En el ritual de toma de protesta que llevó a Javier Corral al frente del gobierno de Chihuahua hubo, quizá, diversos imaginarios. Alguna esperanza de otra oportunidad para un partido que dejó el poder estatal hace 18 años; euforia para los que construyeron esa victoria política; ilusión de que se puede reducir el desencanto político y los abusos del poder. La apuesta del nuevo gobernador es tener un gobierno sensible a las necesidades más sentidas de esa tierra lastimada por la violencia, la corrupción y la desigualdad.

El discurso inaugural de este gobierno marcó su prioridad, trabajar por los que menos tienen, lo cual suena interesante porque se trata de un gobernador panista, pero Javier Corral es un político raro, que hizo una gran carrera parlamentaria y ha defendido una agenda democrática, sobre todo en materia de comunicación y medios masivos; se trata de un chihuahuense que tiene criterio propio y muchas veces se ha diferenciado de las líneas oficiales y los votos de su partido. Tal vez por eso, Javier pudo reunir en su toma de posesión a Cuauhtémoc Cárdenas y a Diego Fernández de Cevallos.

Corral se presentó como un político sin compromisos facciosos y nombró a un gabinete paritario y diverso: de empresarios, panistas liberales, luchadores sociales, militantes de izquierda y profesionistas, que tendrán la responsabilidad de reconstruir el espacio público. Será un gobierno que enfrentará enormes retos para sanear las finanzas de un estado quebrado y endeudado; tendrá que hacer esfuerzos consistentes para bajar la inseguridad y la violencia que todavía rondan las ciudades y los pueblos del norte chihuahuense. Pero la ambición de este proyecto no sólo es hacer un buen gobierno en términos de una administración que cumpla la ley con honestidad, lo cual —en el contexto del país—, sería un avance grande, sino además pretende hacer un cambio de régimen.

Con sus primeras propuestas Corral demandó solidaridad y trabajo voluntario; pidió a los empresarios que subieran los salarios; a su equipo, que le dieran prioridad a los que menos tienen; prometió respetar la división de poderes, tener una intensa interlocución con el Congreso y respeto al poder judicial. Dijo que le quitaría el fuero al gobernador y respetaría la libertad de expresión y la crítica; que no pagaría a los medios para compra de apoyo o silencio; que adecuaría la reforma educativa y le quitaría su carácter punitivo. Corral fue muy enfático en que buscaría la justicia para el gobernador saliente, para quien no habría “impunidad y menos amnistía”.

En este inicio se necesita aprovechar el bono democrático que dura poco y es difícil de administrar. Ya se tuvo la muy mala experiencia con Fox que terminó en una gran decepción ciudadana y un fracaso democrático. Y más recientemente está la experiencia de Nuevo León, que a un año de gobierno El Bronco tiene niveles de desaprobación mayoritarios. Nada le asegura a Corral que su bono no desaparezca muy pronto y se evaporen las promesas.

Será un gobierno a prueba, bajo una revisión precisa y con una lupa muy exigente. Cuando se hacen promesas fuertes a favor de los más necesitados y se ofrecen compromisos con la honestidad y la ética, se abren múltiples oportunidades para ser vulnerable. Cuando se quiere gobernar con otras reglas seguramente se lastimarán muchos intereses que son enemigos de los cambios, por eso es importante escoger los pleitos y hacer alianzas potentes.

Este gobierno necesita hacer muchos pactos, porque sin ellos no hay proyecto posible. Será necesario convencer a los empresarios de que mejoren la precariedad del empleo y suban los salarios; será importante tener acuerdos con los maestros para mejorar el sistema de educación básica; con los grupos sociales habrá que tener mucha cercanía para cambiarle la cara al desarrollo social por fuera del sistema clientelar. Se podrían enumerar otros, pero será indispensable comenzar a dar resultados inmediatamente para apuntalar el liderazgo y convertir la victoria en las urnas en un buen gobierno. Se dice fácil, pero frente a un régimen marcado por el desencanto y la desconfianza, tener éxito resulta casi imposible…

Investigador del CIESAS.

@AzizNassif

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