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El ser humano expresa lo que piensa y siente a través de, sobre todo, las palabras. El lenguaje, esos signos (y sus sonidos) que combinados nos sirven para comunicarnos, es la herramienta en la que se revela todo nuestro conocimiento adquirido a través de los siglos. Las Tecnologías de la Información y la Comunicación, con todo el desarrollo que han experimentado en los últimos años, se han convertido en el instrumento ideal para que los procesos de aprendizaje se simplifiquen, y todo ese conocimiento acumulado fluya a través del lenguaje de formas menos rígidas.
En estos menesteres ha estado trabajando una iniciativa española llamada Molino de Ideas, ellos (un puñado de lingüistas, programadores, más un gato) se especializan en el Procesamiento del Lenguaje Natural (PLN) y la creación de tecnologías lingüísticas basadas en ello. En el papel (o en ceros y unos), esto significa que en Molino se desarrollan programas capaces de analizar palabras y textos complejos en español para ejecutar un sinfín de funciones. Gramática, morfología, sintaxis o etimologías son las áreas donde entran en juego este tipo de programas, pero no necesariamente se quedan ahí; Molino de Ideas, a través de sus APIs (Interfaces de Programación de Aplicaciones) ha desarrollado programas capaces de identificar en un texto si lo que ahí se expresa es positivo o negativo, una herramienta ideal para empresas e instituciones.
Molino de Ideas tiene en su página de Internet (www.molinodeideas.com) una serie de módulos con herramientas gratuitas para mostrar las capacidades de sus APIs; en el campo de la enseñanza, por ejemplo, tienen un módulo llamado “Onoma”, que es un conjugador de verbos con una base de más de 15 mil infinitivos, dicho módulo posee además un algoritmo que permite conjugar verbos inventados (los fans de Cortázar pueden “amalar” el noema en cualquiera de sus formas); Molino Labs es un módulo que contiene una serie de herramientas para investigar y experimentar con el vocabulario y la morfología del español, ahí encontramos, por ejemplo, el “Insultador”, en el que uno elige el nivel (Unamuno, Galdós, Valle Inclán o Quevedo) y la base de datos nos dará de vuelta algún insulto peculiar, desde un “caminaorígenes” , hasta un “amillonaparhelios”, pasando, claro, por los “cavilapómulos”; el “Analizador de Mentes” devela de qué adjetivo deriva cualquier adverbio terminado en –mente; o el “Frecuentímetro”, que muestra la frecuencia de uso de cualquier palabra en español. Molino de ideas tiene también algunos diccionarios creados a partir de esas mismas APIs: el “Hemero.es”, una base de datos de textos de prensa que permite ver 660 millones de palabras en distintos contextos (este último, dicen los molineros, es el mayor corpus que existe en lengua española).
Las herramientas creadas por Molino de Ideas y las APIs que poseen están orientadas sobre todo a las áreas pedagógicas; si bien la tecnología (esta o cualquier otra) por sí sola no mejora el aprendizaje, la metodología que puede aplicar el docente con base en ellas encamina el aprendizaje de la lengua por rumbos más lúdicos y en consecuencia facilita la labor del maestro. En ese sentido, Molino de Ideas ofrece artilugios muy interesantes.
@Lacevos
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