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Y aquí vamos de nuevo, una entrega más de los premios Oscar que -previsiblemente- desatará toda serie de comentarios alrededor de los nominados, que encenderá pasiones con la lista de ganadores y enojo por aquellos cuyos favoritos no se lleven la preciada estatua.
Cual si fuera nuestro propia versión del Superbowl, cientos de cinéfilos estaremos atentos, de preferencia con pizza y botanas, este próximo domingo en un espectáculo que une tanto a entusiastas como detractores. Al final, todos echarán al menos un vistazo al televisor, así sea para al otro día criticar con todo a la ceremonia, a sus premiados, al presentador o incluso decir que fulanita o sutanito iban mal vestidos.
Pero, ¿cuál es la importancia real del Oscar?, ¿se trata de un show que sólo vemos unos pocos y que le entusiasma aún a menos gente?
Los números son contundentes: las transmisiones del Oscar en la televisión cada vez tienen menos audiencia. Esto tal vez se deba a que son pocas las personas que realmente hayan visto todas las películas nominadas, lo cual hace tedioso el seguimiento de una ceremonia que dura más de dos horas. Al público, sin duda, le interesa quién ganó el Oscar, pero no está dispuesto ya a invertir tiempo en saberlo: para eso están Twitter, Facebook y el noticiero del día siguiente.
El Oscar tampoco tiene una repercusión directa en la taquilla de las películas que resultan ganadoras. Un ejemplo dramático: The Hurt Locker, la ganadora en la categoría de mejor película en el año 2009 (y que con justicia derrotara a los suspiritos azules de James Cameron en Avatar) terminó haciendo apenas $17 millones de dólares en taquilla de Estados Unidos, una auténtica minucia.
Así, ganar un Oscar no necesariamente se traduce en buena taquilla, ni tampoco garantiza una carrera exitosa para aquel o aquella que resulte ganador. La lista de actores/directores cuya carrera se esfumó luego de ganar la estatuilla es larga y bien conocida. La fama podrá estar garantizada por dos días, pero un Oscar no asegura éxito en el futuro.
Y peor: quien se crea ese jingle publicitario que afirma que el Oscar premia “a lo mejor del cine”, está pecando de ingenuo. El Oscar jamás se ha tratado de reconocer verdadero mérito artístico, y para muestra está esa larga y penosa lista de películas de culto, obras maestras y personajes (muchos de ellos genios absolutos) que jamás ganaron un Oscar.
Entonces: si no es un programa de tv exitoso, no asegura un futuro ni tampoco premia a lo mejor del cine, ¿por qué carambas importa el Oscar?
Porque el Oscar no se trata de cine: se trata de poder.
La ceremonia del Oscar es el equivalente al Informe de Gobierno, es la forma en que Hollywood informa el estado de la industria, es el termómetro de la cultura norteamericana, una ceremonia donde esa industria le otorga -vía la estatuilla- cierto poder específico a quien la gana. El cómo esa persona usa tal poder es cosa de ellos, por eso tantos ganadores del Oscar jamás se vuelven a ver en cosas relevantes, simplemente no supieron capitalizar el poder que presupone un Oscar.
Este año es muy claro el panorama, es una entrega que exhibe una inquietud que no es menor: el tema racial no sólo en los premios sino en Hollywood en general. Las minorías en Hollywood le reclaman a la industria su racismo de facto, una tendencia que se expresa en las nulas nominaciones a actores/actrices de color, y en una cultura que permea en los estudios al tener preferencia por actores de raza blanca incluso en papeles que por sus características deberían ser para negros, latinos o asiáticos.
Así, la ceremonia de este año será aún más interesante porque aquel debate encontrará un primer contraargumento respecto a las minorías latinas al momento que triunfen (como es muy probable que así sea) con su segundo y tercer Oscar respectivamente los mexicanos Alejandro González Iñárritu y Emmanuel Lubezki.
Así pues, esperemos que el presentador de esta entrega, Chris Rock, sirva la mesa para alimentar la polémica. Después de todo el Oscar es un show, y el show debe continuar.
Mis predicciones: ¿Quién debe y quién va a ganar el Oscar?
El juego del Oscar es así: por un lado están los que deberían ganar u por otro los que van a ganar. Aquí mis predicciones en las categorías más importantes
Mejor película.
Va a ganar: Spotlight
Debería ganar: Mad Max
Es muy improbable que The Revenant se lleve la estatuilla por un asunto de estadística: hace mucho tiempo que la película ganadora en mejor película no se lleva también el premio a mejor guión. The Revenant ni siquiera está nominada en esa categoría.
De todas las nominadas, Mad Max es lo más cercano a una obra maestra, su uso del lenguaje cinematográfico, sus hermosas y logradas secuencias, los subtextos, el ritmo la hacen mucho más que una película de acción. Es una obra de arte absoluta. Y sinembargo, se irá con las manos vacías.
Mejor actor.
Va a ganar y debe ganar: Leonardo DiCaprio
DiCaprio ganará finalmente su Oscar, pero desgraciadamente no por su mejor película. Lo ganará básicamente porque en esta categoría la caballada está muy flaca.
Mejor actriz.
Va a ganar: Brie Larson
Debería ganar: Charlotte Rampling
Sin duda la actuación de Brie Larson en ROOM (sobre todo en la primera mitad) es sorprendente. Pero baste ver el despliegue de elegancia, intensidad contenida y sutileza sin límites de Charlote Rampling en 45 Years para rendirse a sus pies y darle todos los premios posibles. Ojalá suceda el milagro.
Mejor actor de reparto.
Va a ganar: Sylvester Stallone
Debería ganar: Tom Hardy (o Mark Rylance)
La nostalgia gana. Luego de ese enorme regreso en CREED (película que debió ser nominada en la categoría de mejor película en lugar de The Martian o Brooklyn) el premio a Stallone es no tanto a una actuación (que es buena) sino a una carrera.
Mejor actriz de reparto.
Va a ganar: Alicia Vikander
Debería ganar: Rooney Mara
El trabajo de Alicia Vikander en The Danish Girl es lo único que le da dignidad a una película que ni siquiera debería estar en la lista. No obstante el combo Mara-Blanchet en Carol es el motor que detona la grandeza de una película injustamente ignorada por la Academia.
Mejor fotografía.
Va a ganar y debe ganar: Emmanuel Lubezki
Lo siento por el maestro Roger Deakins y sus trece nominaciones (sin ganar nunca), lo siento por la dedicación y absoluta belleza del trabajo del veterano John Sale, pero lo de Lubezki es ya de plano indescriptible. La estrella en The Revenant, no es DiCaprio, el artista no es Iñárritu, la película completa es de Lubezki.
Mejor director.
Va a ganar: Alejandro G. Iñárritu
Debería ganar: George Miller
Iñárritu ha construído esta imagen de genio que no le teme a los elementos, que se embarca en una travesía donde pone en riesgo la vida en pos del arte. Bueno, pues George Miller hace lo mismo pero al revés, si Iñárritu y compañía morían de frío, Miller a sus 70 años se fue a meter a un desierto para filmar su épica motorizada sin ayuda del CGI. A su edad, Miller le vino a enseñar a toda una generación cómo es que se hace una buena película de acción.
Mejor película animada.
Va a ganar: Inside Out
Debería ganar: Anomalisa
Anomalisa tenía todo para ser nominada como mejor película. Los subtextos en esta joya de Charlie Kaufman son más profundos y perturbadores que las analogías -cuasi perfectas- de Inside Out.