En cada sexenio se vuelve más pesada la segunda parte del periodo de gobierno. Los aires de final de sexenio se han instalado como un clima medio asfixiante que no tiene más remedio que esperar. El tercer Informe de Gobierno podría ser un momento para relanzar el proyecto, pero no se ve por ninguna parte esa voluntad. ¿Cómo legitimarse para lo que falta?

El reacomodo en el gabinete generó una gran cantidad de opiniones, pero todo se reduce a preparar el 2018. Peña va sobre el mismo proyecto y el mismo discurso, es decir, “poner en acción las reformas para tener buenos resultados”. Con el gabinete se hizo un ajuste de piezas para el tablero de la sucesión presidencial. Al más puro estilo del PRI de siempre, se abre la competencia para ver quién será el candidato, cuál es el cuadro sucesorio oficial. Pero, ¿qué pasará con el país en los próximos tres años? Eso es lo de menos, lo importante es la especulación y el tapado. Hay que entretenernos con el circo. No se conocen las capacidades de los nuevos secretarios y secretarias, pero eso también es lo de menos, los aparatos caminan solos y los pilotos hacen como que hacen. Las decisiones y el poder seguirán concentrados en una mesa de tres o cuatro personas, lo demás es para legitimar decisiones.

El gobierno de Peña llega con malos números al tercer Informe, no sólo con una mala percepción y muy baja aceptación ciudadana, sino con los datos duros de una economía que no crece, una política con una gobernabilidad deshilachada, una descomposición social que sigue su curso, un estancamiento de la pobreza (uno de cada dos mexicanos son pobres) y una desigualdad que sigue al alza como la espuma (los mismos ricos de siempre, pero muchísimo más enriquecidos). El mundo real de los ciudadanos tiene poco que ver con la propaganda oficial que habla de los grandes logros del sexenio: el mundo del salario mínimo de 70 pesos diarios que hace que la pobreza sea igual a la de 1992, como dice Coneval; el de la informalidad como única alternativa laboral para el 60 por ciento de la PEA; el de las clínicas públicas que no tienen medicinas; el de la escuela primaria que no tiene ni agua, ni pupitres; el de los periodistas asesinados por hablar de los temas vetados del crimen organizado; el mundo informativo que cada vez tiene menos espacios noticiosos sin línea oficial; el de la impunidad del 98 por ciento que impide la justicia.

Por todos los medios de comunicación se transmite la propaganda de una gestión exitosa que “mueve” al país. Sigue viva la vieja inercia de los informes de gobierno que acumulan cifras y datos sobre nuevas clínicas, más afiliación al Seguro Popular, miles de nuevos kilómetros de carreteras y una larga lista de números —anunciados mediante spots de radio y televisión y en páginas de diarios— que tienen como objetivo decir lo que ha hecho muy bien el gobierno.

Ahí quedan arrinconados los expedientes que dan por resueltos casos que siguen abiertos, pero cuya justicia no llegó y ya acumulan el polvo del olvido oficial: Tlatlaya, Ayotzinapa, Apatzingán, etcétera. La casa blanca terminó en la ridícula exoneración de un funcionario hacia su jefe. Las reformas sirven para los discursos, pero no hay buenos resultados. La reforma política terminó con una institución más capturada, con una fiscalización que no funcionó y con un expediente de impunidad al Partido Verde. La reforma de telecomunicaciones no generó un espacio más plural, seguimos con el duopolio televisivo y los medios públicos siguen sin ser contrapeso. El cuadrante de la radio se ha empobrecido sin la voz de Carmen Aristegui, que pronto cumplirá seis meses de haber sido despedida. Según Zeta, Peña supera a Calderón, van 57,410 homicidios dolosos en este sexenio (Proceso #2026). La economía no crece por el mismo modelo; el petróleo vale cada vez menos y la moneda se devalúa de forma incontenible. Pronto llegará el anuncio de los recortes presupuestales para 2016, pero viviremos una extraña austeridad que no tocará los privilegios de la alta burocracia y el manejo opaco de los millones en el Congreso de la Unión.

Los discursos y la publicidad no tapan el mal gobierno. ¿Cómo legitimarse cuando faltan 3 años?

Investigador del CIESAS.

@AzizNassif

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