Gabriela Ortiz (Ciudad de México, 1964) es una de las compositoras más importantes del país y sigue abriendo camino en la escena internacional. Recientemente ha sido comisionada por la Filarmónica de Nueva York, una de las más importantes del mundo, para escribir una obra sobre la vida de Clara y Robert Schumann. Una pieza en la que, cuenta, no sólo explorará la relación de estos genios de la música, también será una declaración de principios en torno a la .

Además, Ortiz, Premio Nacional de Artes y Literatura 2016, también ha sido comisionada por la Filarmónica de Los Ángeles para escribir un Concierto para violín, a estrenarse en 2022, con María Dueñas como solista y con Gustavo Dudamel en la dirección. Y para otra obra para la orquesta de Cincinatti.

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También es parte de la Iniciativa Musical Panamericana (PAMI, por sus siglas en inglés) de la Filarmónica de los Ángeles, que formará parte de la temporada 2021/22 y que significa el regreso a los escenarios tras 19 meses cerrado debido a la pandemia.

Pese a las buenas noticias, dice, el panorama en México le produce angustia y desconcierto, pues no sólo no observa un proyecto de reactivación artística, sino que el cierre de espacios puso en jaque a los músicos independientes. “Si el enfoque de la cultura está centrado sólo en el Proyecto Chapultepec, entonces me angustia y no lo entiendo. No sé cómo vamos a arrancar”, dice.

"Las mujeres podemos componer, nos ha costado mucho trabajo, ha sido una lucha muy difícil por la equidad, pero en eso estamos. Soy prueba de que sí se puede”.

¿En qué consiste el proyecto con la Filarmónica de Nueva York?

Es una de las orquestas más importantes de Estados Unidos y del mundo. Desde que era estudiante era un sueño trabajar con ellos, me preguntaba si tendría la oportunidad y ya llegó, estoy muy emocionada. Estoy muy agradecida, entre otras cosas, porque hasta donde sé, el último compositor mexicano que fue comisionado para esta orquesta fue Carlos Chávez.

¿Qué es lo que quieres decir con esta obra?

Me han encargado una obra en la que pueda explorar la relación entre Clara y Robert Schumann. Gustavo Dudamel estará en una residencia de dos semanas con la Filarmónica, se interpretarán las cuatro Sinfonías de Shumann. En un programa, las primeras dos y el estreno de mi obra. He estudiado a Clara, una gran pianista y gran compositora. Dejó de componer a los 36 años, en un escrito explicó que las mujeres no teníamos derecho a componer y por qué ella tendría que ser la excepción. Me quedé helada. Mi obra es una respuesta a Clara, las mujeres podemos componer, nos ha costado mucho trabajo llegar hasta donde hemos llegado, ha sido una lucha muy difícil por la equidad, pero en eso estamos. Soy prueba de que sí se puede y le quiero decir que estoy haciendo el esfuerzo. Por otro lado, Robert le llevaba muchos años a Clara, tenía problemas muy fuertes, se quiso suicidar, pasó sus últimos años en un hospital psquiátrico y Clara no lo pudo visitar. Esta compleja relación también estará plasmada en mi obra. Finalmente quiero traerlos a mi mundo, es decir, nosotros solemos pensar que para hablar de ellos tenemos que mirar a Europa, yo quiero ver qué pasa si ellos vienen a América, quiero que estén en mi mundo y en mi imaginario sonoro.

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Alguna vez me dijiste que Clara no pudo tener la obra de Robert porque, entre otras cosas, tuvo ocho hijos.

Imagínate la locura. Sigo pensando que ese fue uno de sus impedimentos, pero ahora pienso que le iba bien, es decir, ella fue tan buena pianista que daba muchos conciertos, fue una mujer longeva, tuvo una relación con Brahms y le ayudaba a tener conciertos, ella podía solventar sus gastos.

Eres ejemplo de que sí se puede, ¿pero las mujeres de nuestro tiempo siguen con esas mismas dificultades?

“La cultura es mucho más que Cultura comunitaria de la 4T”: Gabriela Ortiz
“La cultura es mucho más que Cultura comunitaria de la 4T”: Gabriela Ortiz

¿El género tiene o no que ser un factor para ser parte de proyectos?

He dicho muchas veces que es terrible que te excluyan por ser mujer o que te incluyan sólo por el hecho de ser mujer. Sería genial no hablar de estos temas, sino de cuestiones artísticas, pero no pasa, estamos lejos de llegar a la equidad. Es escandaloso que la Ópera de Viena haya estrenado una ópera de una mujer hasta el siglo XXI y para que el MET pusiera una ópera de una mujer pasaron 100 años. Empecemos por abrir oportunidades, quizá no todas las obras tengan la calidad artística, pero eso lo dirá la historia. Las instituciones deben tener responsabilidad con sus entornos. En este sentido, ¿dónde está México? México tiene que hacer lo propio con sus compositores. La Ópera de Bellas Artes tendría que estar estrenando óperas de compositores vivos... la historia dirá si son o no geniales.

¿Crees que no lo hace porque están aferrados a que el público sólo quiere siglo XIX?

Hay algo de eso. El público más cerrado y anacrónico es el de la ópera. Se anunció que Dudamel será el director de la Ópera de París y en una página de Facebook cuestionaron su experiencia, no vieron que por primera vez estaban poniendo en juego a un director latinoamericano, que claro que tiene experiencia y que está pensando en la inclusión de compositores vivos.

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¿Y la responsabilidad institucional?

Es que no hay grupos colegiados para estas cosas, en Los Ángeles hay gente experta. Aquí me da la impresión de que las decisiones las toman los funcionarios. Si a esto le sumamos la burocracia sindical, se vuelve un relajo.

Con la pandemia de Covid se ha dado un discurso sobre la importancia de los artistas, ¿el discurso empata con los hechos?

Claro que no, son sólo discursos. Los grupos independientes la están pasando muy mal, sé de casos que están a punto de la extinción. Por ejemplo, Onix y Tambuco no tienen nada en puerta y, como ellos, muchos más. Seguramente ocurre lo mismo en otras disciplinas. Lo poco que se está dando viene de los grupos subsidiados por Bellas Artes. Tambuco, el grupo pionero que construyó un repertorio de percusión, algo muy importante para este país, está completamente abandonado. Alemania, por ejemplo, no dejó a la deriva a sus artistas. Pero en un país donde no hay medicinas para niños con cáncer, quién se va a preocupar por un grupo de percusiones. Es terrible.

"Alemania no dejó a la deriva a sus artistas... pero en un país donde no hay medicinas para niños con cáncer, quién se va a preocupar por un grupo de percusiones. Es terrible”.

Los subsidiados tampoco han hecho mucho.

No sé si lo que falta es inventiva. Hay orquestas que empezaron a hacer cosas súper interesantes, siguieron apoyando a artistas, a compositores, pero aquí qué, ¿unos cuadritos de súper para escuchar el Huapango?, ¿no se les ocurrió algo más interesante? Yo pregunté qué pasaba y me dijeron que no podían hacer muchas cosas por cuestiones sindicales, pero no quiero decir más porque no conozco cómo operan al interior. En Los Ángeles hicieron muchas cosas, la Sinfónica de San Diego hizo también cosas padrísimas. Tuvieron ganas, pero sobre todo visión de apostar por el arte contemporáneo.

Esta gran pausa debido a la pandemia, ¿confirmó o renovó tu entusiasmo?

Había estado muy cabizbaja, pero en el extranjero ya empiezo a ver movimiento. Pero aquí, Onix tenía un proyecto con Ana Lara... Se canceló. No veo el futuro aquí, me angustia mucho. Soy mexicana, me preocupa mi país. Yo veo a Alejandro (Escuer) y veo cómo sufre Onix y todos mis colegas, le están buscando por todos lados y nada se concreta. Tengo un hoyo en el estómago, en México todo sigue siendo muy incierto. Entiendo que este gobierno apuesta por la Cultura Comunitaria, pero la cultura es mucho más, no veo un proyecto nacional, no lo veo. Y si el enfoque de la cultura está centrado también sólo en el Proyecto Chapultepec, entonces me angustia y no lo entiendo. No sé cómo vamos a arrancar. Espero que pasando la pandemia haya una verdadera reactivación y haya apoyos para todos, que se retomen los festivales, pero en este momento no lo veo.

TRAYECTORIA
Gabriela Ortiz (1964) es una de las compositoras mexicanas más reconocidas
 Pertenece a una generación que ha hecho presente la voz de la mujer en la música de un modo radicalmente nuevo.
 Discípula de Federico Ibarra y de Mario Lavista, es egresada de la Escuela Nacional de Música y del Taller de Composición del Conservatorio Nacional.
Es académica en la UNAM, compositora e invitada a festivales de todo el mundo. 
En su obra hay ópera, música de cámara y para instrumentos solistas con orquesta.
Premio Nacional de Artes y Literatura 2016.