Ante la pregunta de si existe suficiente sustento ideológico para consolidar el nacionalismo que promueve la 4T, aseguró que hay que esperar al menos una década: “Lo que estamos viendo ahorita son los síntomas, las señales; el diagnóstico no es promisorio, pero por supuesto la autopsia tiene que esperar un poco más de tiempo”; y ante la inquietud de cómo hacer contrapeso ante ese nacionalismo que se impone, Sheridan recurrió a la respuesta que el poeta Jorge Cuesta dio a sus adversarios durante la polémica de 1932 sobre la libertad creadora.

“La única respuesta factible, posible, es tolerar; que México es ancho, que la calle es de todos. Son dos frases muy hermosas: la calle ahora es de todos… esencialmente la respuesta es esa: la calle es muy ancha y en el país caben todos. Es la única respuesta inmediata que se puede dar”, dijo el intelectual durante la charla “Guillermo Sheridan. El nacionalismo y los intelectuales", dentro del ciclo Diálogo, ciencia y cultura, en la que sostuvo una conversación con David Huerta, Antonio Lazcano, Nicolás Echeverría, Sergio Raúl Arroyo, Graciela de la Torre y Bolfy Cottom .

Sheridan habló del nacionalismo que impulsó el Estado mexicano posterior a la Revolución Mexicana y la labor que jugó el la cultura y la ciencia; pero en todo momento había una resonancia al nacionalismo actual, llamado descolonialismo , que dijo impulsa el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador y que es una continuidad del nacionalismo revolucionario.

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“Me interesa la forma en que el nacionalismo parece estar reivindicándose ahora en estos días, llenos de moralidad, de un tipo de moralidad que muchas veces se esboza como la voluntad agrupada de la nación, la nación es la que pone la medida moral de las cosas y su vocero, en este caso el Supremo Presidente, es la medición final de esa moral, hacia la que convoca cotidianamente al pueblo”, señaló Sheridan.

El ensayista e investigador aseguró que en este 2021 "vivimos un culto de la transformación política, social, religiosa o moral que vuelve a incorporar el discurso del nacionalismo" en las áreas en las que esto suele discutirse, es decir, las áreas de la cultura, la cultura popular, las artes y las letras, y desde luego las ciencias.

“Es decir, incorporar una idea del pensamiento y del conocimiento nacional a un proyecto político de la mano de otros valores, por ejemplo, la idea de que ser nacional tiene que ser popular, la idea de que por ser popular tiene que ser accesible, la idea de que por ser accesible tiene que estar comprometida con una realidad inmediata, con realidades educativas, formativas, que fortalecen esa nacionalidad”, afirmó.

El colaborador de EL UNIVERSAL señaló que en nuestro días el nacionalismo se llama de una manera diferente porque es una palabra que “el Supremo Presidente no suele emplear” y no es una palabra favorita del “diccionario tabasqueño”, sino que usa una “muy curiosa” que es descolonización, que Sheridan, señaló: es una forma nueva de decir nacionalismo pero con un recurso retórico inverso, es decir no estás en pro de la nación sino en contra de algo, estás en contra de la colonización que es una manera de decir que están en pro de la nacionalidad.

“Aceptemos que cada vez que se dice la palabra descolonizar estamos entendiendo que de lo que se trata es de un impulso nacionalista. Hay una exaltación evidentemente del pasado y de las culturas originarias en donde según el Presidente de la República se encuentra el gran depósito, las grandes reservas morales y espirituales de la nación”, aseguró.

Sheridan explicó que el nacionalismo se convierte en una puesta en escena de un debate ideológico cultural donde lo que está en juego es lo que antes se llamaba “la discusión sobre la revolución, y ahora se llama la discusión sobre la transformación” y que en esta especie de nuevo nacionalismo, se activan procedimientos y maneras de obrar que tuvo el nacionalismo mexicano clásico.

“Desgraciadamente tenemos que reconocer que la discusión sobre nacionalismo en México ya tiene rango de clasicismo, es una discusión que llevamos haciendo y acometiendo, en diferentes momentos y con diferentes grados de intensidad desde hace por lo menos 250 años. Esta es una especie de reciclaje que siempre ha existido en México porque como buena nación insegura que somos vemos en el nacionalismo una infaltable vitamina, una certidumbre”, señaló Guillermo Sheridan.

El investigador de la UNAM dijo además que hay una continuación con el pasado, entonces el nacionalismo cambia de gesticulación, cambia de diccionario, cambia de manera de convertirse en política de Estado o en política cultural , pero lo que no cambia en su esencia, incluso está hoy en 2021, es la idea de que el nacionalismo resguarda de la intervención foránea, nos protege del desvirtuamiento cultural y que el Gobierno asume que es el guardián y el vigía de la verdadera nacionalidad.

“Sus editoriales, el Fondo de Cultura Económica, esencialmente es el vigilante y el promotor y el difundidor de lo que la Patria realmente imagina ya escrito de sí mismo”, y también está el desdén a los “extranjeros internos”

Otros ingredientes que están activos hoy en día, dijo Sheridan, es el intelectualismo , el aborrecimiento del experto, el aborrecimiento del científico, que está por ser un experto y por ser una persona dotada de un entendimiento superior, porque el nacionalismo implica que la gente no necesariamente está ni preparada ni educada ni tiene un tipo de conocimiento superior, un conocimiento que puede ser superior en términos valorativos.

“El nacionalismo funciona esencialmente sobre una base simplista bastante maniquea en el sentido de que hay víctimas y hay villanos y México siempre se ha sentido mucho más cómodo en el papel de víctima que en el papel del análisis de la villanía”, aseguró el estudioso de la obra de Octavio Paz, Ramón López Velarde y de los poetas del grupo de Contemporáneos.

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