El representativo hallazgo del en el número 24 de la calle de Guatemala del mantiene a los investigadores trabajando y, más importante, obteniendo nueva información sobre la cosmovisión de los mexicas y su cercana relación con el sacrificio, la naturaleza y con Huitzilopochtli, deidad asociada a la guerra y al sol.

Fue hace 10 años que un grupo de arqueólogos liderados por el investigador Raúl Barreda halló una parte de la Gran Hilera de Cráneos (como también se le conoce a este vestigio), usado para exhibir cráneos de los sacrificados y cuyo propósito era honrar al dios mexica de la Guerra.

Tras una década de investigaciones, hoy se sabe que no sólo eran varones los sacrificados para formar parte del Huei Tzompantli, sino que había mujeres y niños, así lo detalla Raúl Barreda en entrevista con, quien se mantiene al frente del Proyecto de Arqueología Urbana del Instituto Nacional de Antropología e Historia ().

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Barreda dice que lo que han podido investigar es una muestra del total del Huei Tzompantli, ya que él y su equipo sólo han explorado la esquina noreste, una sección de todo el edificio, no obstante, esto les ha permitido ubicarlo espacialmente con relación al Templo Mayor.

En la torre de cráneos de esquina noreste de la construcción se hallaron y registraron durante dos temporadas de campo 655 cráneos, de los cuales se seleccionaron 214 para estudiarlos.

Hasta el momento se determinó que 46% de los restos analizados pertenecen a varones; 36% a mujeres; 16% no fue posible identificar, y 2% corresponde a cráneos de infantes, lo que revela la complejidad de los sacrificios en la época prehispánica en Tenochtitlan.

El arqueólogo Raúl Barreda, líder del grupo de investigadores; y Lorena Vázquez, jefa de campo durante los trabajos de excavación hace 10 años. Foto: INAH
El arqueólogo Raúl Barreda, líder del grupo de investigadores; y Lorena Vázquez, jefa de campo durante los trabajos de excavación hace 10 años. Foto: INAH

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Barreda detalla que la sección que analizaron del Huei Tzompantli corresponde a una de las estructuras o torres circulares que conformaban todo el adoratorio y que medía 4.70 metros de diámetro.

“No conocemos las dimensiones exactas del Huei Tzompantli, consideramos que tendría alrededor de 36 metros de longitud por unos 36 metros de ancho; su centro hoy estaría justo en el centro de la calle Guatemala”, explica Barreda.

Dentro de los hallazgos destaca también la plataforma del edificio, que no era de gran altura y estaba construida con estuco y sillares de tezontle.

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Tarea de grandes proporciones

Tras una década de este sorprendente hallazgo, las investigaciones de gabinete continúan.

Uno de los mayores enigmas del Huei Tzompantli es conocer quiénes eran los individuos que fueron sacrificados y cuyos cráneos fueron colocados en esta gran estructura.

Para determinar esta información, el INAH trabaja con dos universidades extranjeras para obtener datos precisos como la ubicación, cronología y movilidad de los individuos, a través del análisis de isótopos estables, un trabajo que se realiza en cooperación con la Universidad de Georgia, en Estados Unidos.

Actualmente se analizan en esta institución 83 cráneos para estudiar sus isótopos de carbono, oxígeno y estroncio, contenidos en el primer molar de los cráneos que lograron conservarlo, detalla Barreda.

El arqueólogo Raúl Barreda, líder del grupo de investigadores; y Lorena Vázquez, jefa de campo durante los trabajos de excavación hace 10 años. Foto: INAH
El arqueólogo Raúl Barreda, líder del grupo de investigadores; y Lorena Vázquez, jefa de campo durante los trabajos de excavación hace 10 años. Foto: INAH

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“Los isótopos nos van a servir para conocer, sobre todo, el lugar de nacimiento, eso queremos saber primero; queremos ubicar en qué región de Mesoamérica nacieron, dónde vivieron, y si fueron traídos”, explica el arqueólogo.

Otro estudio lo realiza el Instituto Max Planck, en Alemania, en el que se analizan muestras de ADN antiguo, cuya finalidad es obtener información acerca del contexto de estos cráneos.

“Se realizan estos estudios para saber de qué momento son (los cráneos), y para tener toda esta nueva información y correlacionarla con la fuente histórica que contamos, que también es una información muy importante, y que podremos conectar y comparar para llegar a algunas conclusiones”, explica.

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Por lo pronto, el especialista recurre a las fuentes y a los códices para dar algunas hipótesis acerca de qué mujeres fueran sacrificadas y sus cráneos colocados en el Huei Tzompantli.

Añade que los resultados actuales son solo estadísticas y que estas cambiarán de acuerdo con los avances en las investigaciones.

“Otros cronistas como son Fray Bernardino de Sahagún, Fray Diego Durán, ellos sí mencionan que se hacían sacrificios de mujeres, a diferencia de las primeras fuentes que son las de los conquistadores. Pero en el caso ya de los cronistas religiosos y las fuentes indígenas hacen referencia a que sí se sacrificaban mujeres”, detalla.

La suposición actual es que dichas mujeres eran personas relacionadas con la guerra, y que fueron capturadas en otros lugares junto con varones. “Seguramente participaron en la guerra en otras regiones y fueron capturadas, trasladadas y sacrificadas como regalos hacia el dios de la guerra”, abunda.

Recreación de la estructura y disposición del Huei Tzompantli. Foto: INAH
Recreación de la estructura y disposición del Huei Tzompantli. Foto: INAH

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Pero matiza en que no todos los sacrificios eran de personas guerreras, sino que también habría esclavos. “Pudo haber esclavos, sí, personas que fueron compradas y cuyo destino era ser sacrificadas para el dios de la guerra, y, quizá, otros fueron traídos como pago de tributo a la Triple Alianza, así que provienen de diferentes regiones, y justo eso es lo que estamos investigando”.

Raúl Barreda explica que la torre circular que encontraron y de la cual se extrajeron los cráneos para su estudio puede contener restos de los representantes de Huitzilopochtli, personas que durante un año representaban a la deidad y eran sacrificados en las temporadas de festividades.

“Esta persona tenía todos los atributos, la vestimenta de Huitzilopochtli, lo vestían y lo veneraban como si estuvieran viendo al dios, pero en vida. Finalmente, esta persona, cuando se venían las fiestas de Huitzilopochtli en diciembre, era sacrificada y su cráneo era colocado en la empalizada. Posteriormente estos cráneos eran bajados de la empalizada y eran colocados en estas torres de cráneo, de las que creemos que hay dos, la que estudiamos y otra paralela”, apunta.

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Templos generadores de vida

Los tzompantli no son exclusivos del área central, sino que se han encontrado en toda Mesoamérica. Para Barreda, estos sitios eran sumamente sagrados y concebidos como templos generadores de vida.

“Eran sitios para dar vida, donde se sembraban las semillas de la vida, y estas semillas eran los cráneos humanos, así se concebían en su época, el semillero era el tzompantli; en el caso de los mexicas, ellos estaban asegurando su existencia al colocar los cráneos en el Huei Tzompantli, su equilibrio, su próspera relación con la naturaleza y el universo”, agrega Barreda.

Actualmente, el Huei Tzompantli de Guatemala 24 se encuentra en observación para asegurar su permanencia y se trabaja en proyectos para garantizar su preservación.

Por ahora, los investigadores suponen que las mujeres sacrificadas estaban relacionadas con la guerra. Foto: INAH
Por ahora, los investigadores suponen que las mujeres sacrificadas estaban relacionadas con la guerra. Foto: INAH

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El arqueólogo explica que para los mexicas la muerte era algo necesario que daba paso a la vida. “Estaban convencidos que el sacrificio era necesario, porque a través de la muerte llegaba la vida y el mundo seguía existiendo; la sociedad mexica era muy avanzada, había escuelas, comercio, la ciudad era muy limpia y ordenada”.

Sin embargo, el Huei Tzompantli sí llegó a ser una muestra de poder y sometimiento para las otras ciudades, luego del avance de Tenochtitlan en sus conquistas de diversos pueblos que terminó con la llegada de los españoles, cierra Raúl Barreda.

“Debemos entender el sacrificio en su contexto, no fue solo Mesoamérica, es algo que ha pasado en todo el mundo”, concluye.

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