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Desde la Basílica de Guadalupe, el papa Francisco evocó la aparición de la Virgen y dijo que Dios se acerca al corazón de los que han perdido a sus hijos.
El obispo de Roma pronunció hoy palabras de consuelo y esperanza a las víctimas de la violencia y el dolor, al afirmar que “las lágrimas de los que sufren no son estériles” en la misa ofrecida esta tarde en la Basílica de Guadalupe.
Las lágrimas “son una oración silenciosa que sube hasta el cielo”, afirmó. “Dios se hace hermano y compañero de camino, carga con nosotros las cruces para no quedar aplastados por nuestros dolores”.
"Dios se acercó y se acerca al corazón sufriente pero resistente de tantas madres, padres, abuelos que han visto partir, perder o incluso arrebatarle criminalmente a sus hijos", afirmó.
El jerarca católito dedicó su primera homilía a la virgen de Guadalupe y su aparición ante el santo Juan Diego, dijo que "nadie puede quedar fuera" de nuestras comunidades, sociedades y culturas e hizo una mención especial a los jóvenes "expuestos a un sinfín de situaciones dolorosas, riesgosas", a los ancianos y a los que sufren.
"Todos somos necesarios, especialmente aquellos que normalmente no cuentan por no estar a la ”altura de las circunstancias“ o no ”aportar el capital necesario“ para la construcción de las mismas", indicó.
Destacó que Dios está cerca de "de los pequeños, de los sufrientes, de los desplazados y descartados, de todos aquellos que sienten que no tienen un lugar digno en estas tierras" del "corazón sufriente pero resistente de tantas madres, padres, abuelos que han visto partir, perder o incluso arrebatarles criminalmente a sus hijos".
Con información de Julián Sánchez
jram/ml
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