Sin intervenir el conjunto escultórico de —La Fe, La Esperanza y La Caridad— con un mes de retraso y diversos pendientes, así concluirá, el próximo 31 de enero, la etapa de 2022 de las obras de restauración en la Catedral Metropolitana, que atendió principalmente los daños derivados por el sismo del 19 de septiembre de 2017.

Edificada desde la época de la Conquista y concluida por Tolsá en el siglo XVIII, la Catedral Metropolitana ha sufrido diversos daños a lo largo del tiempo. Destacan hundimientos diferenciales por inestabilidad del suelo lacustre de la Ciudad de México, así como daños en las estructuras de soporte de las torres, bóvedas y cúpulas por movimientos telúricos y por vibraciones provocadas por los conciertos y eventos masivos en la plancha del Zócalo.

En esta etapa que está por concluir y que tuvo una inversión de 54 millones de pesos y la participación del Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en los dictámenes previos y en la supervisión de las obras, la empresa encargada de la restauración actual, Escoda Técnicas de Arquitectura Monumental S.A de C.V., encontró daños que no se tenían registrados, entre los que destacan huecos, grietas, fracturas y otras afectaciones ocasionadas por intervenciones previas.

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Los daños se concentran en las dos torres campanario, así como en la bóveda principal y en la cúpula principal del recinto en el que laboran 140 trabajadores.

El director general de Sitios y Monumentos del INAH, el arquitecto Arturo Balandrano Campos, explicó a EL UNIVERSAL que las obras en la Catedral son de alta complejidad y reflexión, por lo que durante el actual periodo de intervención en sitio —que inició el 7 de septiembre pasado y concluirá el 31 de enero— el Instituto de Ingeniería de la UNAM, el INAH y la empresa Escoda mantuvieron en constante evaluación los daños no registrados, por lo que se tomó la decisión de ampliar el periodo de obra por un mes más.

De acuerdo con el funcionario, a pesar de que desde 2017 se realizaron diferentes diagnósticos para conocer los daños ocasionados por movimientos telúricos y hundimientos, la falta de un registro de intervenciones previas, así como la antigüedad de la Catedral y la complejidad de su construcción dificultaron los procesos de restauración, hecho que fue visible en esta etapa de intervención.

Con retraso y pendientes acaban obras en Catedral
Con retraso y pendientes acaban obras en Catedral
Con retraso y pendientes acaban obras en Catedral
Con retraso y pendientes acaban obras en Catedral
Con retraso y pendientes acaban obras en Catedral
Con retraso y pendientes acaban obras en Catedral

Respecto a los daños que se hallaron en procesos previos, el funcionario destacó una intervención realizada a finales del siglo XIX o principios del siglo XX, con cemento en una de las paredes de la cúpula principal, lo que provocó que las paredes cercanas absorbieran humedad, lo cual es peligroso para el material con el que está edificada parte de la Catedral Metropolitana.

Balandrano agregó que el cemento dañó la mampostería antigua debido a que absorbió el agua y deterioró los materiales de construcción originales del recinto religioso, lo que aceleró el deterioro de algunas de las paredes, hecho que se vio reflejado durante el sismo del 19 de septiembre de 2017 por las grietas provocadas en el movimiento telúrico de magnitud 7.7.

“Estas antiguas intervenciones tuvieron efectos en la construcción, encontramos algunos aplanados con cemento, dicho material está peleado con la mampostería antigua porque ésta tiene que transpirar las humedades, es peligroso porque la humedad es absorbida por la pared, la daña y también afecta a las pinturas murales de la cúpula, la humedad se expande”, agregó el funcionario.

Para revertir dichos daños se tuvo que retirar el cemento, proceso que no estaba contemplado en el proyecto original , y aplanar con cal, material que protege de la humedad a la mampostería antigua, y que fue usado también en la construcción del recinto.

Otra de las problemáticas que surgió fue el daño en las bases de las cruces ubicadas en la parte alta de ambas torres, daño que fue visible gracias a la instalación de los andamios, que permitió a los trabajadores llegar al punto más alto de ambas torres.

“Aunque no están rotas la cruces ni los orbes, las bases donde están posadas ambas cruces estaban fracturadas, eso no se veía a simple vista; esto implicó cambios en el proyecto original, por lo que decidimos cambiar ambas bases para que, en caso de un nuevo movimiento sísmico, las cruces no se caigan y resistan en su lugar”, reveló el funcionario.

Agregó que aunque en 2021 se realizó una intervención que atendió el sistema eléctrico y el sistema de pararrayos, éste último no funcionaba de manera adecuada, por lo que otro de los retrasos se provocó al atender dicho sistema.

Procedimientos

Balandrano explicó que los recursos ejercidos para finalizar la etapa actual son los de 2022, y aseguró que no hubo necesidad de pedir más dinero. “De acuerdo a las normas de la Secretaría de Hacienda tuvimos que terminar el 31 de diciembre pasado, así lo programamos; sin embargo, tuvimos que hacer un convenio modificatorio con la empresa, pedimos permiso a Hacienda para terminar de ejercer los recursos y para ampliar los plazos”.

Actualmente se trabaja en finalizar los aplanados de las zonas donde se retiró el cemento en varias paredes del conjunto, los últimos sellados de grietas en las torres y cúpula principal y en la colocación de una linternilla que tuvo que ser retirada para restaurar la cúpula principal.

Para sellar las grietas de las paredes de las torres, bóvedas y la cúpula principal se utilizó un procedimiento de inyección de argamasa (una mezcla de cal con baba de nopal, arena y agua, que también es conocida como lechada) en los muros para así crear un mayor soporte a las estructuras.

Durante el movimiento sísmico del 19-S, explicó Balandrano, se dañó parte de la argamasa que se colocó dentro de los muros desde su construcción y también en intervenciones previas, por lo que, básicamente, el procedimiento más importante en esta etapa de restauración fue la aplicación de la argamasa, que se colocó dentro de los muros en forma semilíquida y se solidificó hasta quedar dura como piedra.

Uno de los pendientes más representativos de esta etapa de restauración es la intervención del conjunto escultórico de Tolsá. De las tres esculturas, fue La Esperanza la que resultó con daño al caer de su base por el movimiento sísmico.

Arturo Balandrano dijo en octubre pasado que el proyecto para restaurar las esculturas se encontraba en la etapa final y que estarían listas para finales de 2022, sin embargo, reveló que el INAH sigue actualmente en dictámenes para la intervención de dichas piezas.

Las esculturas de Tolsá datan de hace 207 años y no han sido intervenidas desde que fueron dañadas por el sismo de 2017; actualmente yacen en uno de los patios de la Catedral a la espera de ser intervenidas.

Balandrano adelantó que en 2023 se realizará una nueva etapa de restauración que contemplará al trío escultórico de Tolsá, la intervención del Sagrario Metropolitano y la Capilla de las Ánimas, que también sufrieron daños por los sismos de 2017.

Dicha etapa contará con 40 millones de pesos de inversión y comenzará en el segundo semestre del año, estimó el funcionario del INAH.

“Las obras de restauración en monumentos y complejos antiguos siempre nos dan sorpresas: nuevos huecos, nichos e intervenciones anteriores”
 - Arturo Balandrano, director general de Sitios y Monumentos del INAH

“Tuvimos que hacer un convenio modificatorio con la empresa, pedimos permiso a Hacienda para terminar de ejercer los recursos y para ampliar los plazos”
 - Arturo Balandrano, director general de Sitios y Monumentos del INAH

EL DATO
Las obras en la Catedral Metropolitana iniciaron el 7 de septiembre pasado.

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