La pelea es por tres minutos de debate en el salón de sesiones del Senado, que intenta protegerse del contagio del Covid-19, pero los senadores no cumplen la disposición de trabajar sólo cinco horas, como medida sanitaria, en un diálogo de sordos sin fin. Mientras, los ecos de la calle [que nadie oye] vuelven a traer protestas de grupos vulnerables, afectados por las decisiones económicas que pasan por el Congreso de la Unión.

Antares Vázquez Alatorre (Morena) reprueba a la oposición que busca exponer sus propuestas de cambio al paquete fiscal y que rechazará la mayoría a la que pertenece. Acusa: “Ponen en riesgo la salud de la gente”.

También rechaza que se registre en el tablero electrónico si la asamblea acepta o desecha una propuesta, cuyo destino evidente es que no pasará, pero impone que todos los senadores registren su voto y una parte de ellos no está en el pleno y la sesión se extiende.

Ya tuvieron la experiencia de sesionar más de 12 horas con un senador fallecido por Covid-19, que incluso llegó enfermo, y después de esa jornada se reportó el contagio de 22 personas, entre ellas tres legisladores.

Como se ha acordado que en el salón de sesiones sólo pueden estar 50 personas pero hay 128 senadores, aunque en realidad no
están más de 100, quienes no puedan permanecer allí podrán estar en su oficina, pero la petición de los panistas es que cada propuesta que se desecha sea votada en el tablero.

El Senado ha extremado las medidas sanitarias y de resguardo, pues quienes han querido presentarse a protestar quedan lejos de las puertas del recinto y se quedarán sobre Paseo de la Reforma e Insurgentes con sus mantas de repudio a que quiten 33 mil millones de pesos al Fondo para Gastos Catastróficos.

Temen que se queden sin recursos los programas de medicamentos para niños con cáncer y pacientes de enfermedades hepáticas. El grupo más numeroso es el de la causa de la protección a pacientes con VIH.

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