¿Por qué no pensaron desde el principio en un entrenador mexicano o conocedor del medio futbolístico mexicano? En estas horas se está decidiendo quién será el nuevo técnico de la Selección tras la salida de Miguel Herrera.

Después de fracasar en el intento de contratar a los argentinos Marcelo Bielsa y Jorge Sampaoli, suena fuertemente el nombre de otro argentino de claro estilo ofensivo: Ricardo La Volpe, actual timonel de los Jaguares de Chiapas. ¿Por qué no pensaron desde el principio en un entrenador mexicano o conocedor del medio mexicano? Durante cuatro años, Ricardo fue técnico del Tri. Es un personaje que sabe mucho de futbol, a pesar de haber conseguido únicamente un título oficial hace 22 años. Conoce perfectamente al futbolista nacional y sin duda, desde el punto de vista táctico, es un buen candidato. Hace unas horas, Pável Pardo me decía en entrevista que La Volpe es el ideal para la escuadra verde y que nunca debió haberse interrumpido el proceso bajo su mando.

Las vueltas que da la vida. Apenas en abril del año pasado, Ricardo era despedido del Guadalajara por acosar sexualmente a la podóloga del club, Belén Coronado. ¿Quién se iba a imaginar que 16 meses después sería candidato para dirigir a la Selección?, ¿podría el incidente con la podóloga entorpecer su posible regreso al Tri?

Decio de María y Guillermo Cantú tienen la difícil decisión en sus manos, cuando faltan menos de dos meses para el partido contra Estados Unidos rumbo a la Copa Confederaciones. Decio le tiene un aprecio especial y Cantú lo conoce muy bien, pues fue su entrenador en aquel Atlante campeón de 1993. En caso de ser el elegido, Ricardo tendría que aprender de sus errores, controlar sus exabruptos con la prensa, limitar sus apariciones comerciales y aplicar sus indiscutibles conocimientos para dar a la Selección un estilo definido y buscar un nuevo rumbo ganador rumbo al Mundial de Rusia 2018.

La calentura de Guerrón. Joffre Guerrón, el magnífico delantero de los Tigres, de pronto dejó de ser considerado por Ricardo Ferretti en las alineaciones de la reciente Copa Libertadores. Hace dos días, Guerrón estaba que no lo calentaba ni el sol y escribió en Twitter frases como éstas: “Espero que el club me ayude para poder salir”; “luché en la Copa Libertadores para luego no ser valorado”; “la mejor manera de entenderse es hablando y hay personas que ni eso pueden hacer” y “esto ya lo he pasado pero [estoy] muy dolido”. Más claro, ni el agua. Es evidente que estaba incómodo por ser marginado del primer equipo y que deseaba abandonar cuanto antes a la escuadra regiomontana. Además, aludía directamente a su entrenador.

Al día siguiente, reculó: “Acá me siento muy bien. Yo nunca tuve problema con nadie, capaz que me malinterpretaron. Lo dicho no quiere decir que me estén tratando mal ni que esté mal acá”.

Dime cómo manejas tu cuenta de Twitter y te diré quién eres. Este es el más nuevo episodio en la tragicómica historia de la utilización calenturienta de esa herramienta cibernética por parte de los deportistas profesionales. Aquí nadie malinterpretó a Guerrón. El ecuatoriano escribió lo que escribió. Pero nuevamente, como ocurrió con Carlos Vela en su momento, faltan pantalones para sostener lo que se escribe y la solución más fácil es echarle la culpa a la prensa, acusándola de tergiversar los dichos. El atacante mostró arrepentimiento, pero no resistió la tentación de sacudirse la culpa. Tarde o temprano, los clubes deberán acotar el manejo de redes sociales de sus jugadores para evitar que, atendiendo a la lógica y a la ética, sigan diciendo barbaridades de las que luego se arrepienten. Ya vieron ustedes a los hermanos Dos Santos celebrando, muy orondos, la agresión de Miguel Herrera a Christian Martinoli.

heribertomurrieta65@gmail.com

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