En la recta final. Quizás vivimos apenas un anticipo del verano caliente que se anuncia en el marco del llamado ‘momento populista’ de México y el mundo, dicho sea por recoger los términos del debate actual planteado en Political Communication in Europe, el estudio financiado por la prestigiada COST: European Cooperation in Science and Technology, publicado por Routledge y comentado aquí el miércoles. Y aunque no guste, en esta dimensión global se enmarcan los tres grandes acontecimientos de nuestra agenda semanal. El primero, sin duda, por el valor noticioso de la proximidad, es el de las elecciones mexiquenses, que, por encima del veredicto final, acreditan ya el embarnecimiento inequívoco en nuestro país del ‘momento populista’ global.

En este juego de lo local y lo global, los resultados del Edomex y, hasta la tarde de ayer, la conducta postelectoral responsable de sus actores, aparecían en la pizarra global de las metrópolis informativas y financieras con efectos positivos para el país en los mercados cambiarios. Pero tras su protagonismo de campaña por encima de su candidata en ese estado, López Obrador interrumpió anoche el repliegue en que se había mantenido desde el domingo, para entrar ahora en la recta final de sus 18 años de campaña presidencial, del brazo de Delfina Gómez y su jugoso segundo lugar en la entidad con mayor número de electores.

Estilo. Si bien Populist Political Communication no ignora las condiciones económicas, demográficas, culturales que propician el ‘momento populista’, se centra, como lo indica su título, en los cambios ocurridos en el campo de la comunicación, favorables a la diseminación de los mensajes populistas. Por ejemplo, las redes sociales, tan celebradas por Trump en sus tuits de ayer. Es evidente la diversidad ideológica del fenómeno: de la ultraderecha racista a la izquierda radical, con todos los matices. Por ejemplo, más cerca de la derecha radical estadounidense, Amlo no apoya las libertades de la mujer en materia de aborto que sí acepta la ultraderechista francesa Marine Le Pen. Pero son notables las afinidades en lo que los autores llaman el ‘estilo populista’ y su discurso del ‘nosotros’ contra ‘los otros’ y sus instituciones: el establishment, las élites, el sistema, ‘los de arriba’ o la ‘mafia del poder’. También está su proclividad a las teorías conspirativas y su tendencia a tratar de convertir las elecciones en referéndums para optar entre un presente oprobioso (la ‘decadencia’ de que habla Amlo) y un después glorioso, como el que pretende mostrar el terremoto trumpiano de ‘America first’.

Variable terrorista. El segundo acontecimiento de la semana: el nuevo ataque del ‘Estado Islámico’ al Reino Unido, a unos días de sus propias elecciones, muestra el cruce que se da entre este ‘momento populista’ y los actuales tiempos terroristas. Como en la campaña francesa, las acciones terroristas parecen encaminadas a reforzar los argumentos del nacional populismo contra migraciones e instituciones supra nacionales. El propio Trump pareció confirmar esa vinculación para su país en uno de sus tuits dominicales, en el que puso al servicio de su política migratoria, xenófoba y racista, el salvaje atropellamiento en el puente y los apuñalamientos en un barrio de Londres.

‘Estado Granuja’. El tercer hecho inscrito en este ‘momento populista’ es el anuncio de la salida de Estados Unidos del Pacto de París, que convertiría a ese país en un ‘Estado Granuja’ del orden global (al decir de Mary Robinson, la experta de Naciones Unidas en cambio climático), acto que en lo local complace al sector nacional populista más anti científico de su electorado. Y sólo el provincianismo de nuestra agenda pública explicaría el bajo perfil entre nosotros de la bárbara decisión de Trump como presidente del segundo país con mayores emisiones de gases de efecto invernadero. La conversación sobre este tema se desvaneció entre nosotros a pesar de los daños previsibles en nuestras propias localidades.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses