Una de las formas a las que más recurre el gobierno federal para hacerse de recursos es la de gravar el consumo de algunos artículos. Ese es el fin del Impuesto Especial a Productos y Servicios (IEPS) que se aplica en productos como gasolina o refrescos, pero respecto a la recaudación por declaración de impuestos de personas físicas o morales, el país aún se está quedando corto. Hay avances, pero no los suficientes.

Es de sobra conocido que México es uno de los países que menos impuestos recauda entre los integrantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos e incluso entre naciones de América Latina. Para tratar de cambiar esa realidad se han realizado reformas fiscales, además de haberse tomado medidas para evitar la evasión, pero pocos resultados se pueden presumir.

En el Informe de Estadísticas Tributarias presentado en marzo por el Banco Interamericano de Desarrollo y la OCDE, se establece que, contrario a lo que se esperaba, en 2014 —primer año de vida de la reforma fiscal— la recaudación de impuestos representó 19.5% del PIB, menor a 19.7% que se registró en 2013. En la región latinoamericana el índice promedio de recaudación fue de 21.7% del PIB y en la OCDE fue de 34.4%. México se queda lejos del grupo de los países más desarrollados.

Sin embargo, en una nota que publica hoy EL UNIVERSAL se informa que en el primer semestre de 2016 el Servicio de Administración Tributaria logró recuperar parte de lo que le debían contribuyentes, aunque la mano dura no se ejerció igual, pues mientras el monto que adeudaban las personas físicas disminuyó, los adeudos de grandes contribuyentes aumentaron de 127 mil 571 millones a 140 mil 352 millones de pesos en comparación con 2015.

El sabor que dejan las acciones del SAT es de que no todos están siendo medidos con la misma vara. Se endurece el reclamo a los menores mientras los grandes consorcios pueden todavía gozar de amplios privilegios. Hace una semana este diario publicó también cómo grandes grupos hoteleros, generalmente extranjeros, incurren en evasión fiscal al cobrar desde el exterior los servicios que ofrecen en territorio mexicano, y de esos recursos apenas una mínima parte se queda en el país.

Una pobre recaudación siempre generará un círculo vicioso, en el que a menores ingresos menores recursos para sectores como salud y educación. Con salud y educación deficientes las posibilidades de que grupos marginados dejen la pobreza se reducen y por lo tanto habrá menos contribuyentes. Exigir el cobro fiscal justo a las grandes compañías es lo mínimo que se pide.

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