El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) está aumentando sus gastos debido a que cada vez tiene más afiliados, más enfermos crónicos, y más trabajadores jubilados. Llegará un momento en que la presión sobre sus finanzas será tan fuerte que no podrá cumplir con sus obligaciones. Necesita una intervención urgente.

Por desgracia, tendrán que ser las nuevas generaciones las que arreglen décadas de corrupción y malas administraciones, las cuales llevaron a la situación de crisis actual. Una reestructuración del IMSS requerirá de muchos años de esfuerzo conjunto de patrones, trabajadores y jubilados; de aportar mayores contribuciones y de cambio en los hábitos de las personas para, a su vez, bajar la proporción de la población que ingresa por costosos problemas crónicos.

Mientras ese milagro de largo plazo ocurre, ayuda que la dirección del IMSS esté planteando medidas inmediatas. Ayer Mikel Arriola, director general del instituto, anunció que el uso de quirófanos en fines de semana (lo cual podría parecer una trivialidad) ha logrado en sólo 100 días abatir el 10% del rezago total del IMSS en cirugías programadas.

Pero más importante: dijo que propondrá a médicos y enfermeras aplazar su jubilación por cinco años a cambio de un bono de 850 mil pesos y 650 mil pesos respectivamente. El objetivo: ahorrar en pensiones 932 millones de pesos para 2016.

Entre diez mil a 11 mil trabajadores se jubilan anualmente en México, un tercio de los cuales son personal de salud. Para el IMSS ese gasto representa —sólo durante este año— más de 68 mil 54 millones de pesos y la cifra será mayor en el futuro, conforme más jubilados se acumulen. Para tener una idea de la cifra: el costo en este 2016 de mantener a los trabajadores retirados del Instituto es el doble de la inversión que ha hecho el gobierno federal para universalizar los servicios de salud en el país, es decir, 34 mil millones de pesos que fueron empleados para construir y modernizar 580 unidades hospitalarias y 2 mil 800 unidades de consulta externa.

Estas acciones son importantes porque se alejan del conformismo de esperar a que una nueva administración se encargue del problema.

Ahora debe seguir hablar sobre los ingresos del IMSS. ¿Se aumentarán las cuotas sobre el sueldo de los trabajadores o sobre las empresas? ¿Habrá una ampliación del presupuesto del gobierno federal para asumir los costos que generan los jubilados? ¿Se incorporará a grupos de asalariados que se encuentran fuera del instituto? Decisiones difíciles todas.

¿Cuándo se sumarán legisladores y gobiernos para atacar el fondo del problema? Ese es el tema pendiente.

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