Este 2016 se cumplen treinta años de que comenzara a negociarse la reforma política, gracias a la cual el Estado mexicano evolucionó por la vía pacífica. Muchos fueron los responsables de ella, pero uno fue su autor principal: Jesús Reyes Heroles.

No es coincidencia cuando ahora su hijo Federico se decide a publicar un texto sobre este personaje. Un libro donde logra distinguir al padre del político, al intelectual de quien ejerce el poder, al hombre grave del superfluo, al gobernante demócrata del autoritario.

Orfandad es una obra que se lee desde el presente hacia el pasado. Si bien es la historia del país vista a través de los ojos de uno de sus grandes protagonistas, es sobre todo una carta de navegación que sirve para juzgar la práctica política de nuestros días.

El talento de su autor radica en el diálogo propuesto con los lectores a partir de pequeñas viñetas, estampas y fotografías. Federico no impone conversaciones densas, sino vivencias puntuales de un hombre a la vez común y excepcional.

Un ser humano que poseyó una inteligencia demoledora y que era también supersticioso, que tenía por deporte renunciar a sus cargos cuando algo no le parecía y que podía pelearse a muerte con los presidentes para luego sobrevivir a la osadía.

Reyes Heroles fue un hombre que, en el mar ingrato de la política mexicana, pudo ensayar una y otra vez con la honestidad —no confundía los registros morales— y sin embargo salió ileso.

Fue decente porque en una época en que robar del tesoro público era bien visto, él prefirió no hacerlo, pero sobre todo porque apostó por la fuerza de las ideas y los argumentos cuando en ese terreno casi todo era confusión.

Debido a ello Gustavo Díaz Ordaz le pidió que explorara una salida negociada al conflicto estudiantil de 1968. Al final del episodio tanto el intelectual como el político resultaron derrotados y es que los hombres de la mano dura ganaron aquella partida.

Asegura el autor de Orfandad que, ocho años después, esta dolorosa experiencia condujo al futuro secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles, a concebir una reforma para que en México se desterrase a la violencia como vía de solución frente a los conflictos políticos.

¿Qué habría sido de México si en vez de Luis Echeverría, Jesús Reyes Heroles hubiese sido presidente de México?

Esta es una pregunta que a la fecha sigue alimentando la buena reputación del personaje biografiado. Federico insiste con que su padre decidió renunciar a tal aspiración porque estaba convencido de la prohibición constitucional que impedía a los hijos de extranjeros ser jefes del Estado mexicano.

Aquí don Jesús Reyes Heroles se equivocó. La reforma al Artículo 82 que más tarde le permitió a Vicente Fox ocupar la casa presidencial hubiera podido ocurrir mucho antes y acaso la historia nacional habría sido otra.

Pero el hubiera no existe y a Gustavo Díaz Ordaz le siguió una época de populismo sin democracia y luego una democracia cargada de populismo.

Ambas tragedias podrían explicarse por la oquedad, por el vacío grande, de políticos dispuestos a sostener su actuación con argumentos bien fermentados en vez de enredarse con la soga de las ocurrencias y las frivolidades.

ZOOM: A Federico Reyes Heroles le debemos este tributo a su padre que es en realidad un homenaje al parto muy accidentado de la democracia mexicana. Gracias por apartarnos de la desmemoria, ese prólogo al que suelen recurrir quienes abusan del despropósito.

www.ricardoraphael.com

@ricardomraphael

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