Es impresionante la rapidez con la que la tecnología avanza y su impacto en la sociedad. Esta tendencia está transformando drásticamente la manera en la que se llevan a cabo los procesos en todos los ámbitos. Existe un nuevo paradigma basado en el uso intensivo de la tecnología y representa una gran oportunidad, sobre todo para los jóvenes que son los principales usuarios.

El 42% del total de la población mundial tiene acceso a internet y de este porcentaje 28% es usuario de redes sociales. Existen unos 2.4 mil millones de computadoras, tabletas y celulares inteligentes en el mundo. La tendencia es que esta cifra siga aumentando. De acuerdo con el Índice de Desarrollo Humano, entre 2015 y 2020, el universo digital se duplicará cada año. La tecnología es parte de nuestra vida diaria y tiene el potencial de contribuir en la promoción del bienestar.

De acuerdo con datos del Inegi (2014), en México 62% de la población utiliza un celular, 44.4% una computadora y 43% internet. La mayoría de los usuarios tiene entre 12 y 24 años. Eso significa que 74.2% de los cibernautas mexicanos tienen menos de 35 años. La población joven tiene el mayor acceso a las tecnologías digitales y con esto una oportunidad para llevar a otro nivel su influencia y alcanzar sus objetivos.

La tecnología no reemplaza las experiencias directas, pero es capaz de potencializar las actividades colectivas, la comunicación, la productividad y el acceso a la información; así como de ofrecer prácticas que incrementan la creatividad y el aprendizaje. De igual manera promueve el crecimiento industrial, impulsa cambios sociales, ofrece oportunidades de crecimiento y ayuda a mejorar la calidad de vida de la población. Al simplificar algunos procesos, nos permite lograr objetivos de manera más eficiente. Hace posible cosas que antes eran inimaginables. Con el poder de las redes sociales un mensaje es capaz de alcanzar millones de mentes en menos de un segundo, al sonido de un click.

Se habla de desventajas del uso de la tecnología; como la alienación, la dependencia y la creación de individuos ensimismados, incapaces de relacionarse con el mundo y adictos a los likes. Pero estoy convencida que el problema no está en la tecnología, sino en nuestro interior, en la manera de relacionarnos con nosotros mismos, con lo que nos rodea y en cómo nos concebimos en la sociedad.

Lo que sí es importante es no repetir los patrones negativos y vicios discriminatorios que dominan otras áreas. El aumento en el número de cibernautas indica una reducción en la primera brecha digital. Sin embargo, la segunda brecha digital que se refiere a las habilidades necesarias para obtener todos los beneficios de la tecnología afecta más, por ejemplo, a las mujeres que a los hombres.

Durante muchos años hemos olvidado el concepto de sustentabilidad. Hemos tomado despiadadamente sin considerar el futuro. Esa manera de habitar este espacio ya no es aceptable. Los jóvenes están aquí para rehacer y ordenar desde una lógica diferente. Ya no se conforman con hacer más y tener un trabajo estable que les de seguridad. Quieren ser más para poder tener un impacto significativo en su entorno y generar cambios verdaderos. La tecnología, utilizada de la manera adecuada, es sólo una herramienta más para lograrlo.

Fundadora de la Fundación Angélica Fuentes

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