Recientemente, Elon Musk, fundador y CEO de Tesla, señaló en un tuit que estaba cayendo en cuenta que la “producción era un infierno”. El grado de dificultad de producir un vehículo, hacer que funcione correctamente y que cumpla todas sus especificaciones estéticas no es para nada trivial. El comentario surge en un momento en que la empresa está siendo severamente cuestionada en su capacidad de cumplir sus compromisos de entrega del Modelo 3, el primer vehículo eléctrico con el cual busca llegar a una base de clientes mayor.

Con un precio de 35 mil dólares y grandes avances tecnológicos ofertados, el Modelo 3 ha sido sujeto de análisis exhaustivo por parte de la industria y ha generado grandes expectativas entre los clientes desde su lanzamiento en la primavera de 2016. El día de la presentación, Tesla abrió la posibilidad de reservar el vehículo mediante un depósito de mil dólares. Fue tal la expectativa, que ese mismo día recibió alrededor de 115,000 reservaciones, es decir, 115 millones de dólares en anticipos de compra, un hito en la historia del sector.

Hoy los expertos estiman poco más de 400 mil reservaciones hechas para el Modelo 3. La promesa de Musk para sus clientes fue empezar a entregar los primeros coches a finales de 2017, algo que ha venido sucediendo, pero no a la velocidad pensada. En uno de los últimos reportes a inversionistas, Tesla ha señalado un ritmo de producción de alrededor de 2 mil unidades del Modelo 3 por semana, claramente insuficiente para satisfacer la espera de los miles de clientes que han reservado el vehículo. El informe señala también que hacia mediados de año estarían esperando producir 5 mil coches por semana, lo cual significaría duplicar su producción en los siguientes tres meses.

Lo anterior supone un gran reto para Tesla y quizá explique el comentario de Musk sobre la problemática que viven en la línea de producción. Expertos y gente cercana a la empresa han señalado constantemente que buena parte de los problemas pueden ser causados por el alto nivel de automatización de sus líneas de producción. Efectivamente, al visitar la planta es patente el gran esfuerzo realizado para que prácticamente todos los pasos de manufactura sean realizados por robots. En palabras de Musk, están haciendo lo necesario para “construir la máquina que construye la máquina”. Sin embargo, ¿es la automatización total la solución?

Es indudable que aquellas tareas repetitivas y que necesitan un alto grado de precisión son las mejores candidatas a ser automatizadas. Pero es un hecho que los sistemas actuales de robótica e inteligencia artificial aún no tienen las habilidades cognitivas requeridas para la solución de problemas, base de un sistema de producción tan complejo como el de automóviles.

No hay que ir muy lejos para encontrar la respuesta. Toyota se ha resistido a la idea de automatizar en mayor grado sus procesos. La intervención de robots en sus líneas es menor al 8%; su argumento es sencillo pero contundente: “los robots no pueden mejorar su propia eficiencia o la calidad de su trabajo. Sólo las personas pueden”.

Regresando a Tesla, es posible que el origen de su problema esté en su talento y no tanto en la programación adecuada de un robot. Si Musk es capaz de salir del infierno que representa la producción del Modelo 3 y hacerlo de manera rentable, habrá podido lograr la transición de ser un fabricante de bajo volumen a uno de gran escala. Y cuando eso suceda, será bueno para la industria y, por supuesto, para el cliente final.

Profesor del área de Dirección de Operaciones de IPADE Business School

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