La historia de los mexicanos en Estados Unidos está vinculada a dos fenómenos contradictorios, por un lado la mano de obra mexicana es llamada y bienvenida durante periodos de crisis y de crecimiento económico, cuando se requiere trabajo de inmigrantes. Posteriormente termina o disminuye la necesidad e inicia con toda fuerza el argumento de que ocupan puestos de trabajo y son responsables del desempleo de trabajadores estadounidenses blancos, así como de todos los males que los aquejan. Siguen las deportaciones.

La migración desde principios del siglo XX depende de la demanda de trabajo, de las asimetrías de desarrollo y de las oportunidades para los inmigrantes. Durante más de un siglo la mano de obra mexicana ha sido esencial para los cultivos de alimentos y de algodón, para la construcción de ferrocarriles y vías de comunicación, en las fábricas, en la construcción, en la gastronomía y los servicios, en el comercio. Son mayoritariamente migrantes los que están ahí ayudando y trabajando en los desastres, baste recordar el ciclón Katrina que arrasó Nueva Orleans, o la penuria de mano de obra durante la Segunda Guerra Mundial.

Hoy, resurge de manera brutal la discriminación de minorías, en particular de mexicanos y latinos que son la más grande minoría en Estados Unidos, la que más crece, la de que más aporta a la demografía, la economía y la cultura. Atracción y deportación marcan la historia de una relación única en el mundo entre dos países vecinos.

El racismo revivido y violento durante la campaña de Donald Trump tiene raíces históricas en la supremacía de los blancos como el pueblo elegido para hacer de Estados Unidos una gran nación, que tuvo en el sur un importante desarrollo basado en el trabajo de los esclavos negros, que pregonó el “Destino Manifiesto” y puso en marcha la doctrina de “América para los americanos”, que justificó la expansión del territorio a través de compras y de la guerra de 1846-1848 contra México arrebatándole más de la mitad del territorio.

En Estados Unidos, los blancos dejarán de ser mayoría para el año de 2060, frente a todas las minorías, y eso no hay nada que lo pueda detener.

Donald Trump cumplirá sus amenazas de construir un muro en la frontera con México y de deportar a millones de indocumentados, a pesar de que la fuerza económica, social y de desarrollo científico y tecnológico radica en el llamado melting-pot.

A México y a Estados Unidos los vinculan la vecindad, la frontera, los intercambios económicos, sociales y entre ellos fundamentalmente la migración. Sólo un dato de la fuerza de la inmigración: California, la quinta economía del mundo, no se entendería sin la inmigración mexicana y latina.

1921, fin del boom económico

Durante la Primera Guerra Mundial, trabajadores mexicanos fueron llamados a trabajar en 1917. México vivía el fin del periodo armado de la Revolución. La mano de obra mexicana ocupó puestos de trabajo en los campos de cultivo de algodón y de remolacha, pero también en fábricas, explotación de minas y fundidoras. El trabajo de los mexicanos fue indispensable en esos años.

Entre 1921 y 1924 fueron deportados 30 mil trabajadores mexicanos. El reparto de tierras en México ayudó a mitigar su angustia de no tener de qué vivir. El presidente encabezó un programa de repatriación, el gobierno pagó los costos del ferrocarril para trasladar a los expulsados a sus lugares de origen. Las familias se movilizaron, surgieron organizaciones caritativas y la solidaridad marcó su retorno a territorio nacional.

1929, Gran Depresión y gran expulsión

La segunda ola de deportaciones inició con la mayor crisis económica en EU. Entre 1929 y 1939 fueron deportados 500 mil mexicanos, se les llamaba repatriados. Entre 1929 y 1932 fueron deportados 5 mil trabajadores al mes; de 1935 a 1937 la cifra disminuyó a mil 200 repatriados mensualmente, en el año de 1939 los deportados fueron 20 mil.

Lázaro Cárdenas puso en marcha proyectos de colonización que acogieron a los deportados en Guerrero, Oaxaca y en la frontera norte, en Mexicali, Matamoros y Tamaulipas. Los mexicanos que se quedaron en Estados Unidos tuvieron grandes dificultades, perdieron casas, escuelas, trabajos, algunos fueron reclutados también para la guerra y fueron al frente de batalla durante la Segunda Guerra Mundial integrados a las tropas estadounidenses. Lastimó a no pocos que al regresar de la guerra fueran sólo mexicanos discriminados y considerados como no ciudadanos, o como ciudadanos de segunda.

1942 – 1964 Programa Bracero

El Progama Bracero ha sido el mayor programa migratorio, con un acuerdo firmado entre México y Estados Unidos, para que la mano de obra mexicana laborara durante la Segunda Guerra Mundial, la postguerra y el periodo de recuperación económica de Estados Unidos. Firmado el 4 de abril de 1942 se refrendó con muy pocos cambios durante los siguientes 22 años.

Movilizó a 4 millones 646 mil 199 braceros en los cambios agrícolas de todo Estados Unidos. En los primeros años, el trabajo de los mexicanos contribuyó a una causa mayor: la guerra. México había declarado la guerra al Eje y se unió con los Aliados. En los acuerdos firmados con México, EU se comprometió a pagar los gastos de transporte y manutención, alojamiento adecuado, alimentación de bajo costo en los lugares de destino, contrataciones en territorio nacional para evitar los abusos de las compañías contratistas.

Los migrantes mexicanos habían sufrido enormemente por las condiciones de vida, alimentación y salud en años anteriores y el gobierno de México buscó que las condiciones de los trabajadores mejoraran.

De todas estas olas de migración-deportación, siempre hubo un número importante de mexicanos que se quedó a vivir y a trabajar en distintos estados, pero sobre todo en California y Texas.

Deportaciones en los años 50

No todos los mexicanos que migraron a trabajar en Estados Unidos fueron parte del programa Bracero, algunos fueron contratados en sus lugares de origen, otros simplemente llegaron en busca de trabajo.

Al margen del Programa Bracero, la migración indocumentada era importante, en EU se les comenzó a llamar “ilegales” el término acuñado fue rechazado por México, aunque posteriormente tuvo carta de naturalización. El fin de la guerra de Corea regresó a miles en busca de trabajo, se comenzó a culpar a los inmigrantes del desempleo y el ambiente se tornó caldeado y turbulento, con creciente discriminación, agresiones y crímenes de odio.

El programa de deportaciones se llamó “Espalda Mojada”. Entre 1950 y 1954 cientos de miles fueron deportados 3 millones 500 mil mexicanos. México enfrentó el retorno de mexicanos cuando la economía crecía a un ritmo de 6% anual.

Contrataciones y deportaciones convivieron durante un quinquenio. Con los Programa “Bracero” y “Espalda Mojada”.

Cierres fronterizos 1992-2000

La política migratoria del gobierno de Bill Clinton se caracterizó por los cierres de la frontera con México en gran parte de California y Texas, los estados con más mexicanos y con más migración. A partir de 1993 inició la construcción de muros y endureció el control migratorio con la Operación Bloqueo (Cd. Juárez-El Paso 1993), Operación Guardián (Tijuana-San Diego, 1994), Operación Salvaguarda (Yuma-Tucson 1995) y Operación Río Grande (Texas-Nuevo México, 1997). Cerró los cruces menos peligrosos y estableció controles más rígidos.

No se redujeron los flujos migratorios, que encontraron otros cruces más peligrosos y aumentaron las muertes de inmigrantes al cruzar. Un nuevo fracaso de la política migratoria.

Expulsados en el gobierno de W. Bush

Los atentados del 11 de septiembre de 2001 (11-S) pusieron en alerta la frontera con México. El gobierno de George W. Bush fortaleció los controles migratorios, las detenciones y deportaciones. Dos ejemplos: en 2003 se puso en marcha el programa US Customs and Border Protection (Aduanas y Protección Fronteriza), operativo para deportar inmigrantes en puntos distantes a los de su entrada. Fueron deportados 5,600, a un ritmo de 300 al día, esposados, amarrados, como delincuentes, subidos a un avión y dejados en lugares distantes y desconocidos, sin relaciones, sin dinero, sin familia.

El 12 de diciembre de 2006 se realizó una redada de inmigración contra trabajadores de una sola empresa en seis estados.

Mil 230 trabajadores indocumentados de las empacadoras de carne Swift fueron deportados: niños abandonados en las escuelas, deportaciones expeditas detenidos sin defensa, familias aterrorizadas que en lugar de denunciar deportaciones se escondían. En total, entre 2000 y 2008 el gobierno de George W.Bush deportó 2.2 millones de indocumentados. En 2007 fracasó la reforma migratoria.

Obama, la mayor deportación

La inmigración de indocumentados se mantuvo estable alrededor de 11.3 millones de acuerdo con Pew Research Center durante el gobierno del demócrata Barack Obama. A pesar de diversos intentos, los republicanos descarrilaron la reforma migratoria en 2013 aprobada por el Senado por un estrecho margen y que fue rechazada por la Cámara de Representantes.

Durante su gobierno las deportaciones alcanzaron el nivel más alto: Barack Obama deportó a 2.8 millones (por lo que se le llamó “deportador en jefe”); George W. Bush 2.2 millones y Bill Clinton 870 mil.

Periodista y analista de temas internacionales

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