Correr te lleva lejos. Si no, pregúntenle a Forrest Gump. O a Germán Silva, quien en 1994 ganó de forma épica el maratón de Nueva York, luego de una vuelta equivocada que le dio un giro a su carrera de corredor y a su existencia misma. O pregúntenle a quien sea que haya encontrado en el correr un camino a sí mismo, como, por ejemplo, a Emilio Cano, un corredor mexicano amateur que mientras corría fraguó su escape a Australia.

Emilio no huía de nadie, simplemente, me contó antes de partir, sentía una necesidad imperante de hacer un corte de caja a su vida y emprender el viaje que todo mundo debería hacer cuando menos una vez: el de su búsqueda. Este profundo deseo, dice, nació una mañana cualquiera que salió a correr y, a partir de entonces, creció y creció a cada nueva salida. Así fue que un buen día decidió realizarlo y saldó todos sus pendientes y deudas, cerró su pequeño negocio, dejó todo, se despidió de su familia y se fue con su esposa y su perro pastor ovejero a Oceanía.

Llegó allá con unos cuantos ahorros, pero con esa millonaria certeza de la que pueden presumir sólo unos pocos: sabía que estaba haciendo lo correcto. Y lo tenía claro porque sentía esa esclarecedora emoción cuando se visualizaba allá. Si la imaginación vibra en el corazón, es la manera de distinguir los deseos que son auténticos.

Después de algunas semanas de establecido al otro lado del planeta, consiguió un empleo de mercadólogo al que renunció unos años después para, junto con su esposa y su perro ovejero, materializar uno de los sueños más típicos entre los mexicanos que viven en el extranjero: comercializar salsas mexicanas. Solamente que ellos sí lo llevaron a cabo.

Hoy Ranchero, la marca de salsas y productos mexicanos de Emilio, está a la venta en gran parte de las tiendas de autoservicio de Australia. Con su walkabout, ese camino a uno al que llaman así los aborígenes australianos, ha vuelto un poco más mexicano al continente más recóndito para nosotros. No cabe duda que correr te puede llevar lejos, algo que suele ocurrir cuando encuentras una manera de llegar muy cerca de ti.

Quizá Forrest Gump decidió ponerle fin a su maratónico viaje cuando súbitamente entendió que la satisfacción no se halla en el futuro ni en algún sitio en concreto, porque quizás más bien se encuentre en lugares que no están necesariamente edificados sobre la tierra. O, tal vez, en determinados instantes, en esos momentos fugaces que hacen que valga la pena vivir.

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