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El debate sobre el uso de la marihuana llega tarde, pues regular su uso ya no ayudará a disminuir los índices delictivos, consideró el fundador del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, Javier Sicilia.

El poeta, quien se reconoce adicto al tabaco, señala que una regulación en el tema podría servir para disminuir el consumo de las drogas duras y repensarlas como un tema de salud pública, más que de seguridad nacional.

¿Qué opina del debate acerca de la marihuana?

—Que llega tarde. Debió haberse dado antes de 2006, para evitar el horror de la guerra contra el narcotráfico. Ahora ayudará a disminuir el consumo de droga dura, a pensarla de nuevo como un asunto de salud pública y no de seguridad nacional. Pero ya no ayudará, como pretenden algunos, a bajar la violencia. La estrategia de golpear a los capos de la droga y de sacar al Ejército llevó a la diversificación del verdadero crimen. Ese es el tema, no la droga.

El Presidente considera que legalizar la marihuana aumentaría el consumo de drogas más fuertes. ¿Qué opina?

—Se equivoca, no hay que hablar de legalización, sino de regulación. La prohibición de la marihuana ha generado el crecimiento exponencial de la droga dura. Regularla va a permitir que las drogas duras disminuyan, porque la gente podrá acceder a una cultura de la droga verdaderamente fina, como es la cultura de la marihuana. Porque hay que entender que la droga ha acompañado a la humanidad por mucho tiempo.

¿Cuál es el camino que tendría que seguir este tema?

—La droga no tiene por qué ser vista como un problema de seguridad nacional, es un asunto de salud pública y de libertades. Yo soy un adicto. Fumo. Lo que jamás toleraré es que en nombre de mi salud me quieran prohibir fumar, y mucho menos en nombre de la salud de nosotros empiecen a matar gente para que no me llegue el tabaco.

Se piensa que legalizar el consumo aumentaría el problema, y no se cuenta con capacidad para la atención a adictos. ¿Qué opina?

—La salud pública está mucho más amenazada sin los controles de salubridad y de calidad de droga. Esos son prejuicios moralistas puritanos que no tienen nada que ver con la realidad, ni con la ciencia. Droga dura hay en las farmacias, regulada y controlada.

¿Cuáles serían los costos, tanto de regularla como de no hacerlo?

—Vamos a seguir en esta inercia y prejuicios estúpidos, en una constante miserabilización, y de la otra manera habrá control de la droga, impuestos por ella, más dinero, se podrá controlar la calidad como sucede con el alcohol. Tiene muchos beneficios, y lo otro pues simplemente ya sabemos dónde nos llevó y dónde estamos. Mientras nosotros estemos arrodillados a Estados Unidos, nosotros, como dijo bien (Eduardo) Galeano, nosotros seguiremos poniendo los muertos y ellos seguirán poniendo las narices.

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