“La misión de mi vida es salvar al mayor número de especies en peligro de extinción. Mi trabajo está sustentado en esta idea”, dijo hace seis años Gerardo Ceballos González, investigador del Instituto de Ecología (IE) de la UNAM . Y este 2018 su labor ha dado un fruto más: fue elegido como miembro de la National Academy of Sciences de Estados Unidos.

Ceballos, quien recientemente encabezó uno de los descubrimientos de biodiversidad más importantes de los últimos años al identificar nuevas especies de mamíferos y anfibios en una región selvática entre Ecuador y Perú, participó en la creación de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) y es integrante del Consejo Nacional de Áreas Protegidas.

A los 11 años de edad descubrió su vocación tras leer “El último chorlito” , de Fred Bodsworth, que narra la extinción de esta especie esquimal de ave que al final del verano migraba del Océano Glacial Ártico a las pampas sudamericanas.

Ahora, ya consolidado en su tarea, el investigador universitario asegura que “la información científica sólida contribuye a la solución de problemas ambientales graves, como la extinción de especies, y promueve el establecimiento de áreas para la conservación”.

El también titular del Laboratorio de Ecología y Conservación de la Fauna Silvestre del IE resaltó que “su laboratorio está dedicado a temas ambientales y tiene el mayor número de artículos en las revistas científicas más importantes del mundo. A nivel regional contamos con el mayor número de libros publicados. Hemos compaginado nuestra actividad con la difusión e incidimos en la solución de problemas del país”.

Es autor de 35 libros y de más de 350 artículos científicos y de divulgación publicados en las revistas internacionales más prestigiosas, como Science , Proceedings of the National Academy of Sciences , PLOS ONE , Ecology , Ecological Applications y Conservation Biology , entre otras.

En 2013, en reconocimiento a su trabajo dedicado a temas ambientales y a su labor en favor de la conservación de la naturaleza, recibió el doctoradohonoris causa de la Universidad Nacional de Córdoba , Argentina. La distinción fue entregada en el marco de las festividades por los 400 años del establecimiento de esa institución educativa.

Preservar la naturaleza

En 1991, el investigador del IE publicó un artículo que lo ubicó como precursor en la clasificación de especies en peligro de extinción en territorio nacional. Con su trabajo promovió la Norma Oficial Mexicana –expedida en 1994– en favor de la conservación y protección de la biodiversidad amenazada.

Además, realizó la propuesta y creación de la reservas de la Biosfera Chamela-Cuixmala, en Jalisco; de Calakmul, en Campeche, y del área de protección de flora y fauna de Ciénegas de Lerma. La primera protege alrededor de 13 mil hectáreas de manglares y selvas, ecosistemas muy amenazados; la segunda comprende 1.3 millones de hectáreas de selvas en la Península de Yucatán. Y la tercera preserva los últimos remanentes de humedales —casi tres mil hectáreas— en el centro de México.

También colaboró en el establecimiento de la Reserva de la Biosfera de Janos, en Chihuahua, con una extensión de más de medio millón de hectáreas, y en proyectos para recuperar especies en peligro de extinción, como el perrito de las praderas.

En 2001 se realizó la primera reintroducción exitosa del hurón de patas negras, y en 2009, de los primeros bisontes genéticamente puros en México.

En 2005 presentó el primer estudio que sintetizó la distribución de todos los mamíferos en el mundo, unas cinco mil especies. Con el trabajo, estableció las áreas prioritarias para su conservación.

De igual manera, propuso la recategorización del Parque Nacional Nevado de Toluca como área de protección de flora y fauna, para promover actividades como la silvicultura y cacería, compatibles con la conservación. Esta zona provee alrededor del 70 por ciento del agua consumida en el Valle de Toluca, y el 30 por ciento del líquido que llega al Valle de México, recurso que puede perderse, advirtió.

A futuro, el reto más importante de la humanidad es armonizar la conservación de la naturaleza con el desarrollo económico. “Podemos superar un colapso financiero, social o político, pero si no solucionamos la catástrofe ambiental actual, será imposible recuperarnos”, concluyó.

jpe

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