La Habana.— “Llegó la hora de vivir sin guerras y ser un país en paz”. Las palabras del presidente Juan Manuel Santos resonaron ayer en el mundo y sellaron un día histórico para Colombia, que marcó el fin de la confrontación armada con la guerrilla de las FARC y puso a ambas partes a un paso del acuerdo definitivo de paz.

La sentencia que el miércoles hiciera el líder máximo de las FARC, Rodrigo Londoño, Timochenko, de que ayer sería “el último día de la guerra”, se cumplió frente a los ojos de líderes internacionales reunidos en la capital cubana y entre gritos de alegría y lágrimas de emoción de los colombianos que siguieron la transmisión en vivo de la firma del pacto de cese el fuego definitivo entre el gobierno colombiano y la guerrilla.

Más de 50 años, 220 mil muertos y millones de desplazados después, Santos y Timochenko sellaron el cese el fuego definitivo con un apretón de manos y un “balígrafo” que el presidente dio como regalo al líder guerrillero, un bolígrafo construido con un proyectil y con el que, en fecha por determinar, podría firmarse la paz definitiva. Santos dijo que ello ocurrirá en Bogotá y no en La Habana, donde iniciaron las negociaciones en noviembre de 2012 tras los diálogos exploratorios en Noruega.

“Las balas escribieron nuestro pasado, la educación escribirá nuestro futuro”, dijo Santos a Londoño al firmar, en presencia de Raúl Castro, presidente cubano y anfitrión del evento, el acuerdo más importante entre las partes, si bien éstas ya habían logrado convenios en asuntos trascendentales como el desarrollo agrario o la participación en política de los futuros movilizados. También hubo pactos en materia de lucha contra el narcotráfico, reparación de las víctimas del conflicto, mecanismos de justicia transicional, búsqueda de desaparecidos y remoción de minas antipersona, entre otros.

El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon; los presidentes del Consejo de Seguridad de la ONU, Francois Delatre, y de la Asamblea General del ente, Mogens Lykketoft, y los mandatarios de México, Enrique Peña Nieto; Chile, Michelle Bachelet; Venezuela, Nicolás Maduro; República Dominicana, Danilo Medina —responsable pro témpore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe—, y El Salvador, Salvador Sánchez Cerén, fueron testigos del histórico momento.

“El proceso de paz en Colombia no tiene vuelta atrás... la paz será la victoria de toda Colombia, pero también de toda nuestra América”, dijo Castro. Santos le agradeció a él y a Noruega —que envió a su primera ministra y a su canciller al acto— su papel como países garantes, y a Chile y Venezuela el haber sido “países acompañantes”.

El secretario estadounidense de Estado, John Kerry, reiteró el compromiso del país de aportar 450 millones de dólares para el posconflicto. La Unión Europea aportará el equivalente a 655 millones de dólares.

Las partes buscarán un consenso sobre el modo en que los colombianos ratificarán el acuerdo de paz. Las FARC prometieron aceptar el mecanismo.

El ex presidente colombiano Álvaro Uribe aseguró que los acuerdos son una “claudicación al terrorismo”. Pero en Bogotá, nadie parecía oírlo. “Tengo 76 años, viví esta guerra toda mi vida, nunca pensé que llegara el momento en el que estos ‘carajos’ firmaran la paz”, dijo con los ojos llorosos Graciela Pataquiva, pensionada. El secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, José Ángel Gurría, indicó que el pacto permitirá a Colombia afrontar mejor sus retos económicos y sociales, y acelerará el proceso de adhesión del país al órgano.

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