Las nuevas generaciones nos están llevando a entender —no por voluntad propia, sino más bien, porque nos están empujando— que tenemos que abrir los espacios que realmente merecen tener.

Recuerdo que cuando estuve con la Selección amateur, tanto para los torneos de Cannes, Francia, en 1974, 75 y 76, eran eventos tan importantes como ahora lo son los de la Sub-17.
Lo mismo sucedía en los torneos de Toulon, en 1975 y 76, que sería lo que hoy es conocido como un Mundial Sub-23.

Estas competiciones me dieron la experiencia y el conocimiento de lo que es el fútbol internacional. De ahí nacieron mis aspiraciones de querer triunfar primero en México, profesionalmente hablando, y después irme a Europa, donde se juega el mejor fútbol del mundo.

Fui, por voluntad propia, forzando situaciones para que llegara el momento en el que tuve que renunciar a 50% de mi sueldo para permanecer en el Atlético de Madrid y triunfar como lo quería hacer desde niño.

Ahora, estas generaciones, como la Selección Sub-17 que ya está en cuartos de final del Mundial de Chile (instancia en la que enfrentará a Ecuador), nos están demostrando tener la capacidad, el talento y la ambición de querer trascender a nivel internacional, y por ello no tenemos que ponerles barreras con el sistema de competencia que existe en México.

No puede ser que siga habiendo tantos jugadores no nacidos en México (entre extranjeros y naturalizados) que les quitan espacio a estos jóvenes que están pidiendo oportunidades en este maravilloso deporte.

La política y el sistema de competencia en nuestro país es nefasto y por ello estos jugadores no tienen la continuidad que necesitan para poder conseguir los logros que tanto necesita el fútbol mexicano a nivel internacional, como ganar una Copa América y una Copa del Mundo.

Lo que estoy planteando no es nada descabellado. Cuando fui director técnico de la Selección Nacional, mencioné que podíamos ser campeones del mundo y nadie me la creyó.

Y mientras no nos la creamos, va a ser imposible lograrlo.

Y más, si los dueños de los equipos siguen imponiendo su dictadura para favorecerse únicamente en la parte económica.

El día que realmente quieran sentirse felices y orgullosos, será cuando le den la independencia de decisiones a los que realmente sabemos qué es lo que le falta a México para trascender, no sólo regionalmente en la Concacaf, sino mundialmente.

Decio de María tiene el poder de convencimiento.

O decide de forma independiente, y apoyado por gente que sabemos de esto del fútbol, o seguiremos engañando y haciendo trampa (como la multipropiedad), que es de lo que el balompié sufre en estos tiempos.

¡Que te lo digo yo!

Twitter: @hugosanchez_9

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