención de construir un proyecto “nacional” que congregue a panistas y gente de otras latitudes políticas e ideologías.

En contraste, Felipe Calderón fue un personaje que construyó su presidencia a partir del antagonismo; primero tensó la cuerda con su principal oponente, Andrés Manuel López Obrador, y luego prácticamente con cualquiera que no tuvo simpatía hacia sus posiciones y gobierno.

La pregunta es inevitable: ¿cómo le hará Zavala para edificar una candidatura que reconcilie opuestos, congregue a la diversidad de los insatisfechos y derroche tolerancia?

ZOOM: Sin un deslinde equilibrado, Margarita Zavala no tendrá más adeptos que los heredados por su marido. Hoy ese capital político es insuficiente.


@ricardomraphael

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