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Felipe Calderón acusó a Ricardo Anaya de haber secuestrado al PAN para autonominarse candidato a la Presidencia. El ex presidente tiene razón en estar enojado. De no haber aparecido este joven político, muy probablemente su esposa, Margarita Zavala, habría sido candidata presidencial panista en el 2018.
¿Cómo hizo Anaya para hacerse de la candidatura dentro de Acción Nacional y, además, convertirse en el abanderado de una coalición de partidos que, por primera vez a nivel presidencial, reúne a la derecha y al centro izquierda?
Esta es la crónica de una candidatura cincelada con persistencia y un cálculo implacable de los intereses y los escenarios.
Seis son los momentos clave de su ascenso al poder: la presidencia del PAN, la depuración del padrón panista, el triunfo electoral de 2016, la alianza con la izquierda, el método de distribución en las posiciones de la coalición y el proceso de selección interna del PAN para la candidatura presidencial.
Ricardo Anaya llegó a la cabeza de su partido en agosto de 2015 con 81% de los votos de la militancia; una mayoría aplastante. Una vez al frente invirtió capital político para depurar el padrón del PAN ya que, según el diagnóstico que presentó, había miles de personas inexistentes dentro de esa lista fundamental para la vida democrática panista.
Entonces, ante la presencia de la autoridad electoral, militantes y adherentes acudieron a ratificar su pertenencia al partido imprimiendo huella digital. Los detractores de Anaya aseguran que este movimiento le permitió hacerse del control panista ya que dejó fuera a militantes y adherentes que habrían apoyado a otros liderazgos como el de Margarita Zavala o Rafael Moreno Valle.
Luego, en 2016, Ricardo Anaya se esforzó para que Acción Nacional tuviera triunfos electorales. Su partido fue el gran triunfador con seis gubernaturas y él emergió como el principal artífice de esos resultados. En parte ayudó que, en efecto, se esmeró por echar a andar candidaturas competitivas, pero también porque la propaganda impulsada en los medios masivos tuvo como rostro principal el de Anaya.
De haber sido una mala cosecha, este líder panista habría puesto punto final a su carrera. Pero triunfó y el arriesgado protagonismo valió la pena. Los comicios de 2016 entregaron otra lección al dirigente panista: la sociedad con el PRD podía dar buenos frutos. Desde ese momento comenzó a tejerse una alianza formal con los líderes de Movimiento Ciudadano (MC) y del Sol Azteca.
Anaya sabía que Dante Delgado estaba en malos términos con Andrés Manuel López Obrador, y por tanto cabía la posibilidad de ir juntos hacia el 2018. De su lado, el PRD caía en picada en sus preferencias, producto del surgimiento de Morena, y solo el acuerdo con el PAN podía frenar un destino fatal.
Los líderes de los tres partidos asumieron que la siguiente estación los convocaría a subirse en el mismo vagón. Mientras tanto Anaya leyó que él sería el político mejor posicionado para abanderar una candidatura presidencial de ese frente opositor.
Solo tuvo que mover dos argumentos más para llegar a donde está hoy. Primero convenció a sus socios de que era injusto para el PAN renunciar a la candidatura presidencial, cuando el PRD no exhibe en las encuestas más de 7% de las preferencias y MC con dificultad alcanza 3%. En contraste, Acción Nacional ronda 19% en la intención de voto. Así las cosas, los aliados tuvieron que aceptar que al partido azul le tocaría nombrar al candidato presidencial. Este es el motivo por el que Miguel Ángel Mancera tuvo que recular en sus aspiraciones.
La última jugada tiene más tiempo cocinándose. Había dos maneras en que Anaya perdiera la candidatura dentro de su partido. O una encuesta interna entre los aspirantes, donde participara Margarita Zavala, o bien una elección abierta que incluyera a no militantes del PAN.
Cuando Zavala optó por postularse como candidata independiente se resolvió el primer obstáculo. Después, bastó con advertir que una elección abierta permitiría al PRI viciar el proceso para dejar fuera a Moreno Valle. Ciertamente ni Ernesto Ruffo, ni Luis Ernesto Derbez son precandidatos competitivos.
ZOOM: Ricardo Anaya Cortés es un jugador de ajedrez que sabe adelantarse varias jugadas en el tiempo. Por eso participará en la boleta del año próximo. Sin embargo, en la siguiente ronda se enfrentará a otros que son igual o mejor avezados que él. Vale la pena apartar asiento porque la contienda que viene será más interesante que muchas otras.