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Pese a que el gobierno británico insiste en que todas las opciones siguen abiertas ante un “Brexit duro”, es improbable que Gran Bretaña se resguarde en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) de no lograr un acuerdo con la Unión Europea (UE).

De acuerdo con Philip Paterson, experto para América Latina de la agencia británica Oxford Analytica, son diversos los elementos para asegurar que es “extremadamente improbable” que Londres recurra a Norteamérica para amortiguar los impactos de un mal divorcio con Bruselas, aun asumiendo que teóricamente sería posible adherirse al TLCAN.

En entrevista con EL UNIVERSAL, sostuvo que el arribo británico alteraría la esencia del TLCAN. “Si fuera posible la adhesión del Reino Unido, su membresía cambiaría el carácter de la organización, convirtiéndola en un bloque global, o posiblemente del Atlántico Norte, en lugar de un proyecto norteamericano”.

Tampoco el bloque comercial creado en 1994 tiene las características para compensar los daños que tendría terminar sin acuerdo cuatro décadas de integración con Europa.

“Podría ayudar a amortiguar algunos de los daños causados por abandonar la UE. Sin embargo, después de haber sido miembro de la UE y de sus precursores desde 1973, el Reino Unido está estrechamente integrado con el resto del bloque tanto en lo económico, como en lo político y social.

“El TLCAN es un bloque comercial y no sustituiría las ventajas que la membresía de la UE ha traído en áreas como libertad de movimiento, cooperación en investigación, intercambio educativo, derechos ciudadanos, cooperación energética, seguridad y cooperación antiterrorista”.

El TLCAN además implica riesgos para la economía británica, señaló.

“Desde el punto de vista del comercio de bienes, unirse al TLCAN provocaría gran agitación y nuevas amenazas para la industria y la agricultura del Reino Unido, que tendría que adaptarse rápidamente a nuevas áreas de competencia”.

Aunque el verdadero peligro de entrar al club norteamericano estaría en el rubro de los servicios y en la adopción de mecanismo como el relativo a solución de disputas entre inversionistas y Estado (ISDS).

“La economía del Reino Unido depende de su sector de servicios, y si bien los acuerdos comerciales pueden ser muy efectivos para eliminar las barreras arancelarias y facilitar el comercio de bienes, a menudo no van demasiado lejos en la eliminación de las barreras no arancelarias que son importantes para los servicios”.

Al término de la quinta ronda de negociaciones del Brexit, el ministro británico para la salida del Reino Unido, David Davis, dijo que el objetivo de las pláticas con la UE es alcanzar un acuerdo que beneficie a las partes, pero de no ser posible, su país se prepara ante cualquier eventualidad.

Recientemente Daily Telegraph informó que los ministros británicos estaban considerando al TLCAN como alternativa ante la posibilidad de que el Reino Unido abandone la UE sin acuerdo comercial.

En el pasado, la Comisión de Finanzas del Senado de Estados Unidos ha expresado su interés por la posible membresía británica al TLCAN. En 2000, dicha instancia solicitó a la Comisión de Comercio Internacional de EU una investigación sobre el impacto de la adhesión británica al tratado norteamericano.

“Por ahora, el gobierno británico no parece tener preferencias claras sobre qué hacer después de abandonar la UE”, sostuvo Paterson.

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