Una de las expresiones más fuertes del malestar con este gobierno se mide en la enorme desaprobación que avanza de forma incontenible. El 4 de julio pasado EL UNIVERSAL publicó una encuesta con una desaprobación de Enrique Peña Nieto de 63%. Un mes después el diario Reforma reporta una desaprobación de 74% entre ciudadanos y de 82% entre líderes (11/VIII/2016). Veamos algunas posibles razones que explican esta enorme caída del consenso.

Cada día que pasa se confirma que el gobierno de Peña Nieto extravió el rumbo a partir del ciclo que se abrió con la tragedia de Ayotzinapa. Las piezas se han acomodado de tal forma que ya resulta complicado arreglar el rompecabezas de este sexenio. Se ha instalado en el escenario la próxima sucesión presidencial. Las encuestas y los posibles candidatos capturan la atención mediática rumbo a 2018. Si México fuera un sistema parlamentario ya se habría producido una moción reprobatoria y se habría adelantado el proceso electoral para formar un nuevo gobierno. Pero con el sistema presidencial estamos atorados en un sexenio de promesas incumplidas.

Varios ejemplos ayudan a entender el malestar. Los argumentos de Peña Nieto para hacer la reforma energética eran que bajarían los precios de la luz y el gas y que se terminarían los gasolinazos. Las decisiones de política económica han desmentido una a una las promesas de precios más bajos. En julio subió la luz un 8% y a partir de agosto subieron las gasolinas. La diferencia en el precio de las gasolinas con Estados Unidos se ha incrementado por la carga fiscal en México. Cuando bajó la gasolina se anunció con bombo y platillo como si iniciara una tendencia, pero muy pronto se incumplió la oferta. Suben los precios, pero los salarios siguen estancados. Además, hay un problema importante en las finanzas públicas que se ha ido agravando. Ha crecido la deuda y vienen más recortes al gasto público. Los recortes se entienden por la caída en el precio del petróleo que bajó de 100 dólares por barril a unos 38. Con los recortes viene la pregunta sobre cómo gasta el gobierno y aparecen los lujos de la alta burocracia, además de la corrupción, que suman una gran cantidad de recursos públicos. Es absurdo, se quiere invertir 1,100 millones en un nuevo INE y no hay medicinas en los hospitales públicos.

Otro eje para entender el malestar tiene que ver con la reforma que se vendió como educativa, pero que en realidad es administrativa y laboral. Las protestas de la CNTE se han convertido en un problema que afecta al sector empresarial que, ahora, demanda al gobierno mano dura. Pero el problema está en la base de esa reforma evaluatoria que ha puesto en jaque el empleo de miles de maestros. Se tendrá que derrumbar el fetiche de la evaluación —como la piedra mágica que cambiará el sistema educativo del país— y se tendrá que abrir espacio a un nuevo modelo educativo. Queda la lección para los tecnócratas: no se pueden cambiar las reglas del juego desde un escritorio sin conocer el país.

Otra de las piezas que no ha tenido una respuesta inteligente del gobierno es la crisis de derechos humanos que desde hace años destruye al país. El tema es permanente y se ha documentado y denunciado por los organismos internacionales de Naciones Unidas y por organizaciones nacionales e internacionales de derechos humanos. De forma reciente un grupo de congresistas en Estados Unidos expresó su preocupación. Hay que señalar que Estados Unidos debería asumir parte de la responsabilidad por el tráfico de armas que viene del norte.

El panorama en materia de corrupción no mejora. Ahí están los tres gobernadores del PRI, Chihuahua, Veracruz y Quintana Roo, que dejan marcas de gran calado sobre lo que es un mal gobierno. El fantasma de la Casa Blanca se vuelve a activar con el reciente reportaje que hizo el diario The Guardian sobre otro posible conflicto de interés por unos departamentos en Miami en donde está involucrada la esposa de Peña Nieto. De nuevo la sospecha ante un mecanismo similar: amigos, intereses y un inmueble.

Con esa desaprobación imparable de un presidente atorado en sus inercias de poder, le será muy difícil al PRI ganar en 2018…

Investigador del CIESAS

@AzizNassif

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