Para Juan Francisco Ealy Ortiz y su equipo, en el 99 Aniversario de EL UNIVERSAL

Vivimos un momento clave en la vida económica de nuestro país. México, con la reforma energética, dio un paso firme para consolidar un sector energético más moderno y eficiente. Un sector energético que responda a las necesidades y desafíos del siglo XXI.

Una vez que hemos conocido los resultados de la licitación, aparentemente buenos, de la segunda fase de la Ronda Uno, podemos decir que la implementación de la reforma energética avanza con paso firme. Es pertinente reconocer el papel jugado por el Congreso de la Unión que, al aprobar la reforma energética, demostró una vez más que la pluralidad no está reñida con la efectividad, que sí es posible transformar a México en un entorno de opiniones diferentes a través del diálogo y la búsqueda de consensos.

Son muchos los beneficios que la reforma trajo para México. Me refiero a tres aspectos generales que me parecen especialmente importantes.

En primer lugar, la reforma energética está brindando a México nuevas oportunidades para acelerar su crecimiento económico. Estas oportunidades vienen no sólo por la inversión directa que está detonando la reforma, también vendrán porque la reforma fortalecerá la producción de petróleo, gas y electricidad, así como de bienes intermedios como petroquímicos. El aparato productivo nacional contará con insumos para incrementar su productividad y su competitividad y nuestra economía tendrá más energía para impulsar su crecimiento.

En segundo lugar, la reforma energética permite que sigan existiendo recursos para potenciar el desarrollo nacional. La reforma asegura que la renta petrolera genere recursos públicos para programas sociales, infraestructura, educación, ciencia, salud, etc., y que los beneficios económicos derivados de la mayor inversión y producción de energía lleguen a todos los mexicanos.

Finalmente, en tercer lugar, la reforma energética está fortaleciendo a México en el mundo. En efecto, el panorama global en materia energética está cambiando dramáticamente. Mientras que México estaba perdiendo lugar como productor de energía, naciones como EU están convirtiéndose de nuevo en exportadoras netas de gas y petróleo. La reforma abrió nuevas oportunidades para que nuestro país recupere terreno y se consolide como una potencia energética. Ello, junto con el nuevo potencial que están desplegando nuestros principales socios comerciales permitirá fortalecer la competitividad de nuestro país. Y, algo muy importante, esto también permitirá reducir la dependencia externa en materia de energía, lo que sin duda fortalece la seguridad y la soberanía nacionales.

En suma, la reforma energética trajo consigo nuevas oportunidades de progreso, de crecimiento económico, de tecnología y de inversión, y puso las bases para construir el sector energético que México necesita para enfrentar los retos del mañana.

Pero aún falta mucho camino por recorrer. Los retos para las instituciones son enormes en la implementación de esta reforma: garantizar una competencia equilibrada entre las empresas que entren al sector. Hacer más transparentes y eficientes tanto a Pemex como a la Comisión Federal de Electricidad. Garantizar que cada peso de la renta petrolera se utilice con honestidad y eficiencia. Proteger el medio ambiente y asegurar un uso sustentable de los recursos energéticos de nuestro país. Como puede verse, los desafíos de la implementación de esta reforma son aun de una gran magnitud. Por eso todas las instituciones del Estado mexicano deben estar preparadas para enfrentarlos con determinación y esfuerzo.

Hago votos para que, al final del día, el gobierno logre que la implementación de la reforma energética sea exitosa y brinde a todos los mexicanos los frutos que nuestro país se merece. México necesita de la energía para dar el salto definitivo al desarrollo en los años por venir.

Abogado.

@jglezmorfin

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