Lo sorpresivo no son las medidas proteccionistas estadounidenses, sino que se tardaran tanto en llegar, pues el proteccionismo es consecuencia de periodos prolongados de estancamiento, bajo crecimiento o pérdida de fe en la cooperación internacional.

El proteccionismo estadounidense en realidad no llegó solo, sino después de una gran recesión y muy tardada recuperación global que la mayoría de países, sobre todo los europeos, han tratado de superar a base de exportar, convirtiendo sus déficits antes de la crisis en superávits hoy. También ha habido muchas instancias de medidas y políticas proteccionistas en Europa, China, Brasil y la India; bloqueos a la adquisición de empresas tecnológicas por China y reacciones contra la migración. No es el proteccionismo de un país, sino una ola proteccionista.

Las medidas de EU alarman porque es la economía más grande y la que más creíblemente puede recurrir al proteccionismo. Esto, porque es la más autosuficiente, pues tiene prácticamente todos los recursos para seguir produciendo y sólo depende del mercado externo para el 13% de su Producto Interno Bruto, cuando Alemania depende en 38%, México en 37% y China en 22%. China parece ser el único país que estaba preparado para un cambio en los mercados externos, pues desde la crisis de 2008 redujo su dependencia de exportaciones de 35% del PIB a este 22%.

El acero representa el caso típico de una industria a la que el auge global de la precrisis llevó a crear mucha capacidad de planta que resultó excesiva cuando vino la crisis y la austeridad. Como China duplicó su capacidad a mil 130 millones de toneladas en 10 años, y ahora le sobran cuando menos 200 millones, su impacto es devastador para la industria global. Sólo hay que tomar en cuenta que la producción estadounidense es de 90 millones de toneladas anuales.

El impuesto de 25% a la importación de acero y 10% a la de aluminio (donde la capacidad china creció 10 veces en 15 años) sólo representan 9 mil millones de dólares en una economía cuyo producto es de 19 billones. Su impacto inflacionario es limitado.

Pero el impacto verdadero es mucho mayor por el mensaje de que la economía más grande ya no quiere o no puede absorber excedentes de producción de otros y tolerar déficits externos tan grandes como los tiene con China o Alemania. Las represalias más riesgosas para la estabilidad global serían de China o de Europa y de ellas dependerá si los mercados financieros caen en las próximas semanas y amenazan con una recesión.

China ha sido cauta al no reaccionar de inmediato y ahora reconoce que tiene un gran exceso de capacidad en acero y que desea tener una economía más abierta, aunque esto lo dijo el primer ministro Li Keqiang, y no el presidente Xi Jinping. Europa, por su parte, amenazó con represalias sobre productos estadounidenses, pero el anuncio no fue de un jefe de Estado nacional, sino del Presidente de la Comisión Europea. Y simultáneamente la elección en Italia la ganaron partidos anti-Unión Monetaria y anti-inmigración.

Estas señales, aun tempranas, sugieren que lo más probable es que las tarifas estadounidenses se impongan con poco impacto inflacionario en Estados Unidos y sin mayor crisis global. Para el TLCAN es un golpe más. Aunque en rigor no tiene que ver con la renegociación del tratado, ya de por sí difícil, es un golpe en el ánimo de la renegociación y en el clima de la relación bilateral.

Analista económico. rograo@gmail.com

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