Los migrantes mexicanos que ingresaron sin cumplir requisitos legales a Estados Unidos, están urgidos de apoyo. La están pasando muy mal. Se sienten amenazados y desprotegidos, y lo están. La política migratoria de Donald Trump es una política de terror: redadas masivas, más y más deportaciones; es una política que busca, y lo ha logrado, provocar miedo en los migrantes ilegales. Por ser de carácter humanitario, es sin duda un problema más grave que todo lo que tiene que ver con probable fin del Tratado de Libre Comercio.

Cualquiera pensaría que un asunto tan complejo como la migración ilegal, que encierra en sí mismo un conflicto de fondo para ambas naciones, debería de abordarse de forma bilateral, con visión estratégica, buscando soluciones de corto, mediano y largo plazo, y no, como pretende resolverlo Trump: deportándolos a todos. El tema de la migración mexicana a Estados Unidos es un problema sumamente complicado y de responsabilidad compartida. Además, parece que se olvida que cuando hablamos de migración, nos estamos refiriendo a seres humanos que se han visto en la necesidad de buscar mejores condiciones de vida en lugares distintos a su país de origen. Seres humanos que dejan atrás a sus familias y pasan muchos trabajos en busca de un futuro por demás incierto, a los que se les debe garantizar la protección de sus derechos humanos.

Si hubiera cordura de parte del gobierno estadounidense, se darían cuenta de que no es radicalizando posturas como se va resolver el problema y se podría negociar una salida de corto, mediano y largo plazo. En el corto plazo, se requeriría de una urgente mejora en los programas de vigilancia en la frontera para contener el tráfico de personas. En el mediano plazo, el esfuerzo se podría enfocar en el reconocimiento del aporte de los migrantes a la economía estadounidense; y en el largo plazo, se tendría que ver al problema de la migración como un problema regional, en el que el impulso y mejora de las economías jugaría un papel fundamental en la solución del problema. Evidentemente, eso no va a suceder con el actual gobierno de EU, no existen las condiciones para algún tipo de negociación. Esa es la triste realidad y lo que nuestro gobierno tiene que hacer es dar a nuestros connacionales todo el apoyo y protección posible.

Los migrantes mexicanos en situación de riesgo están esperando todo el respaldo que nuestro país les pueda dar para su defensa en los tribunales estadounidenses. Están convencidos de que lo que se pueda hacer por ellos debe de hacerse antes de la deportación. Lo que se les ofrece en nuestro país no les interesa, no confían en los tribunales mexicanos y, en general, sienten una gran desconfianza en todo lo que tenga que ver con el gobierno mexicano, esa es la triste realidad.

Estoy convencido de que la política migratoria implementada por Donald Trump está destinada al fracaso, pero también estoy convencido de que nada lo va a detener, especialmente en el tema de las deportaciones. Por ello, no queda más que volcar todos los recursos disponibles para la defensa legal de nuestros paisanos en Estados Unidos y exigir respeto de sus derechos humanos. Si fuera necesario incluso ante los organismos internacionales. Tampoco podemos olvidar que las deportaciones traen siempre aparejada una ruptura familiar que, al final del día, es lo que resulta más doloroso. El dolor de los mexicanos que viven ilegalmente en Estados Unidos debe de ser también nuestro dolor. Hoy más que nunca necesitan de nuestra solidaridad, necesitan saber que no están solos.

Abogado.

@jglezmorfin

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