Juan Brunetta selló el destino. Tigres empató 1-1 con Cruz Azul y con el 2-2 global avanzó a la final del Apertura 2025, cumpliendo con la lógica que desde el primer capítulo los colocaba como favoritos. Hoy, más que nunca, los felinos se comportan como un grande, un equipo que impone, que avanza con autoridad y que elimina sin titubeos.
La estrategia de Larcamón intentó romper el guion esperado. Sacrificó a José Paradela y a Charly Rodríguez para buscar sorpresa sobre el mediocampo de Guido Pizarro. Y aunque por momentos, la Máquina mostró un rostro nuevo, atrevido y competitivo, la estructura no resistió la exigencia. Tigres esperó, midió y golpeó en el momento justo.
Las primeras oportunidades fueron celestes y el ambiente parecía pintar para algo distinto. Nahuel Guzmán sostuvo el muro con reflejos de un felino. Cruz Azul estuvo cerca del gol temprano, pero el destino guardaba un libreto que solo el universitario entendería. La paciencia fue su arma.

Al minuto 27, André-Pierre Gignac sirvió de tacón para habilitar a Brunetta, que definió ante Andrés Gudiño y apagó de un soplido el ímpetu cementero. El Volcán rugió, la Máquina se partió emocionalmente y el partido se volcó al territorio psicológico, donde Tigres se mueve con naturalidad. Ahí comenzó la desesperación.
Larcamón se fue perdiendo entre reclamaciones, gestos y desgaste emocional. El planteamiento que prometía fue diluyéndose entre la urgencia y la imprecisión. Cruz Azul, otra vez, quedó corto en el momento grande y las dudas crecen rumbo a la Intercontinental. Su discurso, antes convincente, hoy se tambalea.
Para la segunda mitad, Tigres cerró el puño. Mejoró la posesión, aceleró donde debía y tocó cuando el reloj exigía calma. Diego Lainez firmó una eliminatoria de jerarquía, distribuyendo, generando espacios y jugando a un solo toque. El ajuste fue quirúrgico.
El penal que pudo cambiar la historia se quedó en nada. El ‘Toro’ Fernández falló desde los once pasos y Nahuel volvió a ser gigante, deteniendo el balón y cualquier atisbo de reacción celeste. Su nombre retumbó en el Volcán como símbolo del equipo que no tiembla.
Antes del silbatazo final, Sánchez Purata cometió un error y metió el balón en su propia puerta, dejando sin reacción a Nahuel. El tiempo ya no le dio a Cruz Azul para reaccionar .
Hoy Tigres es finalista, grande por convicción y por resultados. Enfrentará a Toluca en una final inédita con Guido Pizarro viviendo su primera cita como técnico. Cruz Azul, por su parte, ya piensa en la Intercontinental, viajará a Qatar para enfrentar a Flamengo y deberá encontrar respuestas antes de que el derrumbe sea total.