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París.— Francia lanzó ayer un concurso internacional para determinar si hay que reconstruir, y cómo, la aguja de Notre Dame, destruida el lunes pasado en un incendio, como parte de un ambicioso proyecto para renovar la emblemática catedral de París, que ya ha recaudado más de 800 millones de euros en donaciones.

El anuncio realizado por el gobierno se sumó a la pregunta planteada por muchos: ¿debe ser restaurada la célebre aguja tal y como era o darle un toque moderno?

El presidente Emmanuel Macron prometió que Notre Dame será reconstruida en cinco años y nombró a Jean-Louis Georgelin al frente de los esfuerzos de reconstrucción, que apoyarán todos los ministerios, especialmente el de Cultura.

“La competencia internacional nos permitirá plantear la duda sobre si deberíamos recrear la aguja tal y como fue concebida por Viollet-le-Duc, o si, como ocurre a veces en la evolución del patrimonio, deberíamos dotar a Notre Dame con una nueva aguja que refleje las técnicas y desafíos de nuestra era”, dijo el primer ministro, Édouard Philippe.

Mientras Philippe hablaba, los bomberos usaban una grúa para colocar fijaciones para estabilizar un pináculo afectado por las llamas que alberga una de las históricas vidrieras con forma de rosetón de la catedral, que data del siglo XIII.

No existe peligro inmediato de que la estructura pueda derrumbarse, pero las estatuas fueron retiradas para reducir el riesgo, afirmó el portavoz de los bomberos. “Hoy no hay riesgo de derrumbe. Nuestra prioridad es estabilizar los pináculos, que están debilitados, ya que no están sujetos ya por el tejado y su marco”, dijo el teniente coronel Gabriel Plus.

Asimismo, causaba preocupación la gigantesca estructura de andamios erigida antes del incendio para los trabajos de reparación de la aguja de 90 metros y que estuvo sometida a un intenso calor, señaló Plus.

Pero la urgencia del plazo de cinco años que fijó el presidente Macron para reconstruir Notre Dame no es la misma que plantean los arquitectos, quienes abren una reflexión sobre la conveniencia de no limitarse a reproducir de forma idéntica materiales y técnicas medievales.

“Para nosotros, el objetivo no es ir lo más rápido posible”, al tratarse de un edificio que debe durar siglos, explicó el presidente del Colegio de Arquitectos francés, Denis Dessus.

Labores inmediatas. En vísperas de la Semana Santa, los católicos rindieron homenaje a su templo herido haciendo tocar las campañas de todas las catedrales del país.

El bullicio en los alrededores de la iglesia, totalmente acordonada, contrastó con la minuciosidad con la cual los especialistas se obstinaban en sostener los puntos más sensibles.

Aunque la jornada fue soleada, sin apenas viento, urgía apuntalar el frontispicio norte del transepto que, de caer hacia el interior, podría provocar enormes daños en la catedral, y hacia el exterior, las afectadas serían las viviendas vecinas del barrio de la Isla de la Ciudad, separadas del templo por una estrecha callejuela.

Ayer, unos 70 bomberos continuaban desplegados en la catedral en esta fase de vigilancia, en la que expertos comenzaron a evaluar los daños y, sobre todo, cuáles son los riesgos de que haya un derrumbamiento o de que el fuego rebrote en algún sitio.

Este proceso ha retrasado las labores de evaluación de los daños sufridos en el patrimonio artístico que sigue dentro del templo. La investigación para determinar las causas de la catástrofe continúa.

Organizar la ayuda. De la reunión del Consejo de Ministros salió un proyecto de ley para organizar las donaciones, que se beneficiarán de mayores exenciones fiscales y que se canalizarán de forma que “cada euro pagado para la reconstrucción sirva para eso y no para otra cosa”, dijo el primer ministro, Édouard Philippe, quien indicó no tener una estimación del costo que podrían conllevar las obras.

En total, se han recolectado ya unos 850 millones de euros para salvar Notre Dame, la mitad de ellos procedentes de los bolsillos de las tres principales fortunas del país, lo que ha generado una polémica sobre los eventuales motivos ocultos por los que lo hacen.

La enorme cifra ha hecho recordar la tragedia que vivió el Museo Nacional de Rio de Janeiro el año pasado, pues a casi ocho meses todavía lucha por aumentar los 280 mil dólares recaudados para la remodelación.

“Estamos muy satisfechos con la reacción extremadamente positiva de la sociedad francesa y nos da esperanza de que, siguiendo ese ejemplo, las empresas brasileñas comiencen a enviarnos sus donaciones”, dijo Alexander Kellner, director del Museo Nacional de Rio.

***Con información de agencias

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