El 2020 fue un año que demostró que la ciencia avanza a una velocidad sin precedentes y la contribución de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) no fue la excepción, ya que a través de la Estación Espacial Internacional (EEI) se realizaron un sinnúmero de experimentos, que van desde el estudio de la enfermedad de Parkinson hasta descifrar los enigmas del espacio exterior.

La estación en órbita inició sus operaciones en 1984 como parte del programa espacial “Freedom”. Desde su inauguración, distintas agencias internacionales contribuyeron en el desarrollo del centro de investigación con el objetivo de establecer a los astronautas, conformados por técnicos y científicos, en un laboratorio en condiciones de microgravedad.

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Este estado gravitatorio se caracteriza por actuar como la única fuerza actuante sobre un cuerpo, ocasionando una especie de caída constante e ilimitada. De ahí que los expertos aprovecharán las condiciones de microgravedad del espacio para el desarrollo de investigaciones que, más adelante, proveerán al ser humano en las expediciones a la Luna y Marte, ya que observar a la Tierra desde el espacio les ha otorgado grandes beneficios.

Nuevo tratamiento para revertir la perdida ósea en el espacio

Este año, la EEI se destacó por producir ciencia innovadora efectiva. Entre algunos de los más destacados descubrimientos fueron la entrega de medicamentos a pequeña escala. Este proyecto, nombrado como “Nanopartículas y Osteoporosis (OTAN), consistió en la recreación de nanopartículas a base de minerales similares a los que se encuentran en huesos y dientes.

El objetivo principal del estudio buscaba contrarrestar la pérdida de densidad ósea, que adolecen los cosmonautas en su estancia espacial como efectos de la gravedad en el cuerpo humano.

Los resultados conclusivos se obtuvieron después de cinco años, luego que científicos de la Agencia Espacial Italiana (ASI) creara un sistema de administración de fármacos en las que un grupo de células madre fueron utilizados como “osteoblastos”, agentes responsables de la formación ósea. Este descubrimiento desarrollará tratamientos para combatir la degeneración ósea a futuro, durante vuelos espaciales de larga duración, del mismo auxiliará a terapias para la osteoporosis en la Tierra.

Anemia espacial, enfermedades exclusivas en los astronautas

En 2020, los investigadores de la NASA advirtieron que así como la gravedad puede afectar a diferentes partes del organismo humano, es capaz de producir la afección denominada como “anemia espacial”. El padecimiento consiste en la decadencia de glóbulos rojos en la sangre.

Estos agentes están encargados de transportar el oxigeno necesario en todo el cuerpo.

En esta ocasión, integrantes de la Agencia Espacial Canadiense (CSA) descubrieron que esta afectación ocurre al momento de aterrizar, ya que los fluidos corporales sufren un cambio inverso, producto de la gravedad. Estos efectos suceden proporcionalmente con el tiempo que los tripulantes pasan en el espacio. La recuperación de la anemia espacial sucede entre uno a tres meses, dependiendo de la duración de la misión.

La NASA y su contribución en la medicina espacial

Para el estudio de la enfermedad de Parkinson y Alzheimer, la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA) analizó “fibrillas beta amiloides”, que son aquellas proteínas involucradas en el procesos de los trastornos neurodegenerativos.

Las investigaciones se concentraron en la comparación del crecimiento de las fibras tanto en microgravedad como en condiciones terrestres, revelando que la sustancias estudiadas en la EEI estaban más retorcidas y con un tono más alto, en comparación de las muestras observadas en la Tierra.

Además, los expertos se percataron que el crecimiento de las fibrillas era mucho más lento en gravedad, lo que les permitió una examinación mucho más detallada en cuanto a la formación del amiloide, demostrando que el espacio es un entorno ideal para este tipo de investigación.

Erradicar la masa muscular en el espacio, casi una realidad

Investigadores de National Lab en Estados Unidos (EU) se encargaron de examinar la inhibición de la “miostatina”, que es un proceso que limita el crecimiento muscular, con el objetivo de encontrar un anticuerpo capaz de prevenir la pérdida de masa de tejido en un entorno espacial.

Las pruebas fueron realizadas en ratones a los que se les administró un tipo de anticuerpo, un día antes de su lanzamiento a la estación espacial, en la que se hospedaron alrededor de cuatro semanas.

Los resultados demostraron que el tratamiento con miostatina evitó casi todas las pérdidas de masa magra, fuerza de agarre y peso muscular inducidas por la microgravedad. Los especialistas consideraron que la inhibición de la miostatina funcionaría como una “contramedida” eficaz para prevenir la pérdida muscular, sin embargo, reconocieron que este método no previene el daño óseo.

El descubrimiento físico de la NASA que le valió un Premio Nobel

El 1995, científicos de la agencia espacial produjeron un quinto estado de la materia, también conocido como “condensado de Bose-Einstein” (BEC). Este se caracterizó de entre las otras propiedades: sólido, líquido, gas y plasma, por contar con una composición completamente distinta.

La formación de BEC sólo es posible a través del enfriamiento de átomos, por ello la EEI se encargó de exponerlos a temperaturas ultrafrías para estudiar sus propiedades, ya que esta posibilidad no es viable en los laboratorios de nuestro planeta. De esta forma, en 2018 se construyó un laboratorio en órbita capacitado para congelar a los átomos y en 2020 se habilitaron muchas de las herramientas que lo harán funcionar.

Su creación, revelaron los investigadores, es importante ya que sirven como una herramienta para el estudio de la física cuántica, visibilizando las características microscópicas de esta tipo de unidad tan pequeña.

El exoplaneta descubierto por un pequeño satélite

Descubrimientos medicinales imperan en la Estación Espacial Internacional durante 2020
Descubrimientos medicinales imperan en la Estación Espacial Internacional durante 2020

El satélite “Asteria” de la NASA, destacado por su diminuto tamaño, fue diseñado a fin de contribuir a la observación de fenómenos astrofísicos y mediciones complejas. Otro de sus objetivos incluyó la detección de planetas que se ubican fuera de nuestro sistema solar, mejor conocidos como “exoplanetas”.

Para que el hallazgo de objetos celestes, Asteria se encargó de identificar variaciones de brillo de las estrellas a lo largo del tiempo. Fue así que localizó a “55 Cancri”, un exoplaneta en tránsito, que es el momento en que un objeto astronómico orbita delante de una estrella. En esta ocasión se trataba de un esferoide muy similar a nuestro Sol.

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