“¿Qué clase de sociedad y de Estado permite que, tras cuatro años, siga siendo imposible saber dónde están?” preguntó ayer el artista y activista chino Ai Weiwei, con relación a los 43 estudiantes de Ayotzinapa . Ellos, sus familias, los sobrevivientes y la ruptura de la memoria de su país, China, son los ejes de la exposición que mañana inaugura en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo, MUAC.

Ai Weiwei.

Restablecer memorias ocupa la sala nueve del museo con dos grandes obras, entre otras, que se extienden a lo alto y ancho, y que aunque en apariencia distan en el tiempo y la geografía, Ai Weiwei las reúne porque contienen la pregunta y dilema que guarda su trabajo: ¿Cómo construir una memoria social?

Curada por Cuauhtémoc Medina,

la muestra es coproducida por el MUAC,

donde estará hasta el 6 de octubre , y el MARCO de Monterrey, a donde llegará en noviembre.

Ai Weiwei se presentó ante los medios como un artista de 63 años

, que tiene un hijo, una novia y que reside en Berlín (tuvo que salir de su país por la represión que sufrió del gobierno).

Sentado, sólo se movía para llevarse los brazos detrás del cuello o para volcarse a su teléfono y tomar fotos y videos de los periodistas; por cierto, dijo, nunca se imaginaría una conferencia de prensa así en China. En el diálogo reiteró su condición inseparable de artista y activista: “Olviden que soy un artista, soy un ser humano como ustedes”. Más adelante, ante una pregunta acerca de ser un artista incómodo, declaró: “En mi vida, nunca pensé en estar cómodo, estar cómodo es una de las condiciones más bajas que puede tener la humanidad”.

Ai Weiwei y los 43+3

Hace tres años

, el artista inició una serie de visitas a México . Los primeros recorridos lo mostraban en mercados, en Tepito, en periferias de la ciudad (se mantiene activo en Instagram).

Pero ni siquiera el tema de los migrantes,

uno de los asuntos que más le ha preocupado en su carrera, fue el que eligió para hacer una obra sobre México. Fue un diálogo, en el Centro Prodh con los familiares de los 43 estudiantes desaparecidos lo que lo llevó a crear las obras que ahora exhibe , en una investigación que continuó en Guerrero, con las propias familias y sobrevivientes .

Esto derivó en dos proyectos: una pieza llamada “Retratos de Lego. Caso Ayotzinapa”, construida con apoyo de estudiantes de Arquitectura de la UNAM e integrada por alrededor de un millón de piezas de Lego que a todo color conforman los retratos de los 43 desaparecidos, más otros tres que fueron víctimas allí; una segunda pieza es el video “To Be”, del que se pueden ver fragmentos de las conversaciones con familiares, investigadores, abogados, en las pantallas de la sala.

“Al venir a México y ver todos esos pósters de los 43 , le preguntaba a la gente sobre el tema y nadie podía darme una respuesta clara. Entonces dije: ‘Ya que tengo que hacer un proyecto en México, ¿por qué no hacer una investigación sobre el tema? Investigar para ir juntando las piezas del rompecabezas y ver la imagen con más claridad’. Entonces lo hice porque quería saber la verdad, los hechos. Tal vez así ahora entienda más de México, su sociedad y la historia ”, explicó a los medios.

El antecedente de este trabajo data de 2008

, cuando tras un terremoto en Sichua n, que causó miles de muertos, perdieron la vida por lo menos 5 mil estudiantes , entonces él se preguntó cómo era que esos edificios, las escuelas, que tendrían que haber sido los más seguros, habían caído.

Se dio cuenta de que las contrucciones del gobierno eran las que habían sufrido más daños. Ahí lanzó una investigación pública, independiente, en Internet. Esa obra es la que detonó que finalmente tuviera que irse de su país. Esas investigaciones a fondo las ha mantenido en otras obras, y las de México se inscriben en esa línea y recogen uno de los temas que tanto le importa: la violencia presente y futura contra los jóvenes.

A la pregunta de si cree que la sociedad olvidará a los 43, respondió: “ No creo que haya algo más importante que la dignidad humana , entonces como ciudadano, como artista o como político, uno debe hacerse una simple pregunta, que se diga la verdad, ¿qué pasó realmente?”.

Recordó que los padres están convencidos de que sus hijos están vivos , que demandan justicia e información, pero que del otro lado está un gobierno que considera que la vida humana carece de valo r: “En lugar de plantear respuestas, se ha inventado la falsificación de la llamada verdad histórica”. Y afirmó contundente: “Cada crimen deja un vacío y ese vacío es una ofensa contra la dignidad de los seres humanos, ese vacío es el origen de un rencor y de una violencia”.

El hecho de que los gobiernos, chino, mexicano, alemán, se nieguen a revelar los hechos , es para Ai Weiwei un intento de robar nuestra integridad. “Robar la memoria es algo que se basa en plantearnos una falsedad sobre nosotros mismos. La libertad y la justicia no se van a entregar por sí solas, tienen que ser el resultado de una lucha”. Y definió la libertad: “Libertad sin luicha es una palabra vacía”.

Su propia historia.

En la exposición, el artista retoma su obra “Salón ancestral de la familia Wang” , que analiza el tema de los artefactos históricos. Por primera vez expuesta en América Latina , es una estructura de mil 300 piezas que pesa cerca de 50 toneladas, y que para montarla vinieron nueve carpinteros de una comunidad china, como lo relató Graciela de la Torre, directora del MUAC y de Artes Visuales de la UNAM.

Se trata de un templo familiar del clan Wang de la dinastía Ming,

cuya historia fue rota durante la Revolución Comunista China . En 2014, el artista adquirió la estructura y con ella ha desarrollado un trabajo en torno del destino de la cultura bajo el régimen comunista y la coerción de la liberad que el propio Ai Weiwei sufrió.

Sobre esta pieza, el también Curador en jefe del MUAC, Cuauhtémoc Medina, escribió: “La irrupción de esta ruina arquitectónica en la sala de exhibición, con su estructura original además de una variedad de elementos coloridos y reconstruidos, pertenece al catálogo de operaciones que el artista ha ejecutado para apropiarse, intervenir o destruir residuos y objetos históricos y arqueológicos, como un modo de transgresión de la materialidad y de la temporalidad histórica de la cultura”.

En un segundo diálogo con los medios, Ai Weiwei abordó otros temas como la migración, sus retos, el perdón, e incluso dio sus opiniones respecto Alemania . Dijo que ante los migrantes se ve a sí mismo: “Si dejé mi país no es porque quisiera, sino porque amenazaba mi vida. Me encarcelaron, me golpearon, son muy poderosos (el Estado). Siento que me hicieron esto porque lo merecía, porque estaba determinado a luchar por los derechos; pero mi hijo no. Mandé a mi hijo a Alemania y, hace unos años, me quedé en Alemania... En México, en lugares sin carreteras, hay familias que, me pregunto, ¿cómo es que sobreviven? Son como primitivos, tienen tres piedras en el único cuarto, ahí prenden fuego, sale el humo y la mujer tose. Llevan años viviendo así. Sin embargo tienen un lugar que pueden llamar su hogar. La gente que realmente tuvo que abandonar su hogar necesita ayuda”.

A una pregunta sobre si continuará denunciado estas injusticias, dijo: “No es como que planee hacer eso. Es parte de la lucha de la vida . Siempre he sentido la humanidad como una sola; no sólo es alguien que está siendo asesinado en Yemen o en Myanmar o el caso de los refugiados de Siria. Todos somos parte de lo mismo. No es como que puedas separarlo así, no es posible. Aunque con esa acción condene mi vida, aún estaría orgulloso porque es una gloria reafirmar el significado de la vida porque es un regalo, más vale aprovecharlo”.

Respecto al tema del perdón

, tema que actualmente se discute en México a raíz de los 500 años de la Conquista, Ai Weiwei negó que este sirva para la construcción de la memoria social del país : “hay que ser claros, ¿qué vamos a perdonar? Ustedes tienen que perdonar a alguien, ese alguien ¿acaso lo reconoce? ¿lo admite? Los crímenes ya están hechos. El perdón viniendo de un sólo lado es un purismo, entonces el simple perdón no va a funcionar. Pidiendo tregua, tal vez ahí podremos hablar de reconciliación”, declaró.

Durante la conversación, estaba presente un canal de televisión alemana, y al enterarse de la procedencia del medio, el artista se extrañó de que quisieran entrevistarlo, ya que, dijo, los medios alemanes evitan entrevistarlo porque están en desacuerdo con las opiniones que tiene sobre el país germano . “Me entrevistas porque estás en México y te sientes más libre. Alemania no es un país libre: pretende serlo. ¿Alemania es realmente diferente a China? Alemania no es tan limpio ”.

Habló también de la poesía

, un género que está vinculado a su padre, Ai Qing, un poeta que fue silenciado por el Estado : “Mi padre, que era poeta, estuvo exiliado, no le permitieron escribir sus palabras, decir su verdad, durante 25 años”. Añadió que la poesía “ayuda a comprender a nuestro complejo mundo. La poesía está relacionada con nuestra profunda naturaleza humana y es la forma más elevada de pensamiento”.

Y se dio tiempo para hablar de la UNAM:

“Pienso que si hubiera estudiado en una universidad como ésta ya hasta sería presidente . Deberían estar orgullosos, ni siquiera en Estados Unidos hay universidades como ésta . Tienen una estructura muy fuerte aquí, tienen estudiantes y facultadas que alientan la libertad de pensamiento. Respecto a México en general, mi conocimiento está muy relacionado con lo de los 43 estudiantes. Pero amo a México”.

Hoy, se transmitirá a las 11 horas

, por TVUNAM un diálogo entre el artista, el curador y María Luisa Aguilar del Centro Prodh , que se realizará en la Sala Covarrubias .

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