Algo de bueno tendrá José Antonio Meade que ha sido nombrado titular en cuatro secretarías de Estado en dos gobiernos federales de partidos políticos diferentes, el de Felipe Calderón y ahora el del presidente Peña Nieto. La experiencia acumulada en Energía, luego Hacienda y después Cancillería habrá de reflejarse en el cargo recién asumido por Meade como secretario de Desarrollo Social. El reto que tiene enfrente es el más grande: sacar de la pobreza a millones de personas.

Lograrlo, por supuesto, no está sólo en sus manos. Como se ha dicho en este mismo espacio, es inexistente la política social que compense lo que sólo el crecimiento económico sostenido puede proveer: riqueza y, en consecuencia, empleos. Sin embargo, desde Sedesol se puede instrumentar la articulación de esfuerzos de todo el gobierno federal y de las demás instancias de gobierno locales para anclar el potencial económico del país a las oportunidades de educación y de capacitación laboral que los programas sociales pueden aportar.

En entrevista para este diario, Meade dice sobre la Secretaría: “Los resultados de la Cruzada han sido satisfactorios. Se logra abatir de una manera muy relevante una carencia que era especialmente dolorosa y habremos de redoblar nuestros esfuerzos, utilizando la medición para identificar qué está funcionando bien y dónde tenemos que hacer ajustes”.

Muchas suspicacias entre partidos y gobernantes de oposición generó la Cruzada contra el Hambre al inicio de la presente administración. Hay zonas del país donde las conversaciones para comenzar a implementar los apoyos duraron meses. La llegada de un personaje como Meade, acostumbrado al trato con diferentes fuerzas políticas y en ámbitos muy diferentes entre sí, podría ayudar a derrumbar esas resistencias.

Dice sobre su nuevo encargo: “La idea a esta mitad del ejercicio es renovar esfuerzos, trabajar con más ganas, con más fuerza en asegurar que los resultados se alcancen”. Quizá le faltó agregar también la palabra inventiva. Porque cuando menos desde el gobierno de Luis Echeverría se han lanzado programas sociales contra la pobreza y no sólo ninguno lo ha logrado, sino que durante ese tiempo la proporción de mexicanos que están en esa categoría se mantiene en cerca de la mitad de la población.

Tres años restan para que termine la actual administración federal. En ese tiempo tal vez se reduzca un poco más la pobreza alimentaria y se revierta la tendencia de aumento de la pobreza en general. Esa será una medición que ayudará a valorar el éxito o fracaso de Sedesol. Pero más importante será averiguar si el cambio de enfoque, de reparto indiscriminado de recursos federales, a tiros de precisión articulados con varias instancias del Estado, realmente se dio. De ser así, ese sería un éxito en sí mismo. Ya veremos.

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