Podríamos pensar que los eventos de las últimas dos semanas en el mundo fueron causados por la situación en Siria, o por la situación en Afganistán o la de Corea del Norte. Y sí, es verdad, pero en realidad las cosas van mucho más allá. No puede analizarse lo sucedido en los últimos días sino de manera integral, considerando al menos: (1) los fracasos y obstáculos de Trump a nivel interno en EU; (2) el rol del trío Pence-Mattis-McMaster en la toma de decisiones de la Casa Blanca; (3) las tensiones estructurales Washington-Moscú, al margen de la relación personal entre Trump (o miembros de su equipo) y Rusia; (4) la situación en Siria; (5) el estado del combate a ISIS; (6) las tensiones de Washington con países como Irán, China y Corea del Norte; y (7) la visión personal de Trump sobre esas situaciones, así como su visión modificada o influida por los personajes arriba señalados. Analizar esos siete puntos en un solo espacio resulta demasiado ambicioso. Por lo tanto, proponemos apenas algunos apuntes al respecto.

1. En su ímpetu por mostrar que sus propuestas de campaña iban a ser cumplidas una por una, Trump abre desde muy temprano, demasiados frentes a la vez, tanto a nivel interno como a nivel internacional. Sin embargo, al interior de su país, descubre, también desde muy pronto, que en EU el presidente no es un monarca absoluto. Algunas de sus órdenes ejecutivas, propuestas e iniciativas, son frenadas por el poder judicial, o bien por el Congreso. Los pleitos al interior de la Casa Blanca se filtran con todo detalle. Se producen conflictos con agencias de inteligencia. La administración y el propio Trump arrancan bajo sospechas, investigaciones y cuestionamientos. El recién inaugurado presidente se percibe débil y aislado. Su popularidad decrece notablemente.

2. Este panorama en parte, va a resultar en el debilitamiento del estratega mayor de Trump, Stephen Bannon, quien hasta hace un par de semanas era quizás la persona más influente en la toma de decisiones de la Casa Blanca. En cambio, se empieza a apreciar el fortalecimiento de las posturas de personalidades como Priebus (el jefe de personal de la Casa Blanca), o como la tríada Pence (vicepresidente) – Mattis (Secretario de Defensa) – McMaster (Consejero de Seguridad Nacional).

3. En otras palabras, se presenta una combinación de fracasos tempranos en lo interno, niveles bajos de popularidad y reacomodos en cuanto a las personalidades más influyentes en el gabinete.

4. Justo entonces la Casa Blanca parece dar una serie de giros de 180 grados en temas internacionales. Y si se revisan las posturas de Trump, estos son, en efecto, virajes radicales, pero no lo son en términos de lo que las personalidades que señalo como Pence o Mattis han sostenido públicamente desde hace tiempo.

5. En general, la visión que termina triunfando mantiene que: (a) Es indispensable enviar al mundo un mensaje muy diferente al mensaje que continuamente enviaba Obama. A diferencia de la administración previa, la Casa Blanca bajo Trump está absolutamente dispuesta a emplear toda la fuerza que sea necesaria si considera que sus intereses o credibilidad se encuentran en juego; (b) Esto debe ser escuchado por Assad, pero también debe ser comprendido por Irán, por Corea del Norte, y, sobre todo, por China y por Rusia; (c) No solo eso. Esta administración está dispuesta a escalar los conflictos hasta donde tengan que llegar, a pesar de los riesgos.

6. Esto se consigue mediante tres acciones concatenadas en menos de diez días: (a) el lanzamiento de 59 misiles en lo que representa la primera acción militar directa de Washington en contra de Assad a causa de su potencial autoría de un ataque químico, (b) la primera utilización de la “Madre de Todas las Bombas” (MOAB) –el arma más poderosa existente después de las bombas atómicas- contra una filial de ISIS en Afganistán, y (c) El despliegue y alistamiento de buques y fuerzas en las costas coreanas con la amenaza de que si Pyongyang efectuaba su sexto ensayo nuclear, Washington atacaría como medida punitiva.

7. Ante Moscú, se pasa de la “admiración” de Trump hacia Putin, sus propuestas de encontrar acomodos con el Kremlin y las potenciales conexiones entre miembros de su equipo y funcionarios rusos –lo que es aún materia de investigación por parte de agencias, Congreso y Senado- a un enfrentamiento abierto en el que Trump declara que las relaciones con el Kremlin se encuentran en el punto más bajo en muchos años. Con ello, el presidente envía la señal de que las sospechas de su complicidad con Putin son infundadas. No solo eso, sino que el respaldo interno hacia Trump aumenta con velocidad. Quienes le criticaban, ahora le aplauden. Trump, por ponerlo de alguna manera, descubre los beneficios de encontrar y atacar a enemigos externos. Paralelamente, los duros en el gabinete de Trump consiguen imponer su postura en cuanto al rol que debe jugar Washington en el panorama internacional, sobre todo en cuanto a contener a un Putin que se percibía como imparable.

8. En cuanto a Siria, el análisis más completo se encuentra en mi texto de hace unos días: La guerra que sigue ( ). Por ahora, las cosas no han escalado entre Washington y Damasco o Moscú. Tillerson sostuvo reuniones la semana pasada con Putin y con Lavrov las cuales si bien tensas, terminaron con la aceptación de que el Kremlin debe ser capaz de controlar mejor a su aliado Assad, y de que, si eso sucede, Washington podría encontrar un acomodo en este tema. Aún así, los riesgos que señalo en el texto de hace unos días, siguen vigentes.

9. En cuanto al combate a ISIS solo basta mirar los sucesos de los últimos días para entender lo complicado que es combatir a este tipo de organizaciones. Esa agrupación está perdiendo la mayor parte del territorio que controlaba en Siria y en Irak, y sin embargo su capacidad de cometer atentados –ya sea de manera directa, o bien por parte de sus filiales como en Egipto, o por sus células o adherentes como en Londres o San Petersburgo- sigue siendo desplegada varias veces por semana. La filial de Afganistán que fue bombardeada con la poderosa MOAB está formada por unos cientos de combatientes locales anteriormente afiliados a Al Qaeda o a los talibanes. El uso de esa arma difícilmente mermará la operación de esa filial, o su posibilidad de seguir reclutando combatientes y seguir creciendo. Sin embargo, por los aspectos arriba señalados, para la Casa Blanca era importante exhibir su fuerza, no tanto ante ISIS, sino ante otros países y potencias. Afganistán, país ubicado en la proximidad de Rusia, de Irán y de China, era ideal para mostrar el músculo.

10. De igual modo, ante Corea del Norte, la administración Trump ha buscado transmitir la idea de que los tiempos de Obama –en los que se toleró el progreso de Pyongyang en su proyecto nuclear y en su programa de misiles- se han terminado. El mensaje no solo es para el joven Kim, sino sobre todo para China, considerada el pilar, sostén y máxima aliada de Corea del Norte. La Casa Blanca bajo Trump ha sido clara. En su visión (a) se ha intentado de todo para frenar las aspiraciones nucleares de Pyongyang, y por tanto, los tiempos de conversaciones han terminado, (b) China no ha hecho lo suficiente para detener a Kim, y (c) Washington cuenta con una gama de opciones para evitar que un conflicto militar pudiese escalar, pero aún así, si el asunto se saliera de las manos, esta administración desea que se sepa que está dispuesta a correr el riesgo, puesto que prefiere pagar los costos de un conflicto militar bajo las condiciones actuales, que bajo condiciones futuras.

11. El tema central en todos los casos mencionados es el de los riesgos de escalamiento. Si bien Washington quiere comunicar que conoce bien dichos riesgos y que no le importa pagar el costo de potenciales espirales de violencia, se trata sobre todo un juego de disuasiones que podría salir mal. Para ejemplificar, pensemos en dos escenarios: Siria y Corea del Norte.

12. La decisión de golpear a Assad no fue únicamente la de castigar a quien Washington ubica como el autor de un ataque químico (de hecho, varios). La decisión implicó atacar al aliado de Rusia, bajo el riesgo no solo de tensar las relaciones con Moscú, sino de enfrentar las potenciales respuestas que el Kremlin pudiese diseñar para esta circunstancia. En el panorama sirio, hay una cantidad de variables que podrían salir mal. Algunas, están en la cancha de Assad, quien podría decidir arremeter contra el personal militar estadounidense que actualmente se encuentra en Siria luchando contra ISIS. O bien, Assad podría seguir desafiando a Washington mediante continuar usando armas químicas. Moscú, por su parte, ha decidido incrementar su presencia en Siria, lo que de entrada obstaculizaría más movimientos de Washington en ese país.

13. Es decir, hay que entender que tras esta serie de despliegues de músculo de Trump, los rivales de Washington van a intentar hacer lo propio buscando mostrar que no serán intimidados. La cuestión sería entonces, cómo va a responder Trump si esos escenarios de desafío se le presentan.

14. El problema se puede complicar aún más en el caso norcoreano. Kim Jong-un no solo enseña su capacidad ante sus enemigos externos. El exhibir su poder militar le muestra fuerte al interior y le permite sostener el control del régimen. Si Pyongyang es atacado y Kim no responde, se mostraría débil y podría tener problemas de autoridad interna.

15. Es importante aclarar (como ya lo hemos hecho antes en este espacio) que hasta hoy, Corea del Norte no posee un arma atómica transportable y detonable. Lo que Pyongyang ha detonado, hasta el momento, son dispositivos o artefactos nucleares que todavía no han sido miniaturizados y montados en misiles por lo que aún no podrían propiamente ser empleados para atacar a algún enemigo. Sin embargo, Kim Jong-un desea dejar en claro que: (1) se mantiene avanzando en ese camino, y (2) está dispuesto a desafiar a quien sea necesario –incluida a China, su máxima aliada y sostén- hasta alcanzar el objetivo.

16. Por lo pronto, Kim decidió no efectuar un sexto ensayo nuclear, pero sí exhibió en el desfile anual, sus más recientes avances en tecnología de misiles. Aún así, el ensayo nuclear norcoreano no se descarta para un futuro próximo. Desde la óptica de Kim, las circunstancias que le obligan a seguir progresando en su proyecto nuclear, siguen siendo las mismas bajo Trump, que bajo Bush o bajo Obama.

17. El riesgo mayor en ese caso, es que, si el ensayo nuclear ocurre y Washington decide atacar a Pyongyang, Kim va a responder, probablemente contra Corea del Sur, aliada de EU. Una respuesta norcoreana de relativa magnitud podría acarrear más represalias estadounidenses, y si la espiral se mantiene escalando, Beijing podría decidir salir al rescate de su aliado. Igualmente, en este caso, el abanico de opciones para ello es amplio (armamento, financiamiento, asesores militares, hasta intervención directa, o como sugiere Stratfor, incluso la decapitación del régimen para garantizar que sobreviva un gobierno favorable a Beijing), y no necesariamente implicaría un enfrentamiento directo entre EU y China, pero en un caso extremo, nada puede descartarse.

18. En otras palabras, para cada caso acá planteado, hay escenarios en los que los ataques estadounidenses se mantienen en el rubro de lo punitivo y lo limitado. Pero al abrir la jaula del león, se abre una serie de escenarios que se pueden salir de control, y que podrían empujar espirales mayores.

19. Nuevamente, el mensaje de la administración Trump es que esos escenarios son bien conocidos pero que, a diferencia de Obama, la actual Casa Blanca no les teme. En la teoría, eso podría resultar un disuasor eficaz, por ejemplo, para forzar a Moscú y a Beijing a ejercer una presión mucho más severa en sus aliados. El problema es que la historia también está plagada de ocasiones en las que esos disuasores no funcionaron y detonaron conflictos muy costosos para la humanidad.

Ese es el resumen. En los días próximos iremos detallando más cada uno de los casos mencionados.

Twitter: @maurimm

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