Hace algunos años, cuando Alejandro Lora tenía tanates y no era mandilón como ahora, cantaba “Abuso de autoridad” que, en su primera estrofa dice: “Vivir en México es lo peor / nuestro gobierno está muy mal / y nadie puede protestar / porque lo llevan a encerrar”. El tiempo ha pasado y México, la verdad, es increíble. Sólo en este país pueden pasar las cosas más inverosímiles como levantones a cada rato, secuestros, asesinatos masivos, feminicidios, fosas clandestinas… y la mayoría de nuestros legisladores buenos para nada y expertos en el trinquete, amparados en leyes de transparencia y anticorrupción (de risa loca con los partidos más allá de la corrupción que nos cargamos) se vuelven como los personajes de una exitosa serie de tv (Los Simuladores).

En ese contexto que diario sorprende, se dan cosas más allá de lo increíble gracias al mercado negro de la informalidad del que todo mundo quiere sacar tajada, moche y, si pudieran dentro del ambulantaje, cobrar derecho de piso con charolas de por medio o credenciales con que se ostentan e intimidan los vividores de nuestros partidos políticos.

Nuestras autoridades de la CDMX, que cuidan celosamente a los bucaneros, porque representan una buena tajada de ingresos extras, para vivos y vivales, quien sabe cuánto van a sacar (pero algo sacarán) con la aparición clandestina de la más reciente película de Arturo Ripstein: La Calle de la Amargura (2015) que les fue ofrecida hace más de un año, según los que saben, a la dupla raider de Francis Drake y Henry Morgan por un cercano al director en tan sólo 3 mil pesos, para su inmediata difusión en DVD.

Los del parche en el ojo se rieron del ofrecimiento y la cinta que hablaba del asesinato real (cinematográficamente figurado de los luchadores enanos: La Parkita y El Espectrito, según guión de la pareja de Ripstein, Paz Alicia Garciadiego) y la película no salió hasta… la semana pasada, luego de haber participado en algunos festivales de cine de renombre como el de Gijón (2015) y con críticas a favor: “Ripstein en estado puro: un melodrama sórdido, grotesco y hostil, no apto para sensibilidades delicadas…”, “Una magnética, cruda y vivaz inmersión en un México mendicante y orgulloso!, “El grande infeliz y maldito cine de Ripstein”, “Arturo Ripstein confecciona un perfecto resumen de su buñueliano “cine de rencor” en La Calle de la Amargura”… y otras más que destacan en Filmaffinity.

Bueno todo mundo preguntaba semana a semana sobre la peli —que finalmente apareció clandestinamente— de las dos pirujonas (“Las Goteras”, que mezclaban gotas para los ojos y alcohol que les ofrecían a sus víctimas, para luego darles baje con sus cosas, que hasta banda delincuencial les atribuyó la policía) que se escabecharon a los luchadores minis, lo que dio lugar al desborde de nuestra nota roja como en los buenos y tenebrosos tiempos de Las Poquianchis o El Caníbal de la Guerrero. Con reparto de primerísima factura: Patricia Reyes Espíndola, Nora Velázquez, Silvia Pasquel, Arcelia Ramírez, Alejandro Suárez, Emoe de la Parra, Greta Cervantes, Eligio Méndez y Alberto Estrella, se recrea en las calles increíbles del “centro histérico”, las propiedades de las gotas oftálmicas sobre la humanidad de la parejita de luchadores, en un hotel de la muerte, muy cercano a la Coliseo de Perú 77. Vale la pena porque, en original, quién sabe para cuándo.

pepenavar60@gmail.com

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