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¿Qué personalidad de Juan Carlos Osorio es la real? La explosiva y vulgar de ayer en Sochi gritándole “motherfucker” al asistente de Nueva Zelanda o la del hombre pausado, calculador, amable y decente que intenta demostrar públicamente. O, ¿será que es bipolar como su equipo? Lo que se vuelve a demostrar es que ser entrenador de la Selección Mexicana es un empleo que los transforma y trastorna, un puesto camaleónico.
Osorio está repitiendo la historia del gran fracaso de la Copa América Centenario. El grupo similar: un poderoso de inicio, un débil en el segundo partido y uno de nivel medio para cerrar la primera ronda. Ante Uruguay dejaron una percepción que se podía competir ante el rival de mayor jerarquía. Pero vinieron los cambios y para el tercer juego se le ocurrió hacer nada más y nada menos que seis movimientos en relación a lo visto en el primer partido. Clasificaron de milagro, gracias a un golazo de Jesús Manuel Corona ante Venezuela sobre el final, evitaron a Argentina en cuartos de final y perdieron 0-7 contra Chile, donde existió una nueva rotación, también de seis jugadores.
Lo de ayer ya rayó en lo ridículo, cambió a ocho futbolistas en relación al partido contra Portugal. Una Selección con tan poco tiempo para entrenar no puede darse esos lujos. Los futbolistas se preparan y compiten contra sus compañeros por la titularidad y es injusto sentarlos como si fueran niños de primaria que deben participar todos en el torneo, para que no se frustren y los padres no se enojen. La jerarquía se gana, no se negocia para quedar bien.
Otro principio básico de los deportes de conjunto es la repetición, perfeccionar jugadas y movimientos. Hoy, los seleccionados nacionales están confundidos porque simplemente no hay tiempo para llegar a la asociación cuando existen tantos cambios de un partido a otro.
Por eso explotó Osorio y mostró ese lado oscuro que no le conocíamos. Nueva Zelanda, un equipo semiprofesional, los hizo ver mal, muy mal. Incluso, un equipo con algo más de oficio, les anota por lo menos en un par de ocasiones. El hubiera no existe y ganaron, pero a ningún aficionado se le puede convencer que aunque son líderes de grupo, la Selección ha tenido un torneo brillante. Hay unificación de criterios cuando se asegura que han sembrado demasiadas dudas y todo en este momento es responsabilidad de Osorio, de nadie más.
Rusia será una dura prueba. Pero el real examen debe darse en la antesala de la final, ahí es donde con rotaciones o no debe entender que la Selección no puede sufrir otro trauma como el de hace un año en Santa Clara y como el que estuvo a punto de consumarse ayer. Malditas y estúpidas rotaciones que hasta hoy, no han servido de maldita la cosa.
@gvlo2008
gerardo.velazquez@eluniversalbgwire.com.mx
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