La pregunta puede resultar un poco engañosa. Algo que es conveniente es lo que favorece la realización de un objetivo. No es una propiedad inherente de una cosa, sino de su relación funcional con el propósito.

Sin embargo, la generosidad, así como la prudencia, la justicia y la fortaleza, es una virtud inherente al ser humano. La mayoría de las corrientes filosóficas reconocen estas virtudes.

En todo caso, a lo que nos ayuda la generosidad es a llevar una vida más plena y feliz. Porque quien no es generoso no priva a nadie más de nada. Se priva a sí mismo de la satisfacción de una buena obra, de haber ayudado cuando era necesario. De haber dejado una huella positiva en el mundo.

En nuestra especie coexisten el impulso a la cooperación y el impulso a la competencia. El problema es que en la actualidad se privilegia el individualismo y la competencia, por encima de la colaboración y la bondad. Hemos aprendido que, para lograr tener éxito en la vida, hay que sobresalir por encima de los demás, aunque sea pisándolos.

Hay muchas personas que piensan que las relaciones humanas son un juego de suma cero. Para que uno gane, el otro debe de perder. Prefiero pisar que ser pisado.

Sé que muchas personas no estarán de acuerdo, pero me parece que nuestra mexicana tradición de la piñata da a los niños un mensaje equivocado. Cuando se rompe la piñata, los niños se arrojan sobre los dulces que han caído al suelo, a intentar tomar la mayor cantidad posible. Sabemos que usualmente el más gandalla (el que saca partido de todo, sin consideración ni respeto por los demás) es el que se lleva más dulces.

En un experimento similar en algunas regiones de África, como Zimbabue, Zambia, Mozambique y Botsuana, los niños no se arrojaron a los dulces, sino que fueron todos en orden y respeto a repartirlos entre todos. Esa es la filosofía Ubuntu, que significa: “Yo soy porque nosotros somos”. Ubuntu enfatiza que la esencia de una persona se construye a través de sus relaciones con los demás.

Adam Grant, una de las voces más influyentes en estudios sobre motivación y trabajo colaborativo.  Crédito: knowledge.wharton
Adam Grant, una de las voces más influyentes en estudios sobre motivación y trabajo colaborativo. Crédito: knowledge.wharton

Este es un tema que analiza de manera apasionante el psicólogo organizacional y profesor de la escuela de negocios Wharton de la Universidad de Pensilvania, Adam Grant, en su libro Dar y recibir, publicado por editorial Océano.

Grant, quien es reconocido como uno de los pensadores más influyentes en gestión y liderazgo, explora cómo diferentes estilos de reciprocidad influyen en el éxito profesional y personal.

Identifica tres estilos principales:

  • Givers (donantes): personas que contribuyen a los demás sin esperar algo a cambio.
  • Takers (receptores/tomadores): quienes buscan obtener más de lo que dan.
  • Matchers (equilibradores): buscan un balance que les parezca justo. Están dispuestos a dar “si y solo si reciben algo a cambio”.

Debido a la tendencia al individualismo a la que me referí antes, la mayoría de las personas pensarían en primera instancia que por supuesto los tomadores tienen más éxito que los donantes.

Sin embargo, el profesor Grant nos muestra a través de una serie de ejemplos de la vida real, cómo a largo plazo son precisamente los donantes quienes tienen más satisfacción y éxito en la vida.

El psicoanalista, filósofo humanista y sociólogo alemán, Erich Fromm, quien fue una de las figuras más influyentes de la psicología del siglo XX, dijo que: “La felicidad no está en poseer, sino en dar.”

Grant explica también cómo los donantes construyen redes más amplias y de confianza. Recientemente escribí sobre las investigaciones de Angela Duckworth y sobre cómo la pasión y la perseverancia son importantes predictores de éxito en la vida. Pues Adam Grant agrega un predictor más, que es la capacidad de establecer relaciones sólidas y basadas en la confianza con otras personas.

El ser humano es gregario por naturaleza. A lo largo de la evolución humana, la cooperación aumentó las probabilidades de conseguir alimento, protección y transmisión de conocimientos. Toda cultura humana, desde las más antiguas hasta las contemporáneas, se organiza en estructuras sociales: familia, tribu, aldeas, ciudades, naciones. Esto debido a que necesitamos vínculos afectivos, de reconocimiento y pertenencia.

El abogado, militar y escritor estadounidense del Siglo XIX, Albert Pike, dijo que: “Lo que hacemos por nosotros muere con nosotros. Lo que hacemos por los demás permanece y es inmortal.”

Démonos la oportunidad de practicar actos de generosidad, de ser, en el esquema de Adam Grant, más donantes y menos tomadores. Estoy convencido de que nos traerá más satisfacción, plenitud y felicidad en la vida.

Debido al periodo vacacional de diciembre, esta columna aparecerá de nuevo el 11 de enero. Sirvan estos días para reflexionar sobre los valores que guían nuestra vida, en particular sobre la generosidad y la gratitud.

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